ORBE

Ma. Teresa Medina Marroquín.-
“Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo primero”.- Gandhi.
Si preguntáramos formalmente “¿qué es el bullying?”, daríamos por hecho,
al menos aquí en Tamaulipas, que todo mundo sabría de qué se trata, sino
su significado al español que es “acoso”, sí como mínimo responderían que
es la, ahora, típica violencia que se da en una gran parte de las escuelas.
Escuelas que en su mayoría son de niveles escolares, desgraciadamente
básico y medio superior; esto es, primarias, secundarias, preparatorias y
cebetis.
Pero, ¿dónde se encuentra el caldo de cultivo para semejante violencia que,
según se dice, sitúa a México en el primer lugar entre los 34 países
miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE)?
La respuesta no es precisamente en las calles ni en las escuelas; es en las
casas, en los hogares, en las familias, en los entornos sociales donde se
reúnen e interactúan habitualmente diversos grupos de personas
emparentadas entre sí y cuyos mensajes y actitudes son aprendidos de
inmediato por niños, adolescentes y jóvenes. Ahí radica una gran parte del
problema.
Coincidimos también con la secretaria de Educación de Tamaulipas, Lucía
Aimé Castillo Pastor, cuando señala que “el reforzamiento desde el hogar
de la cultura de la paz es el principal factor para prevenir que se presenten
casos graves de acoso escolar o bullyng, que puedan desembocar en
situaciones fatales” (El Diario de Victoria, 22 marzo, 2023).
¿DE DÓNDE PROVIENE LA VIOLENCIA?
Dirán que las riñas escolares siempre han existido desde nuestros abuelos
y nuestros padres, lo que es cierto, aunque no en semejante proporción
alarmante. Y es que los “estilos” de los antiguos maestros eran
exageradamente prácticos: recurrían a los “cinturonazos”, a los “reglazos” y
a los “borradorazos” que enviaban como proyectiles (con la destreza de un
pitcher) sin fallar en sus objetivos.

Obviamente ellos también propiciaban un peor grado de violencia, pues ya
no sólo eran los traumas sufridos por culpa de niños agresivos, sino por
maestros que de pronto estaban convertidos en unos temibles “hulks”, sin
que, curiosamente, los padres de familia protestaran.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), “el
acoso escolar en el país afecta al 40 por ciento de la población escolar de
primaria y secundaria en instituciones públicas y privadas, lo que representa
alrededor de 7 millones 500 mil menores de edad que han sufrido
hostigamiento, intimidaciones, discriminación, robo de pertenencias,
rumores infundados, bromas insultantes o golpes en su entorno escolar”.
Los daños de esa violencia verbal y física suelen ser cargados por niñas y
niños quizá para toda la vida, y en el peor de los casos, porque ya ha
sucedido, en el sexenio pasado, se han dado casos donde los extremos de
este bullying han sido fatales.
Se sabe que la Secretaría de Educación de Tamaulipas (SET) ha
implementado estrategias que lleven a evitar esos niveles de agresión, de
los que no en todas las ocasiones son denunciados por los niños.
Por lo pronto, Castillo Pastor ha trascendido que “la escuela puede ayudar
mucho a acercar estas herramientas, que permitan construir la cultura de
paz en la que ha insistido la SET para reducir la posibilidad de que surjan
casos que puedan desembocar en tragedias”.
Eso no quiere decir que el “balón” del bullying no se encuentre ya en la
cancha de los padres de familia, en cuyos núcleos, afirman los
especialistas, “suelen carecer de normas, más el exceso de tolerancia de
los padres de conductas inadecuadas en los niños, provocando el origen del
bullying”.
UAT: CONGRESO SOBRE SEXUALIDAD Y SALUD REPRODUCTIVA
Una noticia destacada es el congreso nacional sobre sexualidad y salud
reproductiva que la UAT lleva a cabo a través de la Unidad Multidisciplinaria
Matamoros (UAMM), con la participación de ponentes de instituciones
nacionales y extranjeras.
Inauguró vía remota el evento el rector Guillermo Mendoza Cavazos,
expresando la importancia de estos trascendentes temas para que los
futuros profesionales enriquezcan sus conocimientos y puedan competir en
el mercado laboral.
¡Feliz fin de semana!

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