La Comuna

José Ángel Solorio Martínez

La reciente gira de la candidata presidencial de MORENA-PT-PV, Claudia Sheinbaum Pardo, obliga a hacer un replanteamiento de las coaliciones y alianzas que ha venido articulando su partido para ganar elecciones en el país y en sus diversas regiones. Parece haberse agotado ese método, para el avance democrático del sistema nacional de partidos y para la misma agrupación guinda.
Tamaulipas es un ejemplo de la descomposición de esa red de convenios entre tres partidos de los cuales sólo uno aporta y los restantes dos, son rémoras y parásitos que lejos de apuntalar proyectos políticos, los envilecen y los debilitan.
Se vio en el mitin de #esClaudia en Altamira.
El PT, es inexistente y salvo algunos cuadros de reciente incorporación, no aparece en el espectro político del estado. La candidatura de la comunicadora Cendy Robles, es una caricatura de propuesta –con todo respeto por el género–; lejos de aportar a la IV T, con su retórica desorientada, a diario se pega tiros en su pie: su discurso se apega más a los argumentos de los detractores del lopezobradorismo y no a los del Segundo Piso de la IV T.
El ir solo el PT, en el asunto de las senadurías de la república, podría hacer descender los porcentajes de aceptación de MORENA en la entidad: muy probablemente, muchos ciudadanos cruzarán dos emblemas en la boleta para elegir senador, anulando para el morenismo votos que se requieren para obtener una mayoría calificada en esa cámara alta.
Como se ven las cosas en Tamaulipas, el PT ni es partido ni trabaja.
Décadas, ha sido una organización de cuadros de escasa potencia política. Esa burocracia, ha vivido lucrando con las siglas en regidurías, diputaciones y otros cargos en la estructura de autoridad, sobre todo en los Ayuntamientos.
Su más grande acierto, ha sido ponerse a la sombra de Andrés Manuel López Obrador, y luego cobrar por sus servicios. El único cuadro para presumir del negocio del regio Beto Anaya, es el diputado federal, Gerardo Fernández Noroña; y según se visualiza, ni eso: él, se dice de MORENA; es del PT, debido a una estratagema para potenciar la mayoría en el Poder legislativo.
El PV, está en peor circunstancia que los anayistas.
Ponderar la presencia de los verdes y los rojos en la región, es hasta ocioso: ni uno ni otro, se movilizan si no es en tiempos electorales. Sólo salen a la luz y a las calles, en el momento que las autoridades anuncian el año electoral. Se hacen presentes, con una gran alegría y júbilo, anunciando candidatos y jactándose de alianzas que utilizan como métodos y formas patrimonialistas.
Acaso los verdes, le ganen al estanquillesco partido de Anaya, por una razón: el engendro del Niño verde, con la reciente adquisición de Geño para hacerlo candidato a senador superó las dosis de ignominia.
Muchos candidatos de MORENA, le han sumado descrédito a Sheinbaum; pero el ex gobernador, Hernández Flores, se sobregiró en ese tema: en buena parte de la campaña para la presidencia de la ex jefa de la CDMX, ha salido a relucir sus antecedentes criminales.
La candidata presidencial panista Xóchitl Gálvez, le restregó en la cara una imagen del victorense recriminándole las alianzas con ese tipo de sujetos, en pleno debate.
En su paso por Altamira, la candidata presidencial morenista, fue cuestionada por un comunicador, que de nueva cuenta le espetó parte de la carrera delictiva de Geño.
Sheinbaum, salió al paso con aplomo.
¿Pero qué necesidad?
¿Es saludable que ese tipo de candidatos y partidos, consuman buena parte de su discurso?
Apremia un Congreso nacional de MORENA en donde a profundidad se discutan y democráticamente, se aprueben un nuevo estatuto, un más potente programa de acción; y sobre todo: definan la metodología para la construcción de coaliciones y alianzas de nuevo cuño.