Reflector/ Gilda R. Terán

En esta vida hay tiempo para todo, menos para rendirnos, y es que si optamos por no
claudicar, se despiertan nuestras fortalezas, se activan nuestras emociones y la voluntad
se vuelve indestructible.
Verá usted, el ser humano tiene la capacidad para reiniciarse tantas veces como sea
necesario para avanzar y cumplir sueños, y sin importar si el camino tenga obstáculos, ya
sea largo o corto.
Seguramente que tendremos épocas, en que habrá giros inesperados en nuestros
destinos, en los cuales nos sentiremos incapaces para manejar situaciones no previstas.
Y es que en este viaje de la vida habrá días borrascosos, pero también alumbrará el sol, y
bueno en esta cotidianidad del diario vivir, cuando elegimos no rendirnos, brillamos tanto
como el astro rey.
Consideremos, que en esta estancia terrenal, tenemos tiempo y oportunidades para casi
todo, para ser felices e infelices, así como reír y caer atribulados, y es que amamos y
odiamos, admiramos y desconfiamos, en fin toda esta gama de emociones forma parte de
la afectividad humana.
Pero también se vislumbra la capacidad para comprometernos con nosotros mismos y
con nuestro bienestar emocional, es decir darnos la habilidad para desactivar
pensamientos poco útiles como, por ejemplo, la idea de que “ voy fracasar” o “es
imposible”; esto se haría para dar cabida a aquellos que nos permitan focalizarnos hacia
un logro.
Obviamente, se requiere de equilibrar las emociones, y entender que los miedos,
inmovilizan y actúan como retadores a la hora de intentar traspasar un obstáculo, o con
los tropiezos del caminar diario.
Debemos entender que la fuerza de voluntad es un recurso que se debilita, ya que en
ocasiones la motivación y el desánimo, es lo que prevalece, pero no podemos rendirnos,
hay que sobreponernos y enfrentar todos los momentos inicuos.
Tome usted en cuenta que las personas que nunca se rinden, son historias de esperanza
para otros que se encuentra débiles y flaqueando en esta vorágine de la existencia.
Como suele decirse, la peor batalla es aquella que no nos atrevemos a pelear, no
permita que la derrota existencial sea apabullante y le mine el deseo de luchar, recuerde
que la valentía y la esperanza son virtudes que nunca abandonan el corazón humano.
Enfrentemos estos afanes de la vida, positivamente, y es que saber vivir a veces en
circunstancias difíciles, de presión fortalece la esfera emocional para salir adelante, y es
que una existencia sin desafíos produce víctimas entre casi todos los seres vivientes.

¿Usted qué prefiere? porque luego de las grandes pruebas siempre podemos decir que
somos más fuertes que descubrimos tener aptitudes que no sabíamos que podíamos
desarrollar, entonces, todo pasa para algo y siempre sale el sol.
Y se llega a la premisa, de que cuando ya no somos capaces de cambiar una situación,
nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos, sea feliz hágalo en
familia.
Bíblicamente, Dios nos habla para entender que en el paso por esta vida, todo tiene su
tiempo, y nunca nos afanemos por el mañana sino que vivamos cada día con su afán.
Eclesiastés 3.
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora, tiempo de
nacer, y de morir; tiempo de plantar, y de arrancar lo plantado;
Tiempo de llorar, y de reír; tiempo de endechar, y de bailar; tiempo de esparcir piedras, y
de juntarlas; tiempo de abrazar y de abstenerse al abrazo; tiempo de callar, y de hablar;
He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de
ello se disminuirá; y lo hace para que delante de él teman los hombres.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó”.
Nos vemos hasta la próxima, sigamos creciendo en la fe.
[email protected]