Rutinas y quimeras…
Por: Clara García Sáenz.-

Suena extraño que en tiempos de confinamiento se hable de vacaciones. Resulta
confuso pensar cómo se puede vacacionar en tiempos de pandemia y es que el
concepto está ligado en nuestra época con viajar y hacer turismo.
Como muchas otras cosas que la cultura romana nos heredó, el concepto
de vacación que significa estar vacante u ocioso, los romanos lo utilizaban para
otorgar a los esclavos un día de libertad al año que generalmente se fijaba en el
mes de abril y posteriormente se extendió entre los campesinos y labradores para
dejarlos vacantes de obligaciones judiciales los meses de julio y agosto, que eran
de mayor calor y les permitía permanecer en el campo guareciéndose del clima de
verano, en lugar de asistir a los tribunales en Roma si eran requeridos. También
muchos miembros de la clase alta utilizaban este tiempo para retirarse a sus
fincas campestres y descansar de sus obligaciones que el imperio les demandaba.
Aunque viajeros ha habido en todas las épocas, el viajar por placer es una
práctica adquirida por las aristocracias europeas posteriores al Renacimiento, ya
en la época moderna, se desplazaban a fincas campestres para convivir, cazar o
conectarse con la naturaleza.
El viajar por placer se empieza a popularizar en el siglo XIX gracias al
ferrocarril que será por mucho tiempo el trasporte de élites y clases bajas, donde
también se come y se duerme.

Aunque las luchas obreras lograron entre los derechos laborales la jornada
de ocho horas y el día de descanso, las vacaciones pagadas fueron en el siglo XX
el gran triunfo de la clase trabajadora.
Algunos estudiosos opinan que para evitar el ocio de los trabajadores se
inventó el turismo (y más puntalmente el turismo de masas) manteniendo ocupada
a la mayor parte de las personas que están vacantes o gozan de un descanso.
El juego consiste en asumir que el tener vacaciones obliga a viajar, hacer
turismo, mantenerse ocupados en cosas que no son de corte laboral pero que
además representen para el consumo, ganancia. Así la pregunta obligada cuando
se acerca un periodo vacacional es ¿a dónde vamos a ir? Como si el viajar fuera
la acción consecuente y lógica de quien está de vacaciones.
Tal vez por eso, para muchos resulta inconcebible quedarse en casa (aún
en pandemia) en lugar de viajar para hacer turismo de playa o cultural; cuando
hemos comprado el discurso que las vacaciones se hicieron para viajar, se
convierte en una necesidad hacerlo, más allá de cualquier riesgo. Además
alimenta la autoestima y proyecta éxito en la redes sociales, aunque el riesgo
latente de contagio de covid este ahí.
Puede resultar irracional e incomprensible que muchos abarroten en esta
época los centros turísticos, pero hacerlo es una práctica de moda donde se
asume que tener vacaciones obliga a viajar para hacer turismo.
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