La Comuna

Américo Villarreal Guerra y Américo Villarreal Anaya

José Ángel Solorio Martínez

El sexenio, 1987-1993, cubierto por el gobernador, Américo Villarreal Guerra en Tamaulipas, cerró el ciclo de los gobiernos tamaulipecos, cuyo sello político-ideológico, fue el nacionalismo revolucionario. Al ingeniero victorense, le tocó sentir el desplazamiento en la región, de esta corriente nacional, –ejerciendo como un Ejecutivo estatal de transición, tecnócrata– ante la avalancha del neoliberalismo en la comarca.
Así fue.
El sistema político de la región, sufrió un vuelco que arrastraría innumerables cambios en las formas y prácticas de hacer política y de ejercer la administración pública.
En 1990, el estado se cimbraría: llegó a la entidad, Manuel Cavazos Lerma, para personificar con la titularidad del Programa Solidaridad, el principio de la era neoliberal en los parajes tamaulipecos.
Villarreal Guerra perdió ciertos segmentos de gobierno y de partido –el entonces hegemónico PRI– con la presencia de MCL.
Fue sensiblemente cauto, el economista con el ingeniero.
No tenía prisa.
El matamorense, se dedicó a trabajar día y noche para tejer una red de alianzas y pactos con los actores emergentes por él patrocinados, para a su juicio facilitar “la emergencia de una nueva clase política” en la entidad.
No le fue del todo bien, con ese proyecto: dos de sus más cercanos alumnos –Eugenio Hernández Flores y Tomás Yarrington, abortaron como representantes de esa idea renovadora: terminaron en la cárcel y salieron cargados de fortunas – le rompieron ese sueño centenario.
Para lanzar un mensaje que todo iba en serio, llevó a Pedro Silva Rodríguez, ex Director de Gobierno de la administración de AVG a las celdas de Andonegui. Ya el salinismo, había dado una lección a la clase política tamaulipeca con el quinazo en 1989.
A pesar del fraude contra Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, con esa maniobra –dicen los seguidores de CSG–, se legitimó en el país y en Tamaulipas.
¿Quién podría oponerse a Salinas y a su representante MCL en la comarca?
Villarreal Guerra, actuó con obligada institucionalidad.
Cavazos Lerma, sobre los residuos de los viejos gobiernos del PRI nacionalista y tecnócrata, erigió un nuevo entramado para dar paso en este rincón mexicano al programa de Salinas de Gortari; es decir: actuar como punta de lanza de un neoliberalismo cuyo eje central fue el festín para digerir las industrias de la nación.
Entre ellas: PEMEX.
En el sur de Tampico, operaba esa paraestatal con atractivos números rojos y ejemplo para la industria petrolera mexicana.
AVG, no pudo, ni pensó en confrontar lo que se le vino encima.
El gobernador, Américo Villarreal Anaya, está parado en escenarios similares por los cuales transitó Villarreal Guerra. Con una ventaja: AVA, cierra el ciclo del neoliberalismo en las administraciones estatales tamaulipecas, lo que lo convierte en el instrumento operador para enterrar el sistema político neoliberal en lo local.
Es decir, si Villarreal Guerra, resultó víctima en el proceso de neo-liberalización de la política tamaulipeca, Villarreal Anaya, estará en mejor circunstancia: tiene el rol de dar sepultura a un agonizante neoliberalismo que tiene sigue apostando en sus estertores en un representante evidentemente desangrado: Francisco García Cabeza de Vaca.
¿Quién resultará triunfante de este nuevo reacomodo de fuerzas políticas e ideológicas?
Ni duda cabe: el representante tamaulipeco del poder central, saldrá –como en el pasado– victorioso de esa nueva riña sociopolítica en Tamaulipas.
Por el bien de los tamaulipecos, esperemos que la tersura con la cual se definió el diferendo en los años 90, se repita en la trepidante pugna entre lo viejo y lo nuevo que estamos atestiguando.