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Por: Carlos López Arriaga.-

Cd. Victoria, Tam. Largo es el sueño mexicano de contar con una corporación civil con plena cobertura territorial, capacidad y preparación suficientes para cargar en sus hombros la seguridad interna del país y con ello mantener a las fuerzas castrenses en sus cuarteles.

Los antecedentes más remotos se remontan al gobierno del general PORFIRIO DÍAZ, cuando crea en 1900 el Resguardo Aduanal Mexicano y en 1908 la entonces denominada Policía Judicial.

El primero, como brazo fuerte de la política fiscal (Dirección de Aduanas, SHCP) y el segundo como brazo armado del Ministerio Público.

Un cuarto de siglo después, años 30s, otro general, el sonorense ABELARDO L. RODRÍGUEZ, avanzaría dos pasos en la misma dirección.

De manera paralela crea (1) en 1931 la Policía Federal de Caminos y (2) en 1934 añade a la Policía Judicial el apelativo de “Federal”.

No era para menos, a pasos agigantados, los automotores empezaban a desplazar a los caballos en la creciente red carretera nacional.

Durante los años siguientes, de sobre es conocido que todas estas corporaciones cayeron en el descrédito, al ser señaladas por sus prácticas represivas y muy corruptas, más preocupadas en vender protección a delincuentes, contrabandistas y narcotraficantes, que en cuidar la paz social.

En tal diagnóstico se fundan los ajustes institucionales que habríamos de observar en la última década del siglo 20 y la primera del 21.

En 1991, la administración de CARLOS SALINAS decide reemplazar al viejo y anquilosado Resguardo Aduanal por la Policía Fiscal.

En 1999, ERNESTO ZEDILLO crea la Policía Federal Preventiva que atrae hombres, mandos y funciones de las policías Fiscal y Federal de Caminos.

En 2002, un decreto de VICENTE FOX ordena la desaparición y reemplazo de la Policía Judicial Federal por una nueva dependencia que llevaría por nombre Agencia Federal de Investigaciones (AFI).

El gobierno foxista va a operar entonces con un brazo preventivo (PFP) y otro investigador (AFI) que muy frecuentemente entrarán en conflicto.

Es por ello que, en 2009, su heredero en el cargo, FELIPE CALDERÓN, dará vida a una entidad superior denominada Policía Federal, con las dos áreas de operación (vigilante y ministerial) bajo un mismo mando.

AVANCE ERRÁTICO

Podrían, incluso, distinguirse diferentes etapas en la accidentada historia de las corporaciones civiles mexicanas a lo largo del siglo 20 y lo que llevamos del 21.

Entre PORFIRIO DÍAZ y MIGUEL DE LA MADRID vemos un esfuerzo arcaico, irregular, con iniciativas poco articuladas que parecen responder a situaciones de momento y problemas específicos.

La capacitación es pobre, no se conoce siquiera el concepto de transversalidad, cada dependencia juega para su santo, tampoco hay estrategia territorial, ni visión de largo plazo.

De dicho vacío se nutrirá el avance gradual pero sostenido de las fuerzas castrenses desde que en los años 60s y 70s fueron enviadas a combatir la guerrilla en el estado de Guerrero (DÍAZ ORDAZ, ECHEVERRÍA).

En tiempo posterior, LOPEZ PORTILLO y sucesores involucran a soldados y marinos en el combate al narcotráfico, empezando por la misma zona del Pacífico, poquito más al norte, en entidades como Jalisco, Sinaloa y Sonora.

En aquella segunda mitad del siglo 20, no había policía nacional propiamente dicha. Solo dependencias precarias, focalizadas.

Alguien tenía que entrarle a la hora que aparece la guerrilla, crecen los grandes emporios mariguaneros del Pacífico, se dispara el procesamiento de drogas heroicas y se abre paso el mercado de la coca sudamericana.

Hoy se culpa a FELIPE CALDERÓN de haber sacado al Ejército a las calles para combatir a la delincuencia organizada. Lo cierto es que fue de un proceso más amplio, paulatino, irreversible, que lleva al menos medio siglo, desde hace nueve presidentes, por lo menos.

De manera comprensible, el desgaste (y el efecto corruptor) también alcanzaría a soldados y marinos, sin que México haya logrado desarrollar una institución civil que les reemplace.

FRACASO IMPLICITO

En este contexto se anuncia la creación de una Guardia Nacional, de composición militar, pero directamente controlada por el presidente civil ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.

El caso tiene muchas aristas y refleja el fracaso rotundo de todos los experimentos (carísimos para el erario) que sucesivos mandatarios hicieron en el ramo de las corporaciones civiles.

Si AMLO hoy se decide nuevamente por un arma militar, sin duda es tiempo de preguntar qué le hicieron a todo el dinero que se gastaron en las últimas tres décadas, en esos fallidos intentos por crear demarcaciones eficaces y confiables.

Desde la Policía Fiscal creada por SALINAS, hasta la PFP de ZEDILLO, la AFI de FOX y la PF de CALDERÓN, incluyendo aquel organismo híbrido que generó tinta y papel a raudales, pero jamás le funcionó a PEÑA NIETO: la Gendarmería Nacional.

Ninguna de estas instancias resolvió el problema de la inseguridad, la impune criminalidad que hoy tiene a México contra la pared. Vamos por una nueva, la Guardia Nacional.

BUZÓN: [email protected]

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