Reflector/Gilda R. Terán.

Sin duda alguna que el modelo de justicia laboral que está en vigor en todo el país, en el que se
busca solucionar los conflictos, a través de la Conciliación, hace historia en el país por la eficacia de
quienes aplican estas líneas de mediación.
Le comento que Tamaulipas a nivel nacional ha destacado por entregar buenas cuentas con estos
formatos de dirimir los conflictos de trabajadores, ya que las estadísticas señalan que la entidad ha
rebasado la media nacional del 75% esto en cuanto la agilidad para conciliar.
Y es aquí donde la capacitación permanente juega un papel importante en cuanto a esta herramienta
de actualización de conocimientos dirigido a los servidores públicos, para aplicarlos en sus tareas
cotidianas de mediación y conciliación laboral.
En este tenor José Ives Soberón, Director General de los Centros de Conciliación en el estado, se
mueve “como pez en el agua” en estos asuntos de mediación y conciliación, y por supuesto de la
capacitación permanente.
Su buena escuela y su experiencia como servidor público en este ámbito, le permite accionar
estrategias para seguir entregando fructíferas cuentas en estos menesteres, por lo tanto son 52
servidores públicos que están siendo capacitados en las áreas acordes a su trabajo.
Y bueno en estos cursos destacan los diplomados en la mediación laboral, en donde se pretende el
desarrollo del potencial humano de estos servidores, para poner en práctica las habilidades
adquiridas para implantar el “plus” en sus funciones conciliatorias.
Esta capacitación permanente es impartida en las seis sedes del estado que son Nuevo Laredo,
Matamoros, Reynosa, Tampico, Victoria y Mante, en fin el Director General de los Centros de
Conciliación, no ceja en su esfuerzo de seguir entregando buenas cuentas.
“CÓMO EL AVE FÉNIX”.
Cuentan que esta majestuosa ave según leyendas de varias culturas del viejo continente, en este
legendario país de Egipto, el ave Fénix moría y renacía una vez cada 500 años y para los egipcios,
esta gran majestuosa era Benu, un ave asociada a las inundaciones del Nilo, al Sol ya la muerte y
que, según explicaciones, había nacido bajo el árbol del Bien y del Mal.
Esa criatura fantástica comprendía que era necesario renovar de vez en cuando para adquirir más
sabiduría y, para este fin, accionaba un proceso meticuloso, en primer lugar esta ave volaba por
todo Egipto para construir un nido con los elementos más preciados como ramas de canela, de
roble, nardos y mirra.

Enseguida, acomodada en su nido, entonaba una de las canciones más bellas que los egipcios ya
habían escuchado para luego dejar que las llamas la consumieran por completo, pero tres días
después, el ave Fénix renacía llena de fuerza y poder.
Y posteriormente, tomaba su nido y lo colocaba en Heliópolis, en el templo del Sol para iniciar así
un nuevo ciclo, ofreciendo inspiración al pueblo de Egipto.
Si bien es cierto, que este proceso es semejante a la dimensión psicológica de la resiliencia, porque
nosotros también nos afanamos para emerger de episodios emocionales que en ocasiones
inmovilizan nuestro espíritu.
Pero el ser humano debe aletear con fuerza, y sin temor alguno, para sobrevolar su universo interior
en busca de las ramas de su autoestima, de motivación, de dignidad, y de la tierra de sus esperanzas
para fortalecer su amor propio
Así como las cenizas de la que emergió el ave Fenix, nunca se las llevo el viento, sino todo lo
contrario, se quedaron ahí en el lugar correcto, así formarán parte de nosotros para consolidar un
ser que renace del fuego mucho más fuerte, y con más sabiduría.
No importa cuántas veces hayas caído, ten presente que está en nuestras manos levantarnos
nuevamente, para recuperar una vez más el sentido existencial, para renovar fuerzas, aliento y
voluntad inspirados en el ave Fenix.
Algo que me queda claro es que la vida puede ser muy oscura en cualquier momento, lo sabemos,
tal vez lo hemos vivido, sin embargo, lejos de claudicar, debemos de enfrentar, para elegir los
mejores colores con los que pintaremos nuestro horizonte.
Sin embargo, todos tenemos un modo muy particular de dar color a nuestra cotidianidad, me refiero
a nuestra actitud para encarar los claroscuros de este diario vivir, y es que según la psicología
podemos echar mano del manejo de las emociones.
Pues se llega el tiempo de activar la resiliencia, este citado entrenamiento consciente y constante
para enfrentarnos de forma positiva a las situaciones adversas, actúa como un muelle que impulsa la
vida.
Es decir, es el arte que nos confiere cierta sensación de control frente a las dificultades, de tal forma
que lejos de quedar eternamente desvalidos por ejemplo como una infancia injusta, o alguna pérdida
dramática o ese fracaso imborrable, tenemos la oportunidad de elegir colores nuevos con los que se
puede dar forma a nuestro existir.
Nos vemos en la próxima.
[email protected]