Reflector/ Gilda R. Terán.

Aquí en la tierra, todo es pasajero nada es para siempre, las adversidades las enfrentamos
con la fuerza del Eterno de Israel, y levantaremos vuelo como las águilas, bendita es la
promesa de Dios, Isaías 40:31.
Siempre he tenido la convicción, de que la naturaleza misma nos entrega sabiduría, y bueno
y esto es porque es creación de Dios, y entre estos conceptos me inspira la majestuosidad
de las águilas, las cuales nos aleccionan en el tópico de “renovar o morir”.
Sabía usted, de que entre toda la gama de aves, esta es la que presenta larga existencia,
pudiendo existir hasta a los 70 años, sin embargo para llegar a esa edad, a la mitad de su
vida tienen que tomar una seria y difícil decisión.
Esto es porque en esa etapa media, sus uñas se tornan frágiles, débiles y flexibles, se doblan
con facilidad y no consiguen aferrar a sus presas de las cuales se alimenta, aquí su pico,
alargado y puntiagudo se encorva, así sus alas envejecen y se tornan pesadas dificultando
así el acto natural de volar.
Aquí en este amargo trance, el águila solo tiene dos alternativas que son aceptar morir o
enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 largos días, si opta por el de
seguir viviendo, tendrá que emigrar a la montaña más alta para empezar este ciclo de
subsistencia.
Posteriormente ya instalada esta ave, comienza a golpear con su pico la roca, hasta que
consigue arrancárselo por completo, después de este grande y difícil sacrificio, ella espera
pacientemente a que renazca nuevamente, pues con el tendrá que arrancar todas las uñas
hasta eliminarlas por completo.
Ya cuando las nuevas uñas comienzan a crecer, el águila continúa su procedimiento
quitando todas las viejas y pesadas plumas, y pasando los cinco meses ella saldrá para alzar
el tan esperado vuelo de renovación, lista para vivir la segunda parte de su existencia.
En lo personal, está alegoría del renuevo de esta majestuosa ave, representa un aleccionador
reto para enfrentarnos a todos los episodios de nuestro diario vivir, porque a veces es
necesario resguardarnos por algún tiempo para que también podamos comenzar un difícil
proceso de renovación.
Y es que para volar a través de nuevos y diferentes desafíos, debemos desprendernos por
completo de nuestros recuerdos, costumbres, vicios y tradiciones, y estar conscientes que
la renovación nos puede dar el vuelo de la “victoria”.

Verá usted, la historia de las águilas y los hombres son muy parecidas, ambos tienen que
vencer difíciles obstáculos; en el transcurso de nuestro caminar, tenemos que tomar
decisiones que irán a determinar la altura y la grandeza de nuestro viaje por la vida.
Consideremos que para renovarse interiormente, implica poner orden en el mundo mental,
desechando los recuerdos de acontecimientos frustrantes o dolorosos para quedarnos solo
con la experiencia de lo que aprendimos.
Es necesario alzar vuelo, descubriendo nuestras potencialidades, pero teniendo muy claro a
donde queremos llegar, no hay necesidad de adaptarse a los yugos tóxicos, sino que existe
la posibilidad de librarse de ellos.
Tomando en cuenta que el camino tal vez podrá tornase difícil, pero no imposible, tómelo
como un desafío, para enriquecer su mundo afectivo, es una elección personal, que le
restaurará su dignidad humana, considere que tiene un alto refugio que nunca le
abandonará, porque Dios en su palabra nos consuela con darnos fuerzas, para alzar el vuelo
como las águilas.
“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. Isaías 40:31
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