DE PRIMERA …. LA DAMA DE LA NOTICIA
POR ARABELA GARCIA …
Trump Regresa con Fuerza: ¿Repetirá la Historia o Aprenderá de sus Errores?
La reciente detención de Rómulo Garza, ex secretario de Bienestar del polémico gobierno de
Francisco García Cabeza de Vaca, marca un hito significativo en la lucha contra la corrupción en
Tamaulipas. Este acontecimiento no solo es un símbolo de esperanza para los tamaulipecos, sino
que también podría ser el principio de un proceso judicial que alcance a los altos mandos que han
eludido la justicia durante demasiado tiempo.
Durante años, muchos cuestionaron la falta de acciones legales en contra de Cabeza de Vaca y su
círculo cercano. Lo que pocos comprendieron es que las instituciones encargadas de la justicia en
el estado estaban bajo el control de su administración, lo que paralizó cualquier intento de
rendición de cuentas. Sin embargo, ese escenario ha cambiado radicalmente. Con la llegada del
gobierno de Américo Villarreal Anaya, las riendas de la justicia están finalmente en manos
adecuadas.
Se revelan 86 expedientes que permanecieron ocultos durante dos años, relativos a Cabeza de
Vaca, su hermano Ismael, el ex candidato a gobernador «Truko» Verástegui, Yalheel Abdalá y otros
colaboradores que se beneficiaron de la corrupción. La era de la impunidad ha llegado a su fin, y la
detención de Garza es solo el primer paso hacia una serie de acciones que podrían desenmascarar
las fechorías del pasado.
Es inevitable que algunos interpreten esto como un ajuste de cuentas o una persecución política.
Sin embargo, la realidad es que la justicia tiene fundamentos sólidos: Cabeza de Vaca abandonó su
cargo y el estado antes de concluir su mandato, sin una entrega formal de la administración. Este
vacío ha dejado un rastro de corrupción que ahora se busca reparar.
Las promesas de justicia de Américo Villarreal están comenzando a materializarse. Ha sido un
camino largo y complejo, pero finalmente las instituciones que deberían proteger a los ciudadanos
están empezando a funcionar de manera efectiva.
Por lo tanto, aquellos que durante años saquearon Tamaulipas deben prepararse. La justicia está
en marcha, y el tiempo de rendir cuentas ha llegado. La esperanza de un cambio real se vislumbra
en el horizonte, y los tamaulipecos están listos para ver justicia, no solo en palabras, sino en
acciones concretas.
La llegada de Donald Trump a la escena política estadounidense es un recordatorio de que, a
veces, las segundas partes no son mejores que las primeras. Soberbio y altanero, el ex presidente
vuelve a posicionarse como un contendiente fuerte, aunque su paso por la justicia no lo ha dejado
completamente limpio. A pesar de haber salido de múltiples conflictos legales con una aparente
absolución, la imagen de «blanca paloma» que intenta proyectar está lejos de la realidad.
En este contexto, las palabras de Claudia Sheinbaum, ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México,
resuenan con fuerza. Su postura ante las descalificaciones y desprecios provenientes de Estados
Unidos es clara: no se puede tildar a un país de narcoterrorista sin reconocer que los orígenes de
esos problemas también residen en el norte. En un mundo donde la interdependencia es
fundamental, es imperativo que los líderes midan sus palabras con más cautela, entendiendo que
todos dependemos de todos para sobrevivir en este planeta.
Sheinbaum no solo defiende a su país, sino que también plantea un desafío a la política de Trump:
la capacidad de dialogar y construir puentes en lugar de levantar muros. La experiencia del ex
presidente, aunque rica en controversia, le deja aún un largo camino por recorrer para demostrar
que puede hacer política de manera efectiva y constructiva.
El regreso de Trump no es solo un eco de su mandato anterior, sino una oportunidad para que
tanto él como otros líderes reflexionen sobre el tipo de política que quieren promover en un
mundo cada vez más polarizado. Las acciones y discursos de hoy tendrán repercusiones en el
futuro, y es hora de que todos asuman su responsabilidad en el entramado global que
compartimos.
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