Cd. Victoria, Tam. Queda claro, pues, que el mayor enemigo de los modelos basados en el gasto social expansivo es el padre tiempo. Es la prueba del ácido de la que muy pocos regímenes salen bien librados.
Desafío que se ubica en el mediano plazo, cuando el primer impulso justiciero ha transcurrido y la inicial burbuja de prosperidad exhibe sus limitaciones, empieza a topar con piedra.
Es aquí donde habría que preguntar a los ideólogos y estrategas económicos del obradorismo si en verdad están pensando en “el día después”.
Es decir, si su prospectiva incluye reconstruir y fortalecer el aparato de bienestar social para que verdaderamente se consolide y sobreviva a las alternancias venideras. En 2024, 2030 y posteriores.
O bien, si los mexicanos debemos esperar una involución estridente al final del túnel, como la que hoy encarna JAIR BOLSONARO en Brasil.
Inquietante empoderamiento ultraderechista, xenófobo, racista, catapultado por la corrupción y el descrédito que dejaron por herencia negra los gobiernos de DILMA ROUSSEF y LULA DA SILVA.
Esos recetarios fondomonetaristas como el que impulsó el gobierno conservador de MARIANO RAJOY en España, para enmendar el desorden que le heredó el socialista RODRÍGUEZ ZAPATERO. Y también el neoliberal MAURICIO MACRI, sucesor de CRISTINA KIRCHNER.
O las purgas de caballo extremadamente cruentas para el bolsillo familiar, que impusieron los regímenes castrenses cuando desplazaron al régimen chileno de SALVADOR ALLENDE en 1973 y al argentino de ESTELA PERÓN en 1976.
Sin olvidar las medidas brutales de reordenamiento económico impuestas por DE LA MADRID y SALINAS para controlar la espiral inflacionaria y devaluatoria que nos legaron ECHEVERRÍA y LÓPEZ PORTILLO.
EXPERIENCIA AJENA
No es gratuito, pues, el temor de las clases medias y el sector empresarial a programas de gasto público que (de no aplicarse con responsabilidad) podrían colocarnos al tercero o cuarto año de gobierno en el callejón oscuro de los años setentas y ochentas.
De algunas décadas para acá, es común leer, escuchar, entre la intelectualidad mexicana que nuestro país necesita una izquierda moderna (no populista) inspirada en la socialdemocracia europea. Aunque hoy la palabra “europea” requeriría precisiones. Indispensables deslindes.
No es lo mismo la eficacia y sustentabilidad comprobada que caracterizan a los proyectos de bienestar social en Suecia, Noruega y todo el mundo escandinavo, que los experimentos fallidos en Grecia, Portugal y España, contaminados de chavismo, según observadores cercanos.
El indudable éxito del estado providencia en el norte europeo descansa en principios éticos muy firmes, aplicación escrupulosa de los recursos y una cultura de la transparencia firmemente engarzada con la democracia participativa.
Y tan legitimados están dichos esquemas de convivencia que, teniendo las tasas impositivas más altas del planeta, poseen también los niveles más bajos de evasión fiscal. La gente cree en sus instituciones.
Por lo que hace a América Latina, en la primera década de este siglo destacó el ascenso de gobiernos ubicados al centro-izquierda del cuadrante. Oleaje amplio que cubrió buena parte de centro y Sudamérica.
HUGO CHAVEZ y NICOLÁS MADURO en Venezuela; LULA DA SILVA y DILMA ROUSSEFF en Brasil; JOSÉ MUJICA y TABARÉ VÁZQUEZ en Uruguay, EVO MORALES en Bolivia; ALEJANDRO TOLEDO, ALAN GARCÍA y OLLANTA HUMANA en Perú; NESTOR y CRISTINA KIRCHNER en Argentina; MICHELLE BACHELET en Chile y DANIEL ORTEGA en Nicaragua, entre otros.
Hoy que la ola ya pasó, la perspectiva deja por saldo media docena de exmandatarios acusados de corrupción, algunos en proceso, otros encarcelados o huyendo.
Han pisado la cárcel LULA, DILMA, OLLANTA y ALAN, por lo menos. Otro peruano, TOLEDO, anda a salto de mata. Ello, mientras avanza en Buenos Aires el proceso por corrupción contra CRISTINA y los opositores de ORTEGA engordan expedientes similares, por peculado y delitos derivados de la represión gubernamental.
Y también casos grotescos como el de MADURO, cuyo desenlace vamos a conocer cuando deje el poder y la gente le pase factura por su afán persecutorio, enriquecimiento brutal y ese millón por ciento que hoy padecen de inflación, a pesar de estar nadando en petróleo.
Se salvan, hasta ahora, casos como los de MICHELLE (honradez), EVO (discreción) y, de manera muy relevante, MUJICA, cuya vida austera es hoy leyenda universal.
RUMBO CIERTO
Entre todos esos ejemplos, cabe preguntar qué tipo de expresidente quisiera ser ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR cuando concluya su mandato en 2024.
¿Admirado como MÚJICA; respetado como BACHELET; prófugo, como TOLEDO; aborrecido como MADURO?
Ello va a depender de la viabilidad y eficacia de sus programas de gobierno, particularmente de sus resultados.
Ciertamente, las instituciones alguna vez llamadas de seguridad social, luego de desarrollo social y ahora de bienestar social requieren urgentemente de una moralización amplia y efectiva, para limpiarlas de los vicios ancestrales que ha arrastrado el sector público mexicano y se sintetizan en la palabra corrupción.
Contratismo venal, subrogación espuria, sobrefacturación, proveedurías fantasmas y un sindicalismo voraz que opera contra el mejor interés de los trabajadores.
Y la pregunta más difícil de todas: ¿cómo financiar de manera sana y sustentable, el incremento del gasto sin disparar la deuda nacional, ni aumentar el déficit, ni afectar la paridad monetaria, ni provocar inflación?
Si AMLO logra estos objetivos, sus éxitos le sobrevivirán, se afianzarán como modelo aceptado de gestión pública en el mediano y largo plazos.
De lo contrario, tarde que temprano, un capataz de inspiración patronal y modales autoritarios como BOLSONARO, RAJOY o MACRI nos estará esperando a la vuelta del camino para revertir los procesos de reforma social, a un costo altísimo para el sector mayoritario de la población.
Necesariamente, los operadores de LÓPEZ OBRADOR deberán verse en esta variedad espejos que la experiencia histórica nos ofrece. Por fortuna, tienen de dónde escoger.
BUZÓN: [email protected]