DESDE ESTA ESQUINA.
MELITON GUEVARA CASTILLO.

El 2 de noviembre se conmemora o celebra el Día de los Muertos. Es la ocasión propicia
para recordar a quienes, familiares y amigos, se nos adelantaron en el viaje el Eterno
Oriente; en mi caso, mi señor padre y mi hermano menor, este víctima del covid-19. La
cuestión es que, este día, es emblemático de la vida… a nuestros familiares, en esencia, los
recordamos de siempre: los recuerdan el valor de la vida y por lo cual, día tras día, debemos
de cuidarla.
El día sirve para a lo largo y ancho del país los panteones se llenen de gente, de familiares,
que acuden al lugar físico donde está depositado el cuerpo del ser amado o querido. No en
todos los lugares la celebración es igual; me toco, hace tiempo, acudir al panteón de Tula:
me sorprendí al ver cómo, en una u otra tumba, había músicos, asadores, casi una fiesta.
Creo que así es como debemos recordar a quienes se nos adelantaron en esta vida.
MUERTOS EN VIDA.
En más de una ocasión, en reuniones familiares o amigos, he escuchado la expresión:
“muerto en vida”, la expresan para referirse a alguien, familiar, amigo o conocido. Y
siempre la explicación es la misma: muere en vida quien se olvida de lo que sucede a su
lado, de sus necesidades vitales y de la importancia de ir, siempre, caminando al lado de
alguien, con quien se comparten momentos de la vida. Hace poco, por ejemplo, escuche a
un amigo: “Ya no me complace hacer ejercicio” y las consecuencias se notan, se observan,
en su cara, en su cuerpo, incluso en su ánimo.
“Como que no quiere vivir más”, me dijo en otro momento un amigo, cuya hermana fue mi
compañera de la secundaria. Lo entreviste para invitarla a una reunión anual y me explico:
desde que se jubiló, se la pasa encerrada, muchas veces ni contesta el teléfono, no sale para
nada, no se reúne con sus amigas ni compañeras. No habla con nadie, bueno si, algunas
veces con su hijo”. Al igual que ella, otras personas se comportan igual… quizá por eso,
hay quienes, en serio, no se quieren jubilar: “encerrado me voy a morir”, justifico un
amigo.
POLITICOS MUERTOS.
Hay otras personas que, de pronto, parecen que mueren. Hace tiempo una amiga ocupo un
cargo relevante en gobierno: al relevo, pensó que, por su excelente trabajo, le volverían a
dar el mismo cargo u otro: nada, no recibió nada, se quedó sin trabajo, tuvo que entregar la
suburban oficial, dejo de percibir su jugosa compensación. Durante varias semanas se veía
distraída, como que no estaba aquí… hasta que asimilo que ya no tenía nada. Cuando esto
sucede, por decir, con los políticos, hagan de cuenta que mueren.
Baltazar Hinojosa Ochoa fue candidato a la gubernatura y ya nada se sabe de él. Murió
políticamente. Quizá por eso, hoy que se avecinan elecciones el próximo año, observamos
cómo algunos se resisten a morir. Carlos Canturosas, de Nuevo Laredo, en el sexenio

pasado fue un perseguido político; y en este, todos sus intentos por resucitar, han sido en
vano. Se le candidateo para el gabinete de AVA, para un puesto de elección popular, se dijo
que sería el delegado del INFONAVIT y nada, ahora se apunta para una senaduría en el
2024.
Morir políticamente es resultado de cómo llegaron al poder: si el padrino se olvida, muerto
es. En otros casos, si el escenario cambia, puede suceder lo mismo, a menos que seas un
experto en el arte de la praxis política. Es el caso de Maki Ortiz: se resiste a morir. Como
panista fue senadora y Presidenta Municipal de Reynosa; heredo el cargo a su hijo. Ha
luchado para no morir, patalea, ahora dirige un grupo de mujeres y se apunta para la
elección del 24: quiere ser senadora.
Hay infinidad de personajes que se resisten a morir. Hagan de cuenta, no saben vivir fuera
del presupuesto. Del otrora PRI, muchos dieron el brinco a MORENA, y ahí están, una y
otra vez, se apuntan, se vuelven a apuntar, como es el caso de Felipe Garza Narváez: se
apuntó en todas las candidaturas posibles vía MORENA, en ninguna quedo, no lo conocen,
fue Delegado de Gobernación, lo quitaron y ahora de nuevo ocupa el cargo. Y cuando le
preguntan, sobre una candidatura, como dinosaurio priista en extinción responde: ni me
apunto ni me descarto.
VIVEN Y MUEREN.
La política es una forma de satisfacer ambiciones personales. Unas son de riqueza,
entiéndase mal obtenida; en otras, de poder, de poder hacer y mandar, de que otros le
obedezcan. Y por esta situación, cada tres años, cuando hay elecciones locales, es común
observar a más de 4 que buscar ser el Presidente Municipal: pasado el evento, si no se ganó,
se pierden, se olvidan de su aventura política. No todos son como AMLO, que una y otra
vez fue candidato presidencial, hasta que gano. Igual, aquí en Victoria, tenemos el ejemplo
de Eduardo Gattas: perdió una elección y se puso a trabajar, no quiso morir, y no murió, va
a seguir viviendo, puesto que se anuncia su reelección. Parafraseando a Pepe Walle, que
decía que en Jaumave solo los nogales le hacían sombra; en Victoria, nada le hace sombra a
Gattas.