PODER POLÍTICO…

Por: Ciriaco Navarrete Rodríguez.-

A todos los mexicanos no nos debe quedar duda alguna de la virtuosa e impactante manera de ejercer la presidencia de México, tal como lo que está demostrando el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien realmente se convirtió en un gigantesco paradigma del contacto popular, y su actitud pública está convertida en una verdadera cátedra de excelencia sociológica, a tal grado de que su popularidad ya alcanzó el 90% del aprecio, respeto y respaldo sincero que le profesa la población nacional.

Se trata de una realidad jamás vista en la república mexicana, porque los presidentes anteriores que ha tenido México, desde hace más de 80 años, ninguno alcanzó esa elevada cifra de respaldo popular, debido a que las anteriores imágenes presidenciales eran maquilladas con vistosos colorantes y grandes murales que fueron dibujados por los adoradores del marxismo-leninismo, que le abrió las puertas a la insaciable corrupción de las cofradías gubernamentales y políticas.

Esa realidad la han demostrado los llamados políticos chapulines que en los Gabinetes, en los Congresos, igual que en el Poder Judicial, acostumbran saltar de un cargo a otro, con el fin último de mantenerse fuertemente atados a las mieles del poder público y a las jugosas prebendas y presupuestos gubernamentales.

Ese no sería ningún problema si esos personajes hubieran evitado hacer crecer exponencialmente la incalculable corrupción que era imaginaria, y que los mexicanos estamos conociendo de “cuerpo entero” y como resultado de las indagatorias del gobierno federal que encabeza el político tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.

Esas novedades nacionales, son el producto de las trapacerías gubernamentales que se nos escondieron a lo largo de, poco más, de ocho décadas, pero que han estado respaldadas por el espíritu y contenido de la Constitución de 1917, a la cual, coloquialmente también se le conoce como la “dama más violada” que fue engendrada por el Congreso de Querétaro, y nació en la segunda década del Siglo XX.

Bien dice aquella sabia conseja popular, que “no hay mal que dure cien años, ni enfermo que lo resista”, y si bien es cierto que la Constitución de 1917, el próximo día cinco de febrero cumplirá 1002 años de haber sido promulgada, en contra de la voluntad, del presidente Venustiano Carranza, quien luego la juraría el día uno de mayo del mismo año en mención, surgió como contraria al ideal revolucionario maderista, mismo que fue eminentemente democrático.

Pero para desgracia del pueblo mexicano, fue el general Lázaro Cárdenas, el presidente mexicano que, tras haber asumido ese elevado cargo el día uno de diciembre del año de 1934, hace poco más de 80 años, forzó la puesta en pleno vigor a esa Constitución regresiva promulgada en el año de 1917, y desde entonces, los mexicanos hemos sido víctimas del marxismo exacerbado que está probadamente interpretado en el modelo agrario de la propiedad ejidal y comunal, lo cual equivale al marxismo-leninismo de pureza absoluta.

Sin embargo, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), está dando muestras palpables de férreas intenciones para hacer a un lado el perverso presidencialismo, para adoptar la democracia pura y verdadera, que en el futuro cercano, sin duda, habrá garantizar el crecimiento de la riqueza en beneficio del gobierno nacional, y de todo el pueblo de México.

Lo único que faltaría, es el acuerdo presidencial para realizar la indispensable Innovación Constitucional, como insoslayable condición, para que se pueda asegurar plenamente, el desarrollo integral del México actual, que por desgracia, sigue atorado en el nada grato subdesarrollo nacional.

Y por supuesto, derivado de tal innovación, por obvias razones, deberá ser  elaborado un innovado Estado de Derecho con categoría de excelencia perfectible, para que el gobierno pueda asegurar el desarrollo industrial y comercial, garante del crecimiento y de la producción de empleos bien remunerados, para que el gobierno, y nosotros los gobernados, tengamos dinero suficiente para financiar la educación pública y privada.

Eso significa que las tres bases fundamentales de la democracia verdadera, deben ser las Leyes en mejora continua, garantes de la paz y la gobernabilidad nacional, a efecto de que pueda existir una realista y próspero desarrollo de la industria y del comercio, porque, a decir verdad, se trata de las fuentes más importantes de empleo, para asegurar el crecimiento de la riqueza, porque solamente de esa manera, reitero, también podrá crecer nuestro poder adquisitivo, y financiero, tanto gubernamental como popular, y ya no solamente de las clases privilegiadas como sucedía en el largo y oprobioso pasado.

Por otra parte, y a propósito de las buenas acciones del Gobierno de México, que preside Andrés Manuel López Obrador, reitero mis observaciones relativas a las innovadoras tareas gubernamentales que está realizando en beneficio del pueblo mexicano en su conjunto, y hay que celebrar, que ese paradigma que es digno de nuestro más elevado reconocimiento, ya le permitió alcanzar el aprecio y respeto de 90 de cada cien mexicanos, cifra que no tiene precedentes en la historia del país.

Esa plausible realidad, para fortuna del pueblo, ya se está replicando en todos los Estados que conforman la geografía política nacional, y así lo estamos observando en Tamaulipas, donde el gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, está demostrando una venturosa empatía con el desarrollo de las políticas públicas, muy semejantes a las que está llevando a cabo el presidente Andrés Manuekl López Obrador.

Así ha quedado demostrado, con la entrega de modernas ambulancias a los hospitales de Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Tampico y ciudad Victoria, y con esos vehículos equipados con tecnología de punta, no hay duda de que se podrán salvar más vidas de los pacientes cuya gravedad pudiera causarles la muerte. AHORA, solamente faltan, por menos, tres ambulancias aéreas.

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