Por: Guillermo Guerrero Martínez.
San Fernando, Tam. El precio de la tortilla sufrió un incremento en los últimos días, pasando en pocos meses de 22 a 23 pesos, sin que hasta el momento se hayan dado reacciones al respecto, ni por parte de la población ni de las autoridades de la PROFECO.
Este es el segundo aumento que sufre el producto básico en lo que va del año, afectando a miles de sanfernandenses, quienes no tienen otra opción que sujetarse la voracidad y los caprichos de los tornilleros.
Según consumidores, el arbitrario aumento se dio desde hace una semana, y ante una población que se encuentra en la indefensión, en una de las localidades más golpeadas tanto social como económicamente.
Fue apenas a finales de abril pasado, cuando los empresarios de la masa y la tortilla aumentaron el kilogramo del básico de 20 a 22 pesos, generando malestar entre los consumidores y ubicando a San Fernando como la ciudad con la tortilla más cara del país.
No conforme con este ajuste, los tortilleros asestan un segundo y criminal golpe a los consumidores, justamente en uno de los momentos más críticos del año, en medio de una crisis sanitaria por la crisis del coronavirus.
Además de consolidar a San Fernando como la ciudad con la tortilla más cara del mundo, esta situación la sitúa como una población sin pies ni cabeza y donde cualquier comerciante puede hacer lo que le plazca.
Dos aumentos consecutivos a la tortilla en el año traerán consecuencia en materia gastronómica, ya que los restauranteros y taqueros de la ciudad incrementarían sus precios, agobiados por estos aumentos alevosos e irracionales.
Por otra parte, la descabezada y casi imperceptible PROFECO en San Fernando, la única dependencia que puede hacer algo al respecto, no ha reaccionado ante la actitud de los tornilleros de San Fernando.