Columna Rosa, sólo para Mujeres.
Por: Lic. Bárbara Lera Castellanos.
Las recientes lluvias torrenciales en Tamaulipas, provocadas por la tormenta tropical Barry, han puesto a prueba la capacidad de respuesta de las autoridades y la resiliencia de la sociedad.
Desafortunadamente los daños se han extendido a familias, escuelas, clínicas, carreteras y caminos, mientras la amenaza de nuevas crecidas de los ríos Guayalejo, Tamesí, Corona y Pánuco sigue latente.
En este contexto, la aplicación del Plan DN-III-E y la valoración del presupuesto FONDEN resultan cruciales para la atención y recuperación de las comunidades afectadas.
Miles de familias han sido evacuadas en colonias como Mano con Mano, Moscú, Morelos y Ampliación Unidad Nacional, donde el nivel del agua superó los 50 centímetros debido al desbordamiento de los ríos Pánuco y Tamesí.
En total, más de dos mil familias han tenido que abandonar sus hogares, enfrentando pérdidas materiales y la incertidumbre de no saber cuándo podrán regresar.
La situación se agrava por la interrupción de servicios básicos y la dificultad para acceder a alimentos y agua potable.
Respecto al sector educativo tambien ha sufrido daños considerables por ejemplo en el sur del estado, al menos tres escuelas de Altamira reportan bardas colapsadas, techos derrumbados y aulas inundadas, lo que ha obligado a suspender clases y adelantar el fin del ciclo escolar en algunas zonas.
Además, se han identificado planteles escolares con afectaciones leves y severas, lo que compromete la continuidad educativa y la seguridad de los estudiantes.
En cuanto a las clínicas y centros de salud, aunque los reportes específicos son limitados, se sabe que la interrupción de caminos y la inundación de instalaciones han dificultado el acceso a servicios médicos, poniendo en riesgo la atención de emergencias y el suministro de medicamentos.
Además cabe mencionar que las lluvias han provocado el cierre de al menos siete carreteras y múltiples caminos rurales, incluyendo tramos críticos como la Mante–Victoria, González–Zaragoza y la carretera Tampico–Mante.
El colapso de asfalto, derrumbes y acumulación de agua han dejado incomunicadas a decenas de comunidades, afectando el transporte de personas, bienes y servicios.
La pérdida económica por la interrupción de la circulación en la carretera Tampico-Victoria se estima en cerca de 10 millones de pesos diarios, que es una cifra que vale la pena considerar.
La amenaza de nuevas crecidas de los ríos Guayalejo, Tamesí, Corona y Pánuco exige una labor preventiva y operativa constante.
Las autoridades han activado planes de evacuación, habilitado albergues temporales y mantenido vigilancia permanente en zonas de riesgo.
Se exhorta a la población a no acercarse a los cuerpos de agua y a seguir las indicaciones de Protección Civil para evitar tragedias mayores.
El Plan DN-III-E ha sido fundamental para la atención de la emergencia, gracias a eso miles de elementos del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional han participado en rescates, evacuaciones, distribución de despensas, agua potable y atención a personas desaparecidas.
Pensando en la población más vulnerable se han instalado refugios temporales y se han entregado miles de despensas y litros de agua a las familias damnificadas, además de mantener la seguridad en zonas afectadas.
El presupuesto federal para programas y acciones de desarrollo social en 2025 asciende a 1,845,817.4 millones de pesos, con un incremento del 5.9% respecto al año anterior.
Sin embargo, especialistas advierten que la magnitud de los daños y la frecuencia creciente de estos fenómenos exigen una inversión estructural mayor, especialmente en infraestructura hidráulica y prevención de riesgos.