Quienes  han  tenido  la  mala suerte  de cruzarse en  su camino aseguran que  es  despiadado, que  lo  mismo  le  da  meter a  la  cama hombres  que  mujeres, para él el sexo es lo de  menos. 

Hay pruebas fehacientes que es capaz de  violar intimidades, someter voluntades, no respeta  género  ni posición social, tampoco le importan ideologías o credos, para  hacer de  las  suyas  no necesita  un  oscuro  rincón, igual ataca a  plena  luz  del  día, lo  peor es  que  ahora no  está  solo, tiene  un  cómplice del que se asegura es aún más despiadado. 

DIANA, una mujer que tuvo la  desgracia de caer en sus garras da cuenta del martirio que  sufrió cuando se apodero de  ella. 

Narra que un día, sin  enamoramiento  previo, él la llevo a  la  cama, ella sentía que  la  temperatura  subía, su presencia le  estremecía, cada  palmo de  su piel el sudor le recorría, asegura,  no  había espacio de su cuerpo que  no  sintiera  la presencia del intruso que en su vida irrumpía. 

Todo era como un amor enfermizo, pero al final amor donde él no puede vivir sin ella, quizá por eso ella quería salir corriendo pero desprenderlo de su cuerpo no podía,  se sentía sin voluntad, le robaba el aliento, le nublaba la razón, la poseía y ella lo permitía sin poder hacer nada permanecía. 

Ella no lo deseaba pero él en la cama la tenía, su cuerpo ardía, su espíritu se quebrantaba y su corazón se aceleraba, sus ojos se nublaban, el dolor le recordaba que ella era la culpable de lo que en ese momento  sucedía. 

Él llegó sigiloso, en silencio, poco a poco se fue apoderando de su cuerpo, ella con la voz entrecortada pedía que se alejara mientras él cada día sometida en la cama la tenía. 

Eso sucede cuando no se toman las medidas necesarias ante un peligro latente, cuando se piensa que nada va a suceder, que nada es capaz de doblegarnos, menos de arrastrarnos a una situación insana y llevarnos a la cama aunque no queramos. 

Es un maldito que es capaz de hacer sentir como el escalofrió recorre todo el ser y te estremece, el que este contigo es motivo suficiente para que la temperatura aumente, la respiración se agite, el corazón se acelere, se nuble  la mirada y casi te haga perder la razón. 

Por esa razón ella lo encontró y al tenerlo sentía que moría, suplicaba que se alejara, rogaba a DIOS que desapareciera, ya no quería sentir su calor, su caricia, su sudor, sentía como el cuerpo sin fuerzas se quedaba cuando la poseía y entre sollozos maldecía el momento en que en su regazo,  por descuido o circunstancias de la vida, caía. 

Pero  como  nadie  puede  vivir  con  una insana  relación, por fin un  día ella lo mató, por  deshacerse de él nadie la sentenció, ella ahora  está libre pero sabe que hay muchas más que sufren lo que ella sufrió,  advierte que se tenga cuidado porque él es un maldito que llega sin ser invitado, sin darte cuenta se instala contigo y si no lo echas de tu vida te puede  mantener en  la  cama por muchos  días. 

Es el amante que nadie quiere tener, que llega cuando menos lo esperas, te manda a la cama y hasta te quiere arrancar la vida, por lo tanto es mejor estar alerta y proteger la familia no permitir que el maldito entre a su hogar porque con la tranquilidad puede acabar. 

El maldito al que nos referimos es el dengue que año con año aparece y se fortalece, el que no respeta edad, sexo, condición social, credo e ideología política, lo peor es que ahora aparte tiene aliados el chikungunya, el zika y el maldito COVID-19 que cuando se conjuntas se tornan más peligrosos.  

Así es  que  la invitación es  para  que  todos tomen  las  medidas pertinentes para que el  mosco transmisor de estas enfermedades no se anide en  sus  hogares, que atienda  la  alerta de salud, si percibe la presencia de esos insectos elimínelos, evite que  le  tenga  en  cama o, cosa  peor, que le arranque  la  vida. 

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