DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.

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Todos, o casi todos, tenemos la capacidad del habla. De emitir voces, hablar y, por lo tanto,
capacidad para comunicarnos con nuestros familiares, amigos, vecinos o compañeros de
trabajo. Incluso, en esa condición, nos dicen que en ocasiones hasta guardar silencio es un
mensaje. Así que bajo esta premisa, debemos considerar que la palabra tiene un valor. De
ahí la afirmación muy socorrida en ciertas ocasiones de que: Las palabras se toman de
quien vienen, aunque otros afirman que las palabras se las lleva el viento.
El valor de la palabra en un contexto especifico varia o se modifica, según sean los
protagonistas. Por decir, recuerdo que en una ocasión la cantante Alejandra Guzmán fue
objeto de un escándalo, puesto que en la aduana de Reynosa se le encontró en el equipo
unos gramos de mariguana… Alguien dijo: debe ser cierto, es su fama; muy distinto si el
personaje fuera Lucero. Hechos y palabras, luego entonces, adquieren mayor relevancia o
contundencia, según sean los protagonistas.
JUICIO DE GENARO Y EMILIO.
Un ejemplo del valor de la palabra lo observamos en cualquier juicio penal. En este
momento, por ejemplo, todos los días nos atiborran con datos y explicaciones de los
testigos en contra de Genaro García Luna: en una declaración, el juez fue claro, pruebas y
hasta pidió a los miembros del jurado que no tomaron en cuenta la declaración, fue, dijo,
una pérdida de tiempo. Y es que, en cada uno de los testigos, la defensa solo pide pruebas y
pruebas. Y, uno de ellos, afirma que dio a García Luna 10 millones de pesos, pero que
lamentablemente no tiene video, ni fotografías… que es, en fin, solo su palabra.
El valor de la palabra se ha visto, también, en el juicio en contra de Emilio Lozoya:
pretendiendo un criterio de oportunidad, tuvo uno y otro privilegio, al principio ni siquiera
pisar la cárcel. Sin embargo, tarde o temprano, al no poder probar sus dichos los perdió.
Insiste una y otra vez, y el FGJ le sigue creyendo, dándole oportunidad, pero a como están
las cosas, el tiempo que ya transcurrió, lo más probable es que al final page reparación del
daño y salga libre: a la 4T lo que le interesa es el dinero… es lo mismo que está sucediendo
con Alonso Ancira, que ya solo le falta finalizar la venta de Altos Hornos y será libre, libre,
libre.
TENGO OTROS DATOS.
Hace días converse con un amigo, de esos que están convencidos de que AMLO es un mal
gobernante. Incluso me dijo: y lo increíble, tengo familiares, me dijo, con maestrías y
doctorados, que se tragan el cuento de que “tengo otros datos”. ¿Por qué, la gente, cree en
la palabra del Presidente AMLO? En lo personal, creo que por una sencilla razón: por su
bandera de combatir a la corrupción y, además, de apoyar a los pobres, como a los
trabajadores. Sus medidas de incremento del salario mínimo, como de las vacaciones
dignas, son reales, no cuento.

La gente sigue creyendo en la palabra de AMLO con todo y que, sus críticos hacen notar
una y otra vez, que en más de una ocasión ha mentido. Hay incluso estadísticas de las
mentiras que ha dicho en la mañanera; en tanto que, unos y otros, en más de una ocasión
han señalado las divergencias, por decir, en los costos de Dos Bocas o del famoso Tren
Maya. La persona, hombre o mujer, tiene un prestigio, una fama, una imagen y es a partir
de eso, como la gente cree o no en sus palabras.
HECHOS Y PALABRAS.
Quienes deben hablar, hacerlo con frecuencia, son los legisladores o representantes. Ahí
tenemos, por ejemplo, que algunos de ellos no hablan, no participan en las discusiones
legislativas, no presentan iniciativas, como es el caso de Guadalupe Covarrubias, la
senadora de MORENA, igual que Ismael García Cabeza de Vaca. Están convencidos de
que, al no hablar, no se equivocan… y es que, bien que recordamos, cuando Lupita fue
entrevistada, le preguntaron sobre las distintas energías… y respondió que “voy a estudiar
el tema”.
Y en el caso de quienes tienen tareas Ejecutivas, como un gobernador o un Presidente
Municipal, es decir Américo Villarreal Anaya o Eduardo Gattas, lo que le interesa a la
gente, es que cumpla con las promesas de campaña. Dicho de otra manera, tienen que
hablar los hechos, para que sus palabras, sus promesas, tengan el justo valor en el contexto
de aprobación o no de su gestión gubernativa.