#DESDELAFRONTERA 

POR #PEDRONATIVIDAD 

Juan José Ramos Charre, presidente del Instituto Electoral de Tamaulipas, volvió a hacer de las suyas… y vaya que lo suyo no es precisamente guardar compostura. Quien debería ser un árbitro imparcial, un defensor de la democracia y del interés ciudadano, hoy se convierte en el vocero no oficial de los partidos políticos, defendiendo a capa y espada los millones que reciben año con año, como si de su bolsillo se tratara. 

Hace apenas unos meses lo vimos en su papel de “llorón presupuestal”, exigiendo más dinero para organizar la elección de jueces y magistrados. Amenazó, presionó, alzó la voz como si el proceso electoral dependiera de su chequera. Al final, la elección se realizó sin contratiempos, dejando en claro que lo suyo no era falta de recursos… sino exceso de drama. 

Y ahora, Charre reaparece, micrófono en mano, para lamentarse por la propuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha puesto sobre la mesa una Reforma Electoral que busca reducir el financiamiento a los partidos políticos, esos mismos que por décadas han vivido de los impuestos del pueblo. 

Pero en lugar de aplaudir una medida que responde al reclamo ciudadano de acabar con los privilegios, Ramos Charre se planta en su pedestal de “defensor de la democracia” y advierte, con tono de tragedia, que reducir el dinero a los partidos abriría la puerta al financiamiento ilícito. 
¿En serio? ¿Acaso no es con el actual sistema millonario que han proliferado los casos de corrupción y desvíos disfrazados de “gastos de campaña”? 

Charre llega al absurdo de decir que los partidos son una “conquista social” que ha fortalecido la democracia. ¿Conquista? Lo que los ciudadanos vemos es una conquista… de recursos. Años enteros viendo cómo se reparten el pastel mientras escuelas, hospitales y seguridad siguen esperando un pedazo del presupuesto. 

Resulta grotesco escuchar al árbitro electoral defender los intereses de los jugadores, cuando debería estar cuidando las reglas del juego. El país entero exige austeridad, transparencia y un nuevo modelo político donde el dinero público sirva al pueblo, no a las estructuras partidistas. 

Y, por si fuera poco, su ambición no tiene freno. 
Ahora se sabe que Ramos Charre busca adelantar su salida del IETAM para brincar a una de las tres magistraturas electorales que están en disputa en el Tribunal Electoral del Estado de Tamaulipas (TRIELTAM), a pesar de que su gestión al frente del Instituto concluye hasta el 22 de enero de 2027. 

Fue el 23 de enero de 2020 cuando asumió la presidencia del IETAM, y desde entonces ha encabezado los comicios más complejos del estado, 2021, 2022 y 2024. En todos, su bandera fue la misma, pedir más dinero, como si sin él no pudiera haber democracia. 

Con este nuevo movimiento, queda claro que Charre no solo defiende los privilegios de los partidos, sino también los propios. Busca asegurar su futuro en otra silla del poder electoral, sin importar que su credibilidad esté por los suelos. 

Y si el árbitro no lo entiende, quizá lo que necesitamos no es más presupuesto… sino un nuevo árbitro. 

DE “LOS OLVIDOS” A LOS OLIVOS 

Por décadas, decir “Los Olivos” en Nuevo Laredo era sinónimo de corrupción y abandono. La burla popular los rebautizó como “Los Olvidos”, porque ningún alcalde se atrevía a meter las manos por una colonia que nació torcida, al amparo de los gobiernos priístas que hicieron del fraccionamiento irregular un jugoso negocio. 

Aquellos alcaldes de antaño, sí, los del “todo se vale mientras deje dinero”, entregaron permisos a vivales que construyeron casas como pichoneras, con calles de asfalto tan delgado que se deshacía con la primera lluvia. No hubo parques, no hubo planeación, ni respeto por la gente. Hubo codicia, corrupción y desprecio. Así se escribieron muchos capítulos oscuros de esta ciudad. 

Y claro, cuando todo se vino abajo, cuando las fugas de agua, los baches y la inseguridad eran el pan de cada día, nadie quiso regresar. Los Olivos se volvieron un monumento al olvido, una muestra viva del saqueo disfrazado de “progreso”. 

Pero llegó alguien que sí se atrevió. Carmen Lilia Canturosas Villarreal, con su sello característico de trabajo y resultados, decidió hacer lo que muchos no, entrarle al ruedo, mirar de frente a los vecinos y responder con hechos, no con promesas. 

Hoy, Los Olivos están dejando atrás su viejo apodo. Con una inversión superior a los 14 millones de pesos, la presidenta municipal encabezó la entrega de una serie de obras de repavimentación con concreto hidráulico que benefician directamente a más de 46 mil neolaredenses. Y no se trata de maquillaje urbano, son trabajos de fondo, con base, sub-base, drenaje, pozos de visita y señalización. Obras que duran, que valen y que cambian la vida de la gente. 

Calle por calle, Carmen Lilia va reconstruyendo no solo pavimento, sino también la confianza. Desde Artículo 22 hasta Premio, desde Blvd. Rea hasta Galardón, la transformación se palpa. Cada tramo, cada peso invertido, tiene un mensaje, la dignidad también se pavimenta. 

En total, más de 41 millones de pesos se han invertido en esta colonia durante su administración. Y si alguien pregunta por qué se siente distinta esta gestión, la respuesta es sencilla, porque mientras otros vieron negocio, Carmen Lilia vio personas. 

Lo que hoy ocurre en Los Olivos no es casualidad, es justicia urbana…. ¿Qué, no? Nos leemos. 
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