Cd. Victoria, Tam.- El golpe de mano operado en la Cámara Alta para arrebatar el liderazgo de la fracción priísta a MIGUEL ANGEL OSORIO CHONG afianza a su rival, el dirigente tricolor ALITO MORENO CÁRDENAS, pero entraña una división grave por la vía de la exclusión. Una más..

Entre tantas interrogantes cabe preguntar (1) qué quiere en realidad ALITO y si (2) aún subsiste la meta común de presentar un proyecto competitivo y ganador frente a MORENA en 2024, o bien si (3) el polémico exgobernador campechano busca únicamente asegurar su sobrevivencia con algún cargo legislativo y blindarse contra las investigaciones por corrupción que hoy se ciernen sobre su cráneo.

Siendo su interés personal la prioridad de prioridades, la suerte del partido pasa a segundo término y, de hecho, al campechano parece no importarle, hoy que el PRI se ha ido quedando sin gobernadores, es minoría en ambas cámaras y luce cuotas raquíticas en los congresos locales.

Aunque, fincado el análisis en el peor de los pragmatismos, justo sea decir que un partido chico se controla mejor. La exclusión señalada arriba facilita el reparto de cargos y prebendas. Los concentra mejor.

Tal ha sido el destino de los minipartidos en este país que se niegan deliberadamente a crecer para no compartir ganancias. En forma por demás convenenciera, optan por acaparar parcelas limitadas de poder donde sus líderes reinan de manera absoluta.

Puntual lo dijo esta semana el analista televisivo JAVIER TELLO DÍAZ en referencia a MORENO CÁRDENAS: “Pareciera de repente que quiere tener más poder de cada vez menos, hasta tener casi todo el poder de casi nada”.

Lo cual describe el afán de monopolizar el membrete, como DANTE DELGADO en el MC, ALBERTO ANAYA en el PT, CHUCHO ZAMBRANO en el PRD, EMILIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ en el PVEM y (hasta hace algún tiempo) ELBA ESTHER GORDILLO en el desaparecido PANAL.

Dirigentes prósperos y todopoderosos montados sobre instituciones anémicas que se las ingenian para sobrevivir con la cuota de financiamiento oficial, más los negocios al amparo del poder. Estipendios, contratos, permisos, concesiones.

ADUANA PRÓXIMA

Desde luego, falta la elección de junio próximo donde habrá de mostrarse la estatura real que tendrá el PRI ante los comicios del 2024. Sin descartar sorpresas, analistas y casas encuestadoras vaticinan el triunfo de MORENA en el Estado de México y la supervivencia tricolor en Coahuila.

Haciendo memoria, la vieja aplanadora perdió en 2021 las gubernaturas de Baja California Sur, Campeche, Colima, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas.

Ganó Durango, donde hoy manda ALEJANDRO VILLEGAS VILLARREAL y controla todavía los dos gobiernos salientes de Coahuila con MIGUEL ÁNGEL RIQUELME y EDOMEX, con ALFREDO DEL MAZO.

Su prospectiva se antoja desoladora. Mal rinde cuentas ALITO CÁRDENAS de su gestión al frente del CEN, que formalmente arrancó el 18 de agosto de 2019, cuando reemplazó a la guerrerense CLAUDIA RUIZ MASSIEU.

Por cierto, no se habrá de cumplir del todo el vaticinio apocalíptico que le lanzó MARIO DELGADO CARRILLO en marzo del 2022 cuando anunció que el PRI se quedaría “en ceros” para el 2024.

No ha sido así porque (al menos) tienen gobernador para rato en Durango (2022-2028) a lo que habríamos de añadir probablemente Coahuila. Sin descartar las gubernaturas que estarán en juego el próximo año: Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán.

Falló, pues, el mal augurio de CARRILLO DELGADO, aunque de cualquier manera el desastre impera en el otrora todopoderoso instituto político que sienta sus reales en el número 59 de Insurgentes Norte, Colonia Buenavista de la Alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México.

El colapso no es total, pero andan muy cerca de ello, si tomamos nota de la infausta gestión desempeñada por MORENO, sus magros resultados y el empobrecimiento de un partido que hoy parece batirse en retirada bajo un liderazgo que solo piensa en su bienestar personal.

OTROS CASOS

Cabría recordar al menos dos antecedentes de líderes nacionales que jugaron para sí mismos a costas de sus partidos y fracasaron rotundamente.

ROBERTO MADRAZO en 2006 quien pasó de dirigente a candidato monopolizando la decisión en su favor y sin permitir el concurso de otras corrientes internas. ¿Resultado?, quedó en tercer lugar, por debajo de AMLO y FELIPE CALDERÓN.

Y después el panista RICARDO ANAYA en 2018, quien igualmente se catapultó desde su cargo directivo para adjudicarse sin concurso la candidatura y luego quedar 21 puntos porcentuales abajo del ganador ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.

Hoy ALITO MORENO quiere ser candidato presidencial, lo cual solamente sería realidad si se lanza por el PRI, decisión suicida pues rompería la alianza opositora que se ha venido fraguando con el PAN y el PRD.

Aunque igual podría lograr un escaño senatorial o una curul federal, haciendo a un lado a quien se le oponga o le estorbe. Ya lo hizo con OSORIO CHONG y en paralelo ha estado sembrando los comités estatales con gente de medio pelo.

El decadentismo estilo romano de ALITO empieza por su inmensa fortuna personal, la inocultable afición a la “dolce vida”, su aspecto de divo, carros de lujo, ropa cara.

Amén de su adicción a la cirugía estética, afeites, tintes rubio verdoso, tratamientos de Botox que parecen competir en recurrencia con los de su paisana y enemiga, la actual gobernadora LAYDA SANSORES.

Si la prioridad es la imagen y no la eficacia, la frivolidad por encima de los resultados, pues hombre, están dadas las condiciones para que se cumpla (por lo menos en dicho partido) la advertencia bíblica: “Y vendrán cosas peores” (Ezequiel 8:13).

BUZÓN: [email protected]

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