C R O N I C A S    P O L Í T I C A S…

Por: Alberto Guerra Salazar.-

CIUDAD VICTORIA, (ASI).— Atravesar en carro la ciudad de Reynosa, desde el puente internacional hasta la salida a Ciudad Victoria, requiere de un espíritu aventurero debido a que la violencia asoma en cada calle y la experiencia puede tornarse una pesadilla.

No somos temerarios ni desafiamos a la suerte, pero el martes debimos cruzar el puente internacional de McAllen a Reynosa, para emprender el regreso a Ciudad Victoria, y fue como subir a la montaña rusa pues el peligro es latente en cada esquina.

Reynosa padece el abandono total del gobierno estatal, panista, en materia de seguridad pública. Cada día ocurren cuando menos diez robos con violencia de vehículos, a todas horas, y no funcionan ni las video-cámaras de vigilancia ni los rondines de policías ni las llamadas telefónicas pidiendo auxilio.

La impunidad con la que actúan los malhechores en Reynosa, hace pensar que cuentan con la protección de las autoridades policiacas. Ciudadanos más suspicaces están convencidos que los mismos uniformados son los que cometen los atracos. Poli-negros, les llaman.

Agentes de la Secretaría de Seguridad Pública y de la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas, no presentan trabajo, no investigan, no realizan aprehensiones, no actúan, no están presentes en Reynosa.

Los delincuentes tienen asolados todos los rincones de la ciudad fronteriza. No hay una sola ruta que garantice seguridad, amparo, protección, resguardo. Salimos del puente internacional y cruzamos la colonia Del Prado por la rúa paralela al río Bravo, rumbo a la Universidad Tecnológica y el Centro Cultural Reynosa.

Las manos crispadas sobre el volante, todos los sentidos alertas, la adrenalina desbocada, la vista periférica y listo el acelerador mental, para emprender la fuga a la menor señal de acoso, peligro, amenaza.

Guardamos una prudente distancia entre carro y carro, para dejar abiertas vías de escape. Todos los vehículos son sospechosos, unos porque son movidos lentamente, otros por el desplazamiento vertiginoso.

Vemos de soslayo a los otros conductores, con aparente indiferencia y frialdad, temiendo que en cualquier momento asomen armas largas y ordenen parar la marcha, pero lo que descubrimos en muchos de ellos, es que también tienen miedo.

Unos muchachos hacen relajo en la cabina de su camioneta pues van tomando cerveza, a medio día. Maldecimos cuando llegamos a un semáforo y nos toca parar por el color rojo. Es lugar preferido por los violentos para apropiarse de vehículos ajenos, sin importar que los conduzcan ancianas, chamacos, extranjeros.

Llegamos hasta el cruce de la carretera Río Bravo-Reynosa y rechazamos con firmeza pero corteses, a la nube de limpia-vidrios que se abalanzan sobre los vehículos para tratar de ganarse unos centavos. No hay que desafiarlos porque algunos combinan esa humilde chamba con otra como halcones.

Necesitamos llenar el tanque con gasolina, pero buscamos un expendio que tenga a soldados cuidando a los clientes, porque son también sitios predilectos para robarse los vehículos.

Pasamos por la avenida que lleva a la colonia Benito Juárez o El Banco, proletaria, muy violenta, y toda esa rúa es famosa por las correteadas que les pegan los soldados a los delincuentes o a la inversa; desemboca en el nuevo hospital del IMSS, un medio elefante blanco pues funciona a medias al grado de que las autoridades federales ni siquiera terminaron de pintarlo.

Llegamos al puente periférico sur II y a unos trescientos metros está la última gasolinería de Reynosa, con un retén carretero permanente, lleno de patrullas y de uniformados, los más respetables, militares.

Con tanque lleno, reemprendemos la marcha rumbo a Ciudad Victoria, despojados ya del temor de sufrir un asalto en Reynosa.

No tenemos prisa por llegar a nuestro destino, pues nos espera una experiencia traumática, terrible, un encuentro con el terror. Es una cita con el SAT. Eso es peor que encontrarse con los delincuentes que asuelan a la frontera.

Nos cuenta un amigo que sabe de lo que habla, que hasta a Superman, siendo el hombre de acero, se le caen los calzones cuando está frente a los representantes de Lolita.

En otros temas, el Procurador General de Justicia Irving Barrios anunció personalmente en Ciudad Victoria la captura de dos delincuentes y los presentó como los autores del asesinato de los dos hermanos filarmónicos de Río Bravo.

El problema es que redes sociales se llenó de expresiones de incredulidad de muchos tamaulipecos. Creen que se trata de chivos expiatorios, pues la dependencia no se caracteriza por rendir resultados y en tiempo récord.

También es un escándalo la revelación extraoficial y sin confirmación, de que se libró orden de aprehensión en contra del ex presidente municipal de Nuevo Laredo, Carlos Cantúrosas Villarreal, del PAN, y de la mayoría de los que fueron sus síndicos y regidores.

Algunos medios reprodujeron la noticia con diferentes versiones, pues unos decían que era orden de aprehensión, y otros, de presentación, manejando cifras contradictorias, que oscilan entre los 600 y los 900 millones de pesos, supuestamente malversados, del tesoro neolaredense en el trienio 2013-2016, cuando fue jefe del Cabildo.

Cantúrosas todavía está pagando el pecado de haber aspirado a convertirse en candidato del PAN a Gobernador del Estado, pues no cesa la persecución en su contra. Sus cuentas públicas ya estaban aprobadas, pero desde el palacio de gobierno ordenaron a la bancada parlamentaria del PAN, que las desempolvaran para darles dictamen negativo.

Ayer hablamos telefónicamente con Heriberto Cantú Deandar para preguntarle si había recibido en su natal Nuevo Laredo, alguna notificación oficial de que estaba siendo requerido por la autoridad judicial.

–“Nada, no se nada; permanecemos trabajando en la preparación de los programas sociales que pondrá en marcha en la frontera, el gobierno federal del licenciado Andrés Manuel López Obrador”, respondió el joven profesionista.

Heriberto será coordinador regional del gobierno federal, en Nuevo Laredo, según el anuncio hecho oficialmente por José Ramón Gómez Leal, de quien dependerá. Opinó que estos programas serán un gran alivio para la frontera mexicana, castigada por una violencia generalizada y permanente.

Cantú Deandar fue regidor en el cabildo de Cantúrosas y negó que se hayan producido irregularidades durante la gestión de tres años. “Ojalá que no prevalezca la víscera (en el manejo de asuntos gubernamentales), porque ya hay suficiente violencia en las calles, como para que también se violenten las cosas políticas”, dijo.

Otros observadores dijeron que es un disparate que el gobierno estatal, panista, quisiera meter a la cárcel a un delegado del gobierno federal siguiente.

En temas políticos, Yahleel Abdalá Carmona visitó Reynosa para presentarse como presidenta estatal del PRI y ante algunos reclamos de militantes que hablaron de abandono, de traiciones, de oportunismos, la dama volvió a ponerse ruda.

Versiones de prensa aseguran que presumió de sus calzones bien puestos y que con ella no habrá cosas chuecas. Entregó además diplomas entre veteranos militantes pero las fotos no muestran a priístas de rancio abolengo. Volvieron a hacerle el vacío.

En tanto que el nuevo dirigente estatal de la CNOP, Pedro Luis Coronado, PELUCO, reconoce que no la tiene fácil pues los retos son enormes, pero confía en que saldrá adelante en la tarea de recomponer el sector popular y volver a darle brillo. Mañana, la entrevista completa.

Reynosa volvió ayer a ser escenario de enfrentamientos entre sicarios y fuerzas armadas, con persecuciones, balaceras, especialmente por las carreteras a Río Bravo y San Fernando.

Redes sociales refieren de abatidos entre ambos bandos, pero el gobierno no niega ni confirma pues es más cómodo permanecer mudo. Ciudad Victoria tuvo otros dos ejecutados, ahora en la colonia Vamos Tamaulipas.

Mañana cumpliría años Juan Antonio Guajardo Anzaldúa. Tuvieron fiestas por sus onomásticos, Juan Plutarco Arcos Martínez, Raúl Tizoc Tovar Leal, Héctor Vega, y el periodista de Nuevo Laredo que se firma Alma Niger.

También el joven Jorge Rodrigo Lera Castellanos.

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