CONFIDENCIAL

Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.

La Torre Bicentenario, el emblemático edificio gubernamental construido durante el sexenio del priista, Eugenio Hernández Flores, sigue convertida en una trampa mortal,  por su deterioro a causa de la falta de mantenimiento, pero sobre todo porque está sobradamente rebasada en su capacidad.

Desde este espacio hemos sido insistentes denunciantes del peligro que representa el inmueble ubicado en el Parque Bicentenario, y la respuesta de las autoridades de Protección Civil a cada alerta ha sido casi inmediata, pero la “manita de gato” que se le ha aplicado al edificio es insuficiente para despejar los graves riegos que sus condiciones representan para miles de burócratas y visitantes.

De entrada le cuento que, de acuerdo a cifras de los mismos responsables de Protección Civil, la “Torre Bicentenario” fue diseñada para albergar a 1,300 personas, pero tan solo de trabajadores del Gobierno del Estado actualmente tiene 2,600.

A ese mundo de gente hay que sumarle los ciudadanos que a diario ocurren a realizar trámites a las diversas secretarías que ahí operan, lo cual significa que el inmueble esta siendo sometido a resistir un peso de más del doble para el que fue construido.

El peligro de una tragedia se potencia por la carencia de una escalera de salida.

¿Qué alternativa de escape tendrían los trabajadores y usuarios si de pronto se incendiara, por ejemplo, alguno de los pisos intermedios? La verdad, ninguna.

Habrá quienes digan que se trata de un hecho hipotético, y si, pero bajo las condiciones de saturación del edificio, y con instalaciones eléctricas e hidráulicas deficientes, no es algo imposible de que ocurra.

Llama la atención que, a pesar de la amenaza latente de una tragedia, la Bicentenario carezca de una vía de desalojo externo, como la que se le habilitó en su momento a la “Torre Vieja”.

Por cierto, “La Torre Vieja” fue dotada de una escalera de emergencia luego de las recurrentes denuncias sobre los peligros como los que hoy se denuncian.

Los mismos burócratas se han encargado de denunciar las condiciones de riesgo. En redes sociales ha sido recurrente la difusión de videos de personas atrapadas en alguno de los seis elevadores que tiene la Torre.

Las fallas de los elevadores son tan frecuentes que es raro el día en que funcionan los seis. Casi siempre hay dos o hasta tres averiados.

El tema viene a la mesa porque este 19 de septiembre habrá simulacros de desalojo en todo el país, y en Ciudad Victoria uno de los inmuebles que será parte de ese ejercicio es precisamente La Torre Bicentenario.

Es aplaudible el esfuerzo gubernamental en materia de previsión de accidentes y desastres a través de la realización de simulacros, pero en casos como el edificio gubernamental en cuestión la previsión exige también corrección de deficiencias.

Ojalá que en el presupuesto de egresos del 2025, la administración estatal destine una partida para ese propósito. Es algo urgente, antes de que estemos hablando de una tragedia.

EL RESTO.

A propósito, si se trata de buscar culpables del deterioro que hoy registra la Torre Bicentenario, no es necesario ir muy lejos para encontrarlos.

Fueron las administraciones del priista, Egidio Torre Cantú, y del panista, Francisco García Cabeza de Vaca, quienes descuidaron el mantenimiento al inmueble.

Por egoísmo, valemadrismo, o como usted le quiera llamar, regatearon los recursos presupuestales para ello, y las consecuencias hoy están a la vista.

ASI ANDAN LAS COSAS.

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