Columna Opinión Económica y Financiera.

Dr. Jorge A. Lera Mejía.

La economía mexicana enfrenta un estancamiento severo, con bajo crecimiento del PIB (apenas 0.5% en los primeros ocho meses de 2025), un gasto público en niveles históricamente bajos y una alarmante caída en la inversión y producción de los sectores construcción y energético.

Las transferencias federales a estados y municipios han disminuido, la fiscalización se encuentra al límite y la generación de nuevos empleos formales es insuficiente: menos de 200 mil plazas al año frente a una demanda de 1.2 millones.

El financiamiento de programas sociales se ha sostenido parcialmente con deuda y fondos extraordinarios ya extintos, lo que genera presión fiscal y cuestiona la sostenibilidad de estas políticas.

En contraste, la economía informal mantiene al país a flote ante la debilidad del empleo con seguridad social y el limitado dinamismo productivo.

DEBILIDADES Y AMENAZAS

El crecimiento económico anual de 0.5% hasta agosto 2025 evidencia estancamiento frente a las metas oficiales y a las necesidades del mercado laboral.

El gasto público cayó a mínimos históricos, con recortes en inversión pública, especialmente infraestructura y construcción, sector que también sufre por falta de proyectos y baja inversión privada.

El sector energético evidencia crisis con interrupciones eléctricas frecuentes y rezago en producción, lo que impacta adicionalmente a la industria y servicios.

Mercado laboral y empleo formal

La creación de empleo formal es insuficiente: por debajo de 200 mil plazas nuevas en el año, mientras que México requiere generar, en promedio, al menos 1.2 millones anuales para absorber a los jóvenes que se incorporan al mercado laboral y reducir el rezago.

La baja expansión de empleo formal se asocia tanto al débil crecimiento económico como a la menor inversión pública y privada, junto con la incertidumbre regulatoria y fiscal.

Finanzas públicas y programas sociales

Los fondos usados para financiar programas sociales (“dádivas asistenciales”) provienen en buena medida de recursos ya liquidados (como fideicomisos extintos) y de nuevas emisiones de deuda pública, lo cual no es sostenible en el mediano plazo.

La fiscalización tributaria opera al límite para sostener ingresos, pero la base tributaria sigue siendo insuficiente ante la gran magnitud del gasto social.

Las transferencias federales a entidades y municipios han caído, aumentando tensiones en finanzas estatales y dificultando la provisión de servicios públicos básicos.

Informalidad como “válvula de escape”

Ante la precarización del empleo formal y el bajo dinamismo económico, la economía informal se convierte en el principal amortiguador social, proporcionando fuentes de ingreso alternativa a millones de familias.

Esta tendencia agrava la insuficiencia de ingresos fiscales y complica la recuperación sostenida del mercado laboral.

FORTALEZAS:

El gobierno actual también ha presentado fortalezas tanto en el ámbito macroeconómico como microeconómico, destacando resiliencia ante entornos globales adversos y ciertos logros estructurales.

Fortalezas y aciertos macroeconómicos

Estabilidad macroeconómica con un crecimiento anual del PIB del 1.2% en 2025, superando pronósticos negativos y evitando una recesión profunda.

Inflación controlada, con una tasa anual de 3.5% en julio, la más baja desde 2021, gracias a medidas anticíclicas como el PACIC y acuerdos en precios de energéticos.

Desempleo reducido a 2.7%, uno de los niveles más bajos globalmente, basado en los empleos informales.

Récord en inversión extranjera directa (más de 36 mil millones de dólares en el primer semestre de 2025), impulsada por el nearshoring y el T-MEC.

Fortaleza fiscal con ingresos tributarios crecientes: 6.5% anual real, apoyados en la administración aduanera y mejora salarial.

Estabilidad cambiaria, con el peso mexicano bajo los 19 por dólar durante gran parte del año.

Fortalezas y aciertos microeconómicos

Incremento acumulado del salario mínimo en 135% real desde 2018, incluyendo un alza del 12% en 2025, sin generar inflación notable.

Reducción significativa de la desigualdad, situando a México como el segundo país menos desigual de América después de Canadá.

Ampliación de programas de bienestar, con cobertura a 30 millones de personas y una reducción estimada de más de 13 millones de personas en situación de pobreza.

Nuevos motores de inversión productiva y tecnológica, incluyendo la industria farmacéutica y de alta tecnología, gracias a incentivos del nearshoring o relocalización y alianzas público-privadas.

Estos logros reflejan una combinación de políticas de inclusión social, manejo ortodoxo de variables macroeconómicas y acciones específicas para aprovechar coyunturas internacionales como la relocalización de inversiones.

A manera de conclusión

En síntesis, la economía mexicana requiere un cambio estructural: mayor inversión pública y privada, reactivación energética, fortalecimiento de la fiscalización con justicia social y una estrategia que promueva empleo formal y productividad, superando la dependencia cíclica en la economía informal.

Si bien se registran fortalezas y oportunidades, aun se requiere un ajuste estructural de la economía y las finanzas públicas, ante el incremento inusual de la deuda pública actual y la amenaza vigente del gobierno norteamericano de imponer aranceles y atacar las barreras arancelarias, urgiendo modernizar la infraestructura urbana y rural, la red carretera, la producción energética y de gas, así como fortalecer las finanzas de estados y municipios que sufren de insuficiencia presupuestal…