Golpe a golpe… 

Por: Juan Sánchez-Mendoza.- 

En su andar por las colonias, fraccionamientos, asentamientos irregulares y ejidos, los candidatos a diputados por el V Distrito Electoral Federal ofrecen solucionar la deficiencia de los servios públicos; generar empleos, extender el servicio médico gratuito a toda la población; establecer un nuevo sistema de becas; disminuir el precio de la energía eléctrica, el gas doméstico y las gasolinas. 

Claro, siempre y cuando ganen la contienda. 

Supongo que lo mismo ocurre en las otras ocho demarcaciones, aun y cuando en algunas el predominio sea urbano. 

De cualquier forma se ve mal que prometan aliviar la problemática que no les corresponde. Simple y llanamente porque, como diputados federales, no tendrían incumbencia en temas que sólo competen a los ayuntamientos, o los gobiernos federal y estatal, según sea el caso. 

Ciertamente, en el Palacio Legislativo de San Lázaro –quienes ocupen las curules en juego–, tendrían voz y voto. Pero sólo para: 

1) Elaborar, discutir, y/o aprobar leyes; 

2) Dictaminar el Paquete Económico anual donde se contemplan el Presupuesto de Egresos de la Federación, la Ley de Ingresos y los Criterios Generales de Política Económica; 

3) Vigilar las actividades del jefe del Ejecutivo Federal; 

4) Evaluar las funciones de la Auditoría Superior de la Federación; y 

5) Ser gestores, ocasionalmente, para solucionar los problemas que aquejan a quienes habitan el distrito que representen, tramitando más recursos ante el pleno, o sugiriéndole a las autoridades estatales y/o municipales atender la demanda poblacional. 

No obstante, en su proselitismo oportunista prometen de más. Y hasta eso, sin pudor alguno. 

Tiempo de corregir 

A las campañas les restan 58 días (incluido éste). Tiempo suficiente para replantear su estrategia de atracción de votos. 

Pero no es con poses triunfalistas, ni recrudeciendo el descrédito entre sí mismos, como podrían ‘conquistar’ a los ciudadanos indecisos, puesto que el conglomerado social sabe que ya incrustados en el Poder Legislativo incumplirían su oferta. 

Obviamente, el grueso de los abanderados no acepta esto (frente a los potenciales electores); pero tampoco dicen cuál sería su quehacer allá en la Cámara baja del Congreso de la Unión. 

De ahí que la sociedad muestre hartazgo y poco haya participado en las campañas, hasta ahora, según he observado en varios distritos que conforman la geografía político-electoral de Tamaulipas, aunque se registre movimiento juvenil, sobre todo. 

Esto me lleva a deducir que la votación del 6 de junio próximo, en comparación con la del 2018, sería menor en la contienda federal, pese a que la lista nominal (estatal) haya aumentado. 

Hace tres años los ciudadanos con derecho a votar fueron 2 millones 665 mil 001; y ahora es de 2 millones 746 mil 580 (al corte del 31 de marzo del año en curso). 

Pero Usted bien sabe que el abstencionismo suele incrementarse en los procesos electorales intermedios. 

Además, debe tomarse en cuenta que el grueso de los candidatos no habla con la verdad. 

Es decir, mienten al mostrarse como la panacea que alivie los males que, por culpa de los actuales legisladores federales, padecemos los cerca de 3 millones 600 mil habitantes, al no saber defender un presupuesto más decoroso para Tamaulipas. 

Y eso ahuyenta al electorado. 

Por otro lado, la falta de información adecuada por parte del Instituto Nacional Electoral (INE) y de los diez partidos políticos con registro oficial, que se involucran en el proceso electoral 2020-21, es causa de que miles de ciudadanos desconozcan en qué consiste la responsabilidad de los diputados federales. 

Y esto lamentablemente da pie a que en este proceso comicial surja una pléyade de candidatos a la cámara baja, elucubrando cómo prometer solucionar cuanta demanda social le sea planteada, a cambio de su apoyo. 

Lo peor del caso es que la práctica del engaño se mantiene vigente,aun cuando es su responsabilidad la cité líneas arriba. 

Qué bueno que así lo aclararan. 

Más cuando el pueblo merece que le hablen con la verdad. 

Pero hasta ahora no se de ningún candidato que se atreva. 

Labor de gestoría 

Hace días rescaté una de las definiciones más acertadas que se le han dado a los legisladores. 

Ésta corresponde al último ideólogo del Partido Revolucionario Institucional (PR), Jesús Reyes Heroles, quien plasmó en un discurso: 

“Para ser un buen legislador, es indispensable ser un buen procurador de pueblos. Y para ser un buen procurador de pueblos, es indispensable alcanzar la altura de legislador. 

“Un diputado se debe a la Nación, pero también se debe a su circunscripción, a su distrito. 

“El diputado debe, por igual, en nuestra teoría y nuestra práctica, ser legislador, atender al interés general y ser gestor. Y que no nos asuste la palabra gestor. 

“No se trata de ser tramitador de negocios, sino de algo mucho mayor; de ser procurador de pueblos, del bien de pequeñas colectividades  que han confiado sus intereses a quien, representando a la Nación, representa aquello que para muchos es poco, pero grande: el pequeño beneficio colectivo, la obra común, el servicio social. 

“¿Cómo puede un diputado ser auténtico legislador? 

“¿Necesariamente tiene qué ser jurista? 

“La experiencia de los pueblos, su evolución histórica, demuestra que no. Es más, frecuentemente los legisladores más innovadores, más dispuestos a modificar el contexto en que viven, son aquellos que no están constreñidos por la prudencia que exige el saber jurídico. 

“Frecuentemente, a los juristas les toca conservar, más que transformar; y a los no juristas hacer que éstos, los juristas, acoplen su espíritu de lógica formal a las ansias de transformación. 

“El espíritu de moderación debe ser el del legislador, pues el bien público tiene dos límites: el del exceso y el de la falta, el de lo mucho y el de lo poco. 

“Tarea dura la de llegar a ser legislador de un pueblo. 

“Se requiere ser humano y, sin embargo, situarse por encima de las pasiones; aprovechar la fertilidad del pensamiento, sin ignorar la dureza de la realidad; equilibrar los intentos de innovación con los sanos propósitos de conservación; legislar para hoy y también para mañana; recoger en las leyes las realidades y hacer que las leyes sirvan para transformar las realidades. 

“Equilibrio, sensibilidad, formación política y sentido de la proporción se exigen para llegar a ser un verdadero legislador. 

“La ambición es móvil de la acción política; pero la ambición de buena ley, la ambición humana de servir y destacar, no de servirse y parecer”. 

¡Cuanta verdad! 

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