Hoy es miércoles Santo para los creyentes de la fe católica, aunque para muchos de ellos, más los escépticos y ateos, solo significa el inicio del periodo vacacional de Semana Santa, católicos o no  aprovechan los días para guardar, descansar y otros con todo el riesgo de enfermar, para vacacionar.   

Semana Santa con sentencia de que si nos portamos mal nos irá mal, razón por la que en esta ocasión todo debe ser con precaución. 

Son días de guardar más que vacacionar, porque es un hecho que el COVID-19 no dará tregua, da la impresión de que el demonio engendro ese virus y no respetará los días Santos, es más, que se dará gusto en espacios concurridos donde los paseantes no tomen las medidas sanitarias  para contagiar.   

Que si es la limpia, que si el virus lo crearon en un laboratorio, que si todo es culpa de un murciélago, la situación es que por segundo año consecutivo se vivirá una Semana Santa distinta a lo vivido en los pasados años, con riesgos de contagio, por lo que debemos ser precavidos, total, si nos cuidamos ya se tendrá tiempo para vacaciones disfrutar, de lo contrario lo podemos lamentar.  

No es que quiera ser aguafiestas, pero en esta ocasión, al igual que el año pasado en que iniciaba la pandemia, es mejor aprovechar los días para convivir en familia y claro también tener momentos de reflexión pues la batalla contra el COVID aún no se gana y si bajamos la guardia el virus puede contraatacar en lo que llaman la temible tercera oleada.   

Quizá obligados por las circunstancias pero esta Semana Mayor, o Santa, debe ser un espacio de reflexionar en cuanta necesidad tenemos hoy los seres humanos de fortalecer el espíritu, de alimentar el alma, de buscar en los lugares oscuros la luz que ayude a continuar el camino, solidarizarnos para que todos podamos tener un mejor mañana.  

La situación que estamos viviendo por el coronavirus nos están obligando a detenernos y darnos cuenta que no podemos perder la fe, que siempre, más en Semana Santa, debemos agradecer a DIOS. 

Ahora que se han desatado los demonios, qué sentimos que llegaron los jinetes apocalípticos recargados de maldad, hambre, ambición, tragedia, muerte, crisis y destrucción, es cuando más debemos de buscar alternativas para alimentar nuestra alma, trabajar para que las cosas sean mejores, tener fe en que veremos un mejor mañana, no perder la capacidad de amar y, si es necesario, perdonar, claro que es difícil para el que ha vivido en carne propia el dolor de perder a un ser querido, de ver a sus hijos sin el pan de cada día, que las deudas le consumen y la desesperación le mata, pero siempre se debe seguir por el camino correcto.  

En esta Semana Santa o Semana Mayor, es momento de reflexionar, ojalá todos tuvieran lugar para hacerlo, que guardaran sus rencores y ambiciones, que meditaran sobre lo que están haciendo bien y que están haciendo mal, que se preguntaran qué desean para sus familias, qué mundo se heredara a las nuevas generaciones, si por lo que pelean es realmente lo que les dará la felicidad porque en estos momentos de crisis es donde nos damos cuenta que la adrenalina pasa, que el dinero no es la vida,  la pandemia que ataca sin distingos nos recuerda que para DIOS todos somos iguales.  

En fin, la situación es que si se vacaciona se debe hacer con precaución pues la verdad es que se vivirá una Semana Santa con sentencia.