Por: José Medina

VICTORIA.- Blanca Aurelia Anzaldúa Nájera diputada de Victoria, propuso una reforma al artículo 49 de la Ley de Educación para el Estado de Tamaulipas, para fomentar la participación voluntaria de las juventudes en asociaciones de la sociedad civil.

Argumentó que la vinculación de las y los jóvenes con organizaciones que atienden problemáticas sociales no solo fortalece su formación en responsabilidad social, sino que también potencia el impacto de dichas asociaciones, generando beneficios compartidos para la juventud y la comunidad.

Por tanto, se vuelve imperante que el sistema educativo estatal ofrezca oportunidades que permitan a las y los jóvenes formarse en valores,especialmente aquellos que promueven la responsabilidad social y ciudadana.

Además, el voluntariado juvenil representa un motor para la transformación social. La interacción directa con comunidades diversas y la atención a necesidades reales fomentan la empatía y el fortalecimiento de redes de apoyo, elementos esenciales para la cohesión comunitaria.

Investigaciones han demostrado que el involucramiento en actividades solidarias impulsa procesos de generatividad que inciden positivamente tanto en el crecimiento personal como en la promoción de iniciativas sociales
innovadoras.

Asimismo, se ha documentado
que los programas de voluntariado juvenil contribuyen a enfrentar desafíos sociales, económicos y ambientales, posicionando a los jóvenes como actores clave en la construcción de soluciones a problemas complejos.
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Esta capacidad de respuesta y la creación de vínculos intergeneracionales destacan al voluntariado como un espacio de empoderamiento y transformación
social.

En síntesis, el voluntariado permite a las juventudes desarrollarse de manera integral: promueve la adquisición de habilidades prácticas y profesionales,
mejora su empleabilidad, refuerza la cohesión social y cultiva valores cívicos indispensables para la vida en comunidad. La conjunción de estos factores no sólo impulsa el crecimiento individual, sino que también contribuye a la construcción de sociedades más solidarias, participativas e inclusivas.

Dijo que el primer lugar, el voluntariado contribuye al desarrollo de competencias y habilidades interpersonales, al constituirse como un espacio de aprendizaje práctico que complementa la formación teórica. Diversos estudios han demostrado que la participación en proyectos de voluntariado permite a los jóvenes adquirir habilidades como el trabajo en equipo, la comunicación efectiva y la resolución de problemas en contextos reales, fortaleciendo su compromiso cívico y su sentido de responsabilidad social.

Asimismo, esta experiencia educativa promueve una visión holística de los problemas comunitarios y favorece la integración de diversos saberes.

El impacto del voluntariado en la empleabilidad y el desarrollo profesional tambien es relevante. La certificación y validación de competencias adquiridas
a través de estas actividades se ha vinculado con una mayor inserción laboral y con mejoras en la calidad del desempeño profesional.

Al participar en entornos colaborativos y enfrentar desafíos concretos, los jóvenes desarrollan habilidades transferibles a diversos ámbitos del mercado laboral, lo que incrementa su competitividad y facilita su integración profesional. De forma paralela, el voluntariado estimula la autoconfianza, la autoestima y el sentido de pertenencia, aspectos fundamentales para el desarrollo psicológico.