La Comuna

José Ángel Solorio Martínez

El mandato del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, para postular una mujer como candidata al Senado, no es una estrategia; es, en el fondo, la declaración y reconocimiento de su debacle en Tamaulipas. El escenario construido por la sentencia “los que quieren no pueden y los que pueden no quieren”, dejó el paso libre a las féminas azules.
Con un apunte: el ala femenil panista, es corta y de bajo perfil.
El reto que tienen enfrente, es de alta complejidad. Ni Yalheel Abdala, ni otra dama, tienen el empaque suficiente para competir con posibilidades contra un MORENA cada vez más potente por el arrastre de su inobjetable líder: AMLO.
El CEN, se rindió ante la evidencia: sus precandidatos más sólidos no quieren. Francisco García Cabeza de Vaca, Chucho Nader y el Truco Verástegui, saben que morderán el polvo; como conocen, que una derrota –que se ve evidente– los achicará para su participación en la contienda del 2024.
Nader, ya ha reiterado su intención de no ir en este 2023; al parecer, está guardando fuerzas para el 2024.
¿Para qué desgastar a sus cartas, que irán con todo el 2024 en la contienda presidencial?
Las sustitutas en esos comicios que se visualizan serán para el lopezobradorismo, irán sólo para llenar un hueco que será definitivamente testimonial.
La candidata del PRIAN –se presume que irán en coalición albicelestes y tricolores– nació para perder. Y una opción –Abdala– sería más que perdedora: desastrosa.
¿Tan mala es como candidata la nuevolaredense?
No, no es tan mala.
Es el escenario que envolvería su postulación: diversos grupos priistas la ven con resquemor, por la traición que cometió al echarse en brazos de Cabeza de Vaca y socavar al PRI tamaulipeco.
Paradójico: es la precandidata más potente hacia afuera de la estructura partidista y la precandidata más enclenque al interior del prianismo; en el PRI la ven como desleal y en el PAN, la perciben como advenediza.
Oro elemento de última hora que conjura contra la coalición PRIAN, es la renuncia de Edgar Melhem Salinas al CDE del institucional tamaulipeco. Si bien el priismo en el estado es una entidad amorfa y sin liderazgos, la forma tan desaseada de nombrar su reemplazo, causó resquemor entre la escasa militancia.
Dedazo vil.
Ni en los peores tiempos del PRI, se impuso un dirigente como lo hecho para cubrir la vacante del riobravense.
Carlos Solís Gómez, puede ser un buen priista; no se discute.
Lo censurable, es la forma tan antidemocrática, tan deplorable con que se construyen liderazgos en un PRI, que en la debilitada situación por la que atraviesa, lo peor que se le pudo ocurrir fue regresar a los tiempos oscuros del autoritarismo y la antidemocracia internas.
Esa circunstancia que vive el priismo, no sólo lo deslegitima ante una ciudadanía que por sus errores lo vomitó desde hace décadas en la región; igualmente, lo pone en situación incómoda ante sus coaligados que pelearán la candidatura para uno de los suyos.
Triste postura del PRI: si tuviera la remota posibilidad de proponer candidato, no tendría a quién ofertar.
Feminismo bizarro el del PAN: defender mujeres, lanzándolas al foso de los leones.