Por Luis Enrique Arreola Vidal.
México se desangra entre discursos de justicia social y prácticas propias de una plantación esclavista del siglo XIX.
Bajo el falso ropaje de “cooperación médica”, los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y ahora el de Claudia Sheinbaum han montado —y financiado con dinero público— un esquema internacional que, según el Departamento de Estado de Estados Unidos, no es otra cosa que trabajo forzado y trata de personas.
Y en ese esquema, México no solo participa: es el principal cliente.
Más de 24 millones de dólares han sido pagados por nuestro país al régimen dictatorial de Miguel Díaz-Canel, a cambio de importar más de 5 mil médicos cubanos que trabajan bajo condiciones que organizaciones como Prisoners Defenders y hasta la ONU describen como coercitivas, inhumanas y violatorias del derecho internacional.
¿Y qué dice el IMSS? Que no sabe cuánto ganan, que no tiene relación laboral con ellos, que todo lo ve la Comercializadora de Servicios Cubanos, S.A.
Un esquema tan opaco que ni en el narco se lava el dinero con tanta elegancia.
El negocio de la esclavitud médica.
Desde 2022, por órdenes directas del presidente López Obrador, el IMSS firmó tres convenios millonarios con la empresa estatal cubana. Los montos:
• 1.37 millones de euros mensuales durante 11 meses (julio de 2022),
• 1.63 millones de euros mensuales por tres meses (mayo de 2023),
• Otros 1.63 millones al mes hasta diciembre de ese año.
¿Y qué recibimos a cambio? Médicos fantasmas en términos legales: sin contrato, sin derechos, sin libertad.
¿Dónde están las auditorías?
¿Quién firmó esos cheques?
¿Y por qué nadie en el gobierno se ha atrevido a levantar la voz?
Peor aún, en julio de 2024, Zoé Robledo, actual director del IMSS, no solo confirmó la continuidad del programa, sino que presumió con orgullo: 950 médicos cubanos ya trabajan en 23 estados y 2,700 más estaban por llegar gracias a un “acuerdo sin precedentes” con el gobierno cubano.
¿Sin precedentes?
Sí. Porque nunca antes México había financiado con tanto descaro una forma tan documentada de esclavitud moderna.
Explotación documentada, impunidad institucionalizada.
Según Prisoners Defenders, el régimen cubano retiene hasta el 90% del salario de los médicos. Estos profesionales no pueden moverse libremente, sus pasaportes son retenidos, sus comunicaciones vigiladas, y si desertan son castigados con hasta ocho años de prohibición de entrada a Cuba.
Un informe de Naciones Unidas en 2020 confirmó que los médicos trabajan sin consentimiento libre e informado, bajo coerción.
Y testimonios directos de médicos afirman que son obligados a salir del país sin saber a dónde van, qué ganarán ni por cuánto tiempo.
Esto no es cooperación internacional.
Es trata de personas institucionalizada y pagada con dinero público mexicano.
¿Y los médicos mexicanos? Al desempleo.
Mientras el gobierno derrocha en médicos extranjeros a los que ni siquiera paga directamente, más de 51 mil médicos mexicanos estaban desempleados en 2023, según la Asociación Mexicana de Facultades de Medicina.
¿Y por qué no contratarlos a ellos?
Porque no sirven para la foto con Díaz-Canel. Porque no forman parte del intercambio político que sostiene a una dictadura. Porque exigirían condiciones laborales dignas.
El gobierno mexicano prefiere pagar el triple del salario promedio nacional a médicos cubanos, a través de un régimen represor, antes que invertir en su propio personal de salud.
Estados Unidos ya actuó. ¿Y México?
Marco Rubio, secretario de Estado en la administración de Donald Trump, ya canceló visas a funcionarios centroamericanos que participaron en este mismo esquema.
¿Y los funcionarios mexicanos?
¿Zoé Robledo? ¿Los firmantes del IMSS? ¿Los responsables del desvío legal de millones a una dictadura?
¿Quién responderá por este crimen de Estado?
¿Será Sheinbaum quien rompa con esta cadena de complicidades? ¿O se limitará a repetir la vergonzosa narrativa de su antecesor, convirtiéndose en socia política de un modelo de explotación?
La oportunidad de romper este ciclo la tiene en sus manos. Pero si calla, el silencio la convierte en cómplice.
Esto no es un problema de salud. Es una vergüenza internacional.
El gobierno que se presume defensor de los pobres, ha financiado —a plena luz del día— un sistema de explotación humana.
Los médicos cubanos trabajan bajo vigilancia, sin derechos, mientras el régimen cubano se enriquece.
Los médicos mexicanos están desempleados o subempleados, abandonados por su propio país.
Los pacientes mexicanos reciben atención de profesionales que no tienen siquiera voz legal dentro del sistema.
Y el IMSS, la 4T y ahora Sheinbaum, callan, firman y pagan.
México no solo ha perdido la brújula moral.
Ha vendido su dignidad por convenios diplomáticos con una dictadura.
Este escándalo no es un simple error de política pública.
Es un crimen contra la libertad, la dignidad y los derechos humanos.
Y mientras el régimen cubano cuenta dólares, México cuenta cadáveres de principios éticos enterrados en papel membretado del IMSS.