Desde el origen de la creación ha existido la lucha del bien contra el mal, la bondad sucumbe ante la ambición, corrupción y la traición, recordemos que en esa tesitura DIOS fue traicionado por uno de sus mejores amigos por dinero. 


Definitivamente todos los seres humanos tenemos una parte de bondad y una de maldad, pero por defender el bien se debe siempre luchar porque cuando se hacen cosas malas tenga por seguro que tarde o temprano pagará los agravios, alguien se encargará de cobrar las facturas pendientes. 


Las traiciones siempre tienen su precio, por lo general es mucho más alto de lo imaginado, razón por la que siempre se deben las amistades cuidar, no traicionar por unas cuantas monedas, menos por la promesa de una posición política. 

Cierto, pedir que todos los políticos actúen de manera correcta la verdad hoy día eso es mucho pedir, sería un verdadero milagro que sucediera, pues los enemigos están agazapados esperando el momento de gestar la traición, de cara al próximo proceso electoral las traiciones estarán a la orden del día, lo peor es que los traidores se dicen fieles amigos, pronto sus reales intenciones se verán.
Inicio la Semana Mayor, Semana Santa y aunque son tiempos de reflexión, de fortalecer el espíritu, alimentar el alma recordando la pasión y muerte de JESUS, hay encumbrados que andan peor que JUDAS. 

Hasta en Semana Santa la ambición corrompe almas, el deseo de poder nubla las razones, el sonido y brillo del dinero ciega y ensordece las conciencias, se siente en el aire traición. 


Esos encumbrados deben de recordemos que la adrenalina pasa, los sexenios o trienios terminan, los efectos del poder bajan, la realidad tarde o temprano llega, las afrentas se pagan, las traiciones tienen su precio.  


Lamentable es que quizá los JUDAS de estos tiempos ni siquiera en Semana Santa reflexionarán, andan tan enloquecidos que piensan nunca se les descubrirán sus traiciones. 

A JUDAS ni el arrepentimiento por traicionar a JESUS le dio paz y con dolor pago sus culpas, los mortales, sobre todo los políticos deben de entender que las traicione tienen un precio y tarde o temprano se pagan, por lo tanto, es mejor hacer las cosas bien.