La Comuna

José Ángel Solorio Martínez

De hecho, se puede decir, que ayer domingo, el gobernador, Américo Villarreal Anaya y el alcalde de Tampico, Chucho Nader, cerraron un pacto. Un acuerdo, por Tamaulipas; un convenio, que se percibe, de ganar, ganar.
Gana el gobernador.
Gana el alcalde porteño.
El motivo de ese encuentro que derivó en una relación que con el tiempo se ha ido consolidando –sumado a los retos que enfrentan uno y otro, que pareciera son comunes: la obstrucción de los dos proyectos por el ex gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca–, toda vez que el destino los puso casi en las mismas coordenadas.
Para ambos, el trato respetuoso y directo, es el mejor camino que pudieron haber tomado.
Nader, del PAN; Américo, de MORENA.
Parece una paradoja; pero no lo es: entre más fuerte esté entre los panistas Chucho, más macizo estará Américo en la entidad.
Y viceversa: mientras más débil se vea Nader, más frágil, gobernará AVA.
De no creerse: el Ejecutivo estatal, y el alcalde, están construyendo una relación simbiótica; es decir: de beneficios recíprocos y necesarios.
Los dos, con una condición para seguir creciendo en sus respectivos espacios: aminorar la influencia en el estado y en el PAN del cabecismo; entre más se erosione la actividad y la presencia del reynosense, la entidad y el blanquiazul, tomarán sus rumbos normales y –AVA y Chucho– podrán activar sin obstáculos sus respectivos planes sociopolíticos.
No se trata de liquidar a Cabeza; se intentaría, restarle el determinante poder que hoy expresa en su partido y en algunas corrientes panistas tamaulipecas y nacionales.
En esa estrategia, los caminos de Américo y Chucho, hacen intersección.
Nader lo ha entendido: entre más cercano esté a Cabeza de Vaca, más lejano estará del gobernador. Y eso, no le conviene ni al edil, ni a la sociedad que representa.
Tampico, era la única ínsula tamaulipeca –de las 9 más importantes por sus demografías, sus geografías y sus economías- que le faltaba tener a la mano a AVA; con este paso, logra un notable avance en la idea de concretar la IV T en la región que gobierna.
Se debe señalar: el edil tampiqueño, es oposición. Es en esas filas, donde tiene depositados sus capitales.
Ni Américo lo coopta; ni Chucho se le suma.
El escenario actual, por el momento los hermana.
Primero, el trabajar para los tamaulipecos; segundo: competir contra un adversario que –con métodos buenos y malos– pretende la construcción de un mini-maximato en la comarca.
La atmósfera actual, contaminada por CdeV, amenaza con dinamitar la carrera de Nader. Con discreción, el tampiqueño, se ha ido deslindando poco a poco del reynosense. Esa táctica, ha sido la llave principal para entrar con prestancia al área de confianza de AVA.
Villarreal Anaya, sabe que una oposición delirante –como la del panismo cabecista en el Congreso local– a nadie sirve: ni al PAN, ni a MORENA ni al gobierno. Por una simple razón: atora acuerdos parlamentarios que el estado requiere, para avanzar en la construcción de nuevas instituciones y nuevos programas sociales.
Tanto a la IV T, como a la sociedad le conviene una oposición sensata, equilibrada, como lo ha sido Nader en los últimos cuatro meses; y como lo fue, durante los finales cuatro años de Cabeza de Vaca. (Chucho, actuó como un actor de contrapeso al cabecismo, toda vez que vivió como alcalde las atrabiliarias e injerencistas visitas, de Ismael García Cabeza de Vaca al puerto).
Parafraseando a Carlos Salinas de Gortari: hoy, vimos a Américo y a Nader, hacer política moderna, mucha política.