La Comuna

José Ángel Solorio Martínez

Son muchos los problemas socioeconómicos latentes que enfrenta la IV T, tamaulipeca. Primero, fueron los profesores y la Sección XXX; siguieron los trabajadores de la salud; continuaron los burócratas que desdeñaron al candidato oficial y votaron por el continuismo que encarnó Blanca Valles y ahora los policías estatales.
De ese último conflicto, lo que se puede afirmar es la inconformidad latente en uno de los aparatos policiacos más potentes en el estado.
Y eso, en el ambiente de inseguridad galopante que vivimos los tamaulipecos, es más que funesto.
Casi toda esa problemática, se incubó desde hace varios sexenios.
Se infiere: el saqueo en la SET, los estropicios financieros con los fondos del SUTSPET, el notable desfalco en la Secretaria de Salud, y el pillaje en la Secretaría de Seguridad Pública, viene de lejos.
Los administradores del pasado, expoliaron los fondos que debieron ser para los trabajadores y para sus tareas.
¿Y los culpables de tanto bandidaje?
Los Atanasios, como cancerberos de la gobernabilidad jurídica, se la han pasado lanzando acusaciones contra aquellos emisarios del pasado que infringieron la ley y engulleron el presupuesto. Un día sí y otro también, Atanasia, anuncia que existen centenares de carpetas de investigación contra otros tantos presuntos pillos.
Y nada.
No ha pasado nada.
La venganza de la IV T contra los bandoleros del pasado, ha sido fundamentalmente mediática. Que se sepa: hoy, ya ni las moscas mueren a periodicazos. Tacha, intenta con la sanción moral castigar a los ladrones de administraciones pasadas en tanto ellos, viven en Mc Allen, Texas o en San Pedro Garza García.
La rebelión de los profesores, fue generada por los desequilibrios en los pagos.
La inconformidad de los trabajadores de la salud, se generó por la falta de salarios.
La irritación de los policías, deriva de la ausencia y en algunos casos del achicamiento, de sus pagos.
No hay que descartar, los reclamos de los burócratas que en este año han visto empequeñecer sus conquistas económicas.
Sin quitarle ni ponerle: la IV T está sentado en una explosiva poltrona.
Ya el Congreso desplazó al Fiscal anticorrupción.
Excelente maniobra.
Sólo que es prematuro aventurar lo que ocurrirá con ese instrumento justiciero: el amparo que tiene en su bolsa el funcionario removido puede regresarlo, a su cargo.
De otra forma: mejor ni moverle.
Más claro: sería del todo dramático que el encargado del despacho, operara acciones para luego dar marcha atrás por dictamen del Poder Judicial de la Federación.
En conclusión: la Fiscalía anticorrupción, podría llevarse meses para trabajar en la normalidad jurídica.
O sea: será de largo aliento, la pacificación e institucionalización, de ese tan importante órgano autónomo.
Las gigantescas cantidades de recursos que se requieren para apagar el fuego magisterial, no es menor. Se habla de miles de millones de pesos. En el caso del Sector salud, se habla de centenares de millones; en el asunto de la burocracia igualmente; y en los adeudos a los Policías Estatales, se especula que también podrían ser de muchos millones.
Ya es tiempo, de que a IV T, entre en un proceso de austeridad republicana. Sobre todo, en los más altos cuadros de gobierno. Y, sobre todo: lanzar una estrategia para erradicar -o al menos disminuir- la corrupción.
Nada nuevo: es lo que hace AMLO.
Son muchas brasas en el fogón.
Esas pequeñas ingobernabilidades, alimentan un escenario aterrador en el futuro mediato en Tamaulipas.