Entre Nos…

Por: Carlos Santamaría Ochoa.-

 

Muchos de nosotros hemos de recordar el término “bebé Gerber”, que hacía alusión a la empresa elaboradora de papillas para niños más famosa de aquellos tiempos y probablemente de los de hoy, y que tenía a un niño rozagante, gordito, obeso, rosadito, como imagen de bienestar, cuando nos hemos dado cuenta que nada hay más falso que lo anterior.

Y durante décadas nos vendieron la idea de que los niños, mientras más cachetones y rosados eran más sanos. Tuvimos patrones alimenticios equivocados, hasta darnos cuenta, cuando se viene una explosión de estudios nutricionales y una moda que sigue vigente, que no es lo mejor estar “gordito” o robusto, sino tener los nutrientes necesarios para clasificar a las personas.

Los nutriólogos de hoy en día hacen clasificaciones no en base al peso corporal de la gente, sino a otros factores fundamentales, y determinan quienes es verdaderamente sano y quien necesita otro tipo de alimentación.

Así, vemos gorditos desnutridos -parece ilógico- y flacos nutridos a tope, es decir, con todo lo que su organismo necesita.

Hace años no se iba con el nutriólogo: bastaba con que la abuela nos diera esos caldos llenos de grasas y cosas que no son precisamente lo mejor, pero que nos hacían sentir bien, porque ganábamos peso. Hoy, la realidad es otra, y Tamaulipas se coloca como una entidad en la que los gorditos, los gordos, los obesos abundan, sobre todo, en nuestros niños, que es lo más preocupante.

Dice Luis Rocha, quien es nutriólogo de la Secretaría de Salud que los problemas de sobrepeso y obesidad están a la orden del día, lo que coloca a la entidad entre las tres primeras en esos indicadores nada alentadores.

Atribuye, como es de esperarse, al sedentarismo y malos hábitos, es decir, que nuestros “chavos” ya no hacen ejercicio”, ya no salen a caminar o a practicar deportes, gracias a la absurda y estúpida costumbre de estar todo el día pegados a un aparato celular chateando, mirando y metiéndose en la vida de todos en forma por demás irresponsable, e intercambiando bienestar por chisme, salud por flojera, y es cuando han comenzado a aparecer las llantitas, los grandes vientres en personas desiado jóvenes, que es lo que más alarma.

Siete de cada 10 niños tienen problemas con la báscula, lo que es para alarmarnos. Debiéramos dejar a un lado los ahorros para comprar la última versión del aparato celular, y dejar que nuestros hijos caminen un poco, que se despejen y se “desidioticen”, porque es realmente preocupante voltear a cualquier parte y ver que ellos están como zombis en una pantallita viendo su chat del “Face” y contestando aspectos realmente irrelevantes.

Lo peor: ¡las madres y padres de ellos están igual! Criticamos a los muchachos y a los nuños y vemos que los adultos estamos igual, y acumulamos horas de visita a Facebook o Instagram, a Twitter u otra red social, y entonces nos damos cuenta que estamos haciendo mal, muy mal, porque estamos creando enfermitos es decir, niños-problema que serán gorditos, tripones, acomplejados y flojos, en detrimento de su salud.

Esa es la realidad y no queremos vivirla ni reconocerla.

¿Dónde quedó el deporte? La actividad física se ha perdido con el pretexto del intenso calor, pero la verdad es que tendremos muy severos problemas generacionales si seguimos con esa inercia enfermiza, pensando que les hacemos un bien cuando tienen redes sociales ilimitadas y pueden navegar todo el día. ¡Cuánto daño hacemos a lo que más amamos! Y de eso, no hay duda.

La Secretaría de Salud ha lanzado la voz de alerta que debemos entender como un urgente llamado a la prevención de graves problemas como diabetes e hipertensión, entre muchos otros. Vienen graves conflictos sanitarios si seguimos alimentado a nuestros “gorditos”, rozagantes niños Gerber, pensando que así como se ven estarán igual de sanos.

¡Qué grave equivocación estamos cometiendo, no cabe duda!

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