ORBE

Ma. Teresa Medina Marroquín.-
¿SERÁ QUE POR CULPA DEL PAN, EL PRI QUEDE A DEBERLES A
SUS CANDIDATOS?
La mayor parte de las noticias que se ven en el horizonte, al iniciar 2024,
son aquellas que sólo tienen que ver con política.
Medios de comunicación y redes sociales están impregnados de la lucha
por el poder político, donde los altos niveles de competencia o, en su
defecto, los odios reflejados y fermentados, anuncian desenlaces
sorprendentes, y quizá escalofriantes, en todos los niveles del proceso
electoral.
Y es que, partiendo del sexto año y fin del período de gobierno de Andrés
Manuel López Obrador, la elección presidencial, señalan algunos, se
complicará cada vez más para la abanderada de Morena, Claudia
Sheinbaum, como para la candidata de la oposición, Xóchitl Gálvez (que
alguien nos explique).
Otros, con opiniones moderadas o con datos más sólidos, no quitan el dedo
del renglón, aduciendo que el fin del sexenio beneficiará (obviamente) a la
ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Un escenario en el que nada tendría que hacer la senadora del PAN y ex
vendedora impresionante de gelatinas, a pesar de que se diga que desde
Estados Unidos se manejan consignas como las que históricamente son de
sobra conocidas.
Y que aterrizadas en la realidad son capaces de desestabilizar o descarrilar
al más popular candidato o candidata. Y claro: inclusive a todo un gobierno
federal.
Un poder que, repito, la historia ha manifestado, empezando a partir de que
México perdiera más de la mitad de su territorio el 2 de febrero de 1848, por
lo que se afirma que aún en medio de la democracia que se vive en el país
no existe tampoco un replanteamiento en los desequilibrios de fuerzas entre
ambas naciones.
LA SITUACIÓN DEPLORABLE DEL PAN

Con todo, se insiste que para AMLO y Morena la elección presidencial no
será causa de ningún problema grave, y que el grueso de las eventuales
derrotas se dará en las nueve gubernaturas en juego, así como en la
obtención de las mayorías parlamentarias en las cámaras de Diputados y
Senadores.
Lo que, de ser así, igual esto será el eje que articulará el desarrollo y
resultados en las alcaldías y congresos locales.
Pero bueno, eso es lo que se dice y astutamente se trasciende por parte de
la oposición; sólo falta ver el nivel de debates, las ideas, los programas y los
discursos, y quienes realmente comenzarán a dominar la escena.
Una circunstancia que, al menos en Tamaulipas, es decir, que se enturbien
las cosas para Morena, sería muy difícil que suceda por las deplorables
condiciones en que se encuentra la credibilidad del PAN.
Situación que hasta donde se sabe, el PRI, coaligado con el panismo, no ha
acusado de recibo, quizá por estrategia y colmillo, aunque por tales motivos
de pronto el tricolor salga perdiendo y quede a deberle a sus propios
candidatos.
HAN SEPULTADO LAS ESPERANZAS DE LA GENTE
Y si todo en el horizonte está relacionado directamente a noticias de
naturaleza electoral, lo más grave de toda esta parafernalia de poderes
legales y fácticos es la desconfianza creciente y casi irreversible sobre la
clase política.
Esto es, pareciera ser que los votantes se han convertido no de la noche a
la mañana, sino de hace buen tiempo, en una especie de “ateos” de la
religión política.
La falla radica en las crisis sucesivas e interminables que sexenio tras
sexenio suelen sepultar (en medio de toneladas de escombros de
corrupción) a las esperanzas de la población.
A eso agréguese el cinismo de una clase política que ha desfigurado
mañosamente las razones del pueblo, incapaces infinidad de candidatos de
equilibrar (y hay que decirlo con franqueza) los actos de corrupción con una
proporción de solidaridad y justicia. Literalmente es lo que está ocurriendo.
¡Feliz y Próspero Año 2024!
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