DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.


Ya llevamos buen número de días de campaña político electoral, al menos de los candidatos
presidenciales como de senadores y diputados federales, y ya empezaron ayer lunes las
campañas locales, así que, en cada municipio, vamos a ver, ahora sí, la intensidad de las
campañas porque son estas las que hacen mella el común de los ciudadanos. La proximidad
de quienes nos gobiernan ayudan mucho para definir nuestro voto. Por qué es el candidato,
cuando menos el que quiere ser Presidente Municipal, que podemos verlo… A los otros, a
los diputados y senadores, piden el voto y luego ya casi no los vemos.
El voto es un derecho y, además, es una responsabilidad ciudadana para elegir a quienes
nos gobiernan; como bien dicen, si no votas, luego no te quejes. La cuestión es que, por
eso, debemos de votar, para luego reclamarles el cumplan con sus promesas de campaña.
Sin embargo, hay un pequeño detalle: los ciudadanos estamos atrapados por la mediocridad
de los candidatos; en una democracia, se entiende, podemos votar y elegir al mejor. ¿Y
cuando todos son iguales? ¿Qué hacemos? No votar no es opción.
RECHAZO TOTAL.
No sé si sean los años y la inactividad lectora, pero no muy recuerdo un texto de José
Saramago: su Ensayo sobre la lucidez. Lo recuerdo cada vez que hay elecciones: imagino
que puede suceder lo mismo en México. Sobre todo, en la época del gobierno priista; al ver
como los candidatos eran siempre los mismos y crecía, crecía, el abstencionismo electoral.
Increíble, pero hubo candidatos que triunfaron con una participación menor al 50%. En
pocas palabras, dividido entre tres candidatos, resultaba que ganaba el que tenía más votos,
que de 100 solo votaban 48 y por el candidato triunfador votaron 30.
¿Qué fue lo que sucedió en la Lucidez de Saramago? Que un día los ciudadanos de un
pueblo decidieron, todos, salir a votar. Había los candidatos que, como siempre, eran
impuestos, amigos o familiares de quien detentaba el poder. Así que el día de la elección
salieron a votar, solamente que lo hicieron coincidentemente igual: “un voto en blanco
porque los ciudadanos del país sin nombre donde sucede la acción o confiaban en los
candidatos de los partidos de izquierda, derechas o del partido del medio, como
irónicamente denomina a quienes a sí mismos se reivindican equidistantes o simplemente
tibios”.
ESPECTACULO DENIGRANTE.
El filósofo Platón recomendaba que siempre deben de gobernar los mejores. Unos, de
pronto preguntan: ¿mejores para qué? Porque, al menos, está visto que en México y en
otros lugares, son los mejores para robar. Basta con echar una mirada a lo que sucede en
varios países latinoamericanos: que sus presidentes han sido enjuiciados por corrupción, al
grado que, incluso, hay un expresidente que este detenido en Estados Unidos, acusado de
narcotraficante. Y en México, no hay ningún Presidente enjuiciado, pero eso si, muchos
exgobernadores.

Acabamos de ser testigos, los ciudadanos tamaulipecos, del proceso de selección de
candidatos a las Presidencias Municipales, como a las diputaciones federales y locales,
además de senadores. Y en dicho proceso nos vamos de bruces: el pleito por las
candidaturas fue algo inédito: salieron muchos trapos sucios, negociaciones e imposiciones,
que dan cuenta de que, en varios casos, no pueden repetir la expresión del poeta: de que
cruzaron el pantano y no se mancharon.
ES LO QUE HAY.
No se puede negar, ni ocultar, que varios de los candidatos que recorren la entidad pidiendo
el voto ciudadano, han tenido o aún tienen problemas legales. Por eso, en las redes sociales,
se dan amplio vuelo a notas, hechos y acciones, de unos y otros, que así dan cuenta
pormenorizada de la guerra sucia, entre unos y otros. Hechos, unos del pasado, ya juzgados;
otros, aún vigentes, pero que son nulificados por recovecos de las mismas leyes.
La selección de los candidatos para la elección del 2 de junio se convirtió en una arena de
negociación política y en algunos hasta económica. Cada partido político hizo su proceso
de selección a su manera; fue más evidente en el partido en el poder: las ambiciones de
unos, el poder de otros, resulto en un espectáculo que no es digno de una democracia que
tiene principios como la legalidad, la transparencia, la equidad… méritos y capacidad son
los que menos cuentan.
PRINCIPIOS Y OBLIGACION.
Por eso los ciudadanos estamos atrapados: tenemos que votar por los candidatos que nos
ofertan los partidos políticos. Es lo que hay, y es partir de ahí que caemos en una trampa
pragmática: votar por la persona y decir que el voto será razonado. Hastiados del PRI o del
PAN, pero molestos con algunas de las políticas o acciones de la 4T, no queda más que
emitir un voto que pueda, al final, servir de contrapesos. No vale, no votar, ni anular el
voto.