Adán Echeverría

“las mujeres votaban

lo que decía su marido”

Betty Friedan

El objetivo cinco del Desarrollo Sostenible para la Organización de las Naciones Unidas es: “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”; y habría que preguntar a las mujeres de este país si ¿consideran que se está cumpliendo dicho objetivo?

Tal vez piensen que hay avances, algunos logros, pero en el tema de la adquisición de derechos, en el respeto a sus libertades es muy claro que aún falta mucho por avanzar. Simplemente habría que ver los pleitos que hoy mismo se siguen suscitando en el tema de paridad de género para los puestos de elección que se realizarán en el 2024: 9 gobernaturas, la presidencia de la nación, y muchos más. Los partidos políticos están dándose empujones a diversos niveles. Aunque un avance puede ser que para la lucha por la silla presidencial hay dos nombres de mujeres que cada día suenan más: Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum.

Sin embargo, recordemos aquella oración, producto del berrinche, que lanzara Marcelo Ebrard: “No nos vamos a someter a esa señora” ¿Cómo explicarla? ¿Es una frase machista? Hay que recordar que Marcelo tiene a Malú Mícher como su principal colaboradora, una senadora que siempre ha ondeado la bandera feminista; y antes de lanzar esta frase, la misma Mícher acusaba malos tratos de parte de la dirigencia del partido Morena. ¿Es machista la frase de Ebrard o apela a defender a una mujer, su compañera?

Nuestro lenguaje todavía es machista, mucho de nuestro pensamiento sigue siendo machista. Incluso en el discurso y actitudes de diversas mujeres, el lenguaje machista aún permea.

Marcelo pudo decir: No nos vamos a someter a esa científica. Pudo expresar: No nos vamos a someter a la compañera Sheinbaum. Pero decidió decir: “esa señora”, despojándola de muchísimas cosas que Claudia Sheinbaum es, además de ser “señora”.

Definamos “señora”: la Real Academia Española señala: 1. Persona que gobierna en un ámbito determinado. 2. Persona a la que sirve un criado. 3. Persona respetable y de cierta categoría social. 4. Persona que muestra dignidad en su comportamiento o aspecto. 5. Persona de cierta edad; y algunas más como: “término de cortesía para dirigirse a una mujer cuyo nombre se desconoce”.

Pero Marcelo sí conocía su nombre. Por ello, la actitud de Ebrard es evidentemente machista. Puede trabajar con mujeres como Malú Mícher, siempre y cuando “no esté sometido a ella”. Es decir: siendo su jefe, su patrón, su esposo: el macho, para ser más preciso. Marcelo el macho se da el lujo de trabajar con mujeres, de permitirles trabajar para él. Ahí es donde estamos: caminando en la hipocresía de la igualdad de género: él no se someterá a una mujer, pero siempre espera que las mujeres se le sometan a él.

Semanas después el berrinche continúa. “¡En este momento renuncio a Morena!” dijo días después Malú Mícher aporreando los papeles que cargaba y mirando a las cámaras. Porque los berrinches no tienen género.

¡Cuánto necesitan aprender aún los políticos y las políticas mexicanas!