Por Agustín Peña Cruz |
Tampico, Tamps.- La promesa fue clara y directa, pero la realidad ha sido una afrenta. A
pesar de la instrucción expresa de la alcaldesa Mónica Villarreal Anaya de otorgar un
aumento a los jubilados y pensionados del Ayuntamiento de Tampico, el beneficio no llegó.
Este 30 de abril, fecha esperada con esperanza por decenas de extrabajadores
municipales, se convirtió en un día de desilusión y frustración.
En entrevista exclusiva, el presidente de la Unión de Jubilados y Pensionados del
Republicano Ayuntamiento de Tampico, Servando Mata Trejo, denunció que la instrucción
dada por la presidenta municipal al licenciado Héctor Villalpando Macías —funcionario
responsable del área administrativa— fue ignorada o, peor aún, pospuesta bajo pretextos
burocráticos.
“Esta mañana nos reunimos como cada fin de mes, sabiendo que llegaría el aumento. La
instrucción fue directa. Sin embargo, nos dicen que apenas se está haciendo un estudio,
que durará un mes más. Es una burla”, afirmó Mata.
Esta declaración no sólo refleja una molestia coyuntural, sino la creciente percepción de que
existen fisuras internas en el gobierno municipal, donde las órdenes de la autoridad máxima
parecen desvanecerse en la cadena burocrática.
Este episodio se suma a una serie de desencuentros que han expuesto la precariedad en la
que subsiste una comunidad de más de cien pensionados municipales, cuyas pensiones
oscilan entre los 500 y los 2 mil pesos quincenales. Una situación que, según sus
representantes, raya en lo indigno y contrasta con la imagen de un gobierno que se
proclama humanista y cercano a las causas sociales.
La remembranza de los hechos es contundente. El pasado 12 de abril, mientras la
presidenta Villarreal gestionaba un litigio de terrenos por más de 38 millones de pesos
—caso que involucró incluso a un pastor evangélico—, los jubilados hacían pública su
denuncia: años de servicio al municipio recompensados con pensiones irrisorias y una total
ausencia de atención médica especializada, antes cubierta mediante convenios hoy
cancelados.
“El gobierno nos invisibiliza. Nos reunimos con ella, nos prometió justicia. Hoy, sus
funcionarios la desobedecen. ¿Dónde queda su autoridad?”, cuestionó Mata. Sus palabras
resonaron entre compañeros que portaban recibos de nómina como evidencia del
incumplimiento.
El pasado 14 de abril, la alcaldesa había sostenido una reunión pública con la mesa
directiva de la Unión de Jubilados, en la que reafirmó su compromiso de atender sus
demandas. “Trabajaremos con sentido humano para que vivan esta etapa con dignidad”,
declaró entonces.
Pero la reciente omisión ha generado una narrativa paralela, una que despoja de contenido
político aquellas palabras de respaldo. El malestar ya no se dirige únicamente a las
condiciones de subsistencia, sino al cuestionamiento del poder mismo de Mónica Villarreal,
hermana del gobernador Américo Villarreal Anaya. “Si su palabra no se respeta dentro de
su propio gobierno, ¿quién gobierna realmente Tampico?”, preguntan miembros de la
asociación.
El caso pone en evidencia una tensión creciente entre la imagen institucional que proyecta
la administración local y la experiencia directa de quienes sirvieron al municipio. Para los
afectados, el incumplimiento de una instrucción presidencial no es solo un desacato
funcional, sino una erosión simbólica del poder político, que reduce a promesas lo que
debiera traducirse en justicia social.
Mientras tanto, los jubilados seguirán esperando. No ya por caridad, sino por un acto de
coherencia y respeto hacia quienes construyeron con su trabajo diario los cimientos de la
ciudad que hoy presume progreso.
¿Hasta cuándo podrán esperar?