ORBE

Ma. Teresa Medina Marroquín.-
Cada vez más se comenta que en el ámbito global han aparecido una serie
de fenómenos climáticos poniendo en jaque a la civilización.
Con los llamados “calorones” infernales que hemos estado sufriendo en el
75% del territorio nacional, donde la mayor parte de los municipios de
Tamaulipas no son la excepción, con temperaturas que –literalmente– dan
miedo, entre 40 y 43 grados, se incrementa el debate respecto a qué deben
hacer los gobiernos.
Es decir, cómo deben enfrentar estos fenómenos que, por ahora, están
dando paso a una crisis global de agua potable, que, dicho de otra forma, se
deja venir en una forma de sequía, a pesar de que el 70 por ciento de la
superficie de la Tierra la cubre el agua.
¿Cómo es posible esto? Pues como ya lo sabemos, resulta que ese 70% de
agua que cubre al planeta, equivalente a 1,386,000,000 de kilómetros
cúbicos, simplemente no es apta para consumo humano.
Porque el agua que se está acabando, informan las autoridades, son las
reservas acuíferas de la llamada “agua dulce”, la que se encuentra en los
yacimientos subterráneos, las cuales “están siendo drenadas más rápido de
lo que se reponen”.
Significa que el agua dulce se está acabando por sobrepoblación humana y
por las altas demandas de riego.
Al menos eso es lo que trascienden datos provenientes de la NASA,
advirtiendo que “la capa freática está cayendo por todo el mundo”,
subrayando que “no hay un suministro infinito de agua”, como nos lo habían
enseñado desde la primaria.
Nos decían que el “ciclo hidrológico” era permanente; un proceso (estable,
duradero y fijo) de circulación, de este vital líquido, que va de la evaporación
del agua de los mares, lagos y ríos a sus formas líquidas y sólidas.
EL NUEVO BIG BANG Y LA CAPACIDAD DE LOS GOBIERNOS

Pero resulta que la naturaleza está cambiando las condiciones de la vida,
saliendo de esa permanencia a la de un caos planetario que lo mismo nos
lleva a extremos de frío como de calor.
Ahora nos informan que “como es arriba es abajo”. O sea que ese caos que
se ve en el universo está cayendo sobre la humanidad, tal cual sucedió
cuando el Big Bang.
La novedad es que estamos atravesando por una nueva gestación
destructiva (como ocurre en política y democracia), que nos llevará a un
cambio. A un nuevo orden que está por emerger.
Qué difícil, ¿verdad? Sobre todo cuando nos fuerzan a comprender lo que
antes era un escenario fuera de este mundo, y que habla de que el caos,
fíjese usted, es generativo de un nuevo orden mundial.
Yo por lo pronto seguiré sin entender esas complejidades más cósmicas
que terrestres.
Y cómo voy a pensar de otra forma, con una escasez de agua que en
algunas regiones del mundo es la peor en 1,200 años, al punto que, dicen,
dará lugar a guerras que acabarán con un alto porcentaje de la humanidad.
¿Vienen tiempos muy malos para la raza humana? La respuesta parece ser
afirmativa, aunque mucho de que este mal no nos golpee en forma directa,
depende del talento de los políticos que nos gobiernen.
Y las formas de eludir esas guerras son que los gobiernos inviertan en el
reciclaje del agua, en la desalinización que consiste en convertir —con sus
costos y consecuencias— en potable el agua de mar, hasta recoger el agua
de lluvia. Esperemos que así sea y que funcionen semejantes estrategias.
AMÉRICO PRIORIZA LA SALUD DE LA POBLACIÓN
Bien por el gobernador Américo Villarreal Anaya al priorizar la salud de la
población ante la intensa ola de calor. La primera medida fue suspender las
actividades al aire libre y las clases cuando la sensación térmica alcance los
45 grados centígrados. También pidió al secretario de Salud, Vicente Joel
Hernández Navarro poner especial atención al funcionamiento de los
sistemas de aire acondicionado en las unidades médicas del estado,
reiterando que “el cuidado de la salud de las y los tamaulipecos es una
prioridad y vamos a protegerla sin escatimar tiempo y recursos”.
¡Excelente inicio de semana!
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