El Patinadero…
Por: Juan Antonio Montoya Báez.-
Arrancó la temporada de cacería de venado de cola blanca en Tamaulipas, una de las actividades que dejaba ganancias millonarias, con la llegada de miles de cazadores que peleaban por los ranchos desde Nuevo Laredo hasta San Fernando, pero hasta los de Llera, Soto La Marina y hasta en Miquihuana.
Un cazador sabe que no puede hacer un lado la experiencia de ir por un venado miquihuanense, es flaco y con una cornamenta más chica, pero es un trofeo digno de cualquier pared por el esfuerzo que implica atraparlo, por su escasez y dificultad para sorprenderlo.
Un cazador nos contaba que del día que le tocó cazar un venado en la sierra de Miquihuana fue una de la experiencia más cansadas, pero inolvidables que le tocó vivir.
Recuerda que cuando le presentaron al guía, un campesino de unos 70 años, casi se molesta, pues no le agradaba poner a trabajar a un hombre de edad.
Es más casi se indigna cuando le ofreció cargar su equipo de cacería, pues se considera un hombre de condición atlética, por lo que rechazó la propuesta de Don JOSÉ.
Recuerda que buscó las palabras más adecuadas para que no se sintiera su veterano guía, cuya platica giró en torno a diversos temas.
Un hombre muy agradable cuyas anécdotas eran grandiosas que iban desde el oso que acabó con su cosecha de maíz y hasta los cazadores que guió en anteriores aventuras.
También platicó de los gobernadores con los que le tocó convivir que iban desde TOMÁS YARRINTON RUVACABA hasta EUGENIO HERNÁNDEZ FLORES.
TOMÁS durmió en la casa vecina, por lo que tuvo la oportunidad de conversar con él durante esa noche, pues se preparaba para ir por un venado de Miquihuana.
Ese viejón se ufanaba de haber sido guía de TOMÁS en la sierra más difícil para caminar por su altura y el frío de las madrugadas abajo de los 4 grados centígrados.
Conforme avanzaba la plática, también crecía el peso de su mochila y sus aditamentos de caza, el rifle y las balas pesaban toneladas.
Preguntó varias veces cuando faltaba para llegar al punto de cacería y siempre recibía la misma respuesta: “nada más pasando la lomita”. Tres veces se lo dijeron a la segunda pidió ayuda y aquel anciano cargo con todo el equipo, loche y la jícara del agua.
Finalmente llegaron al mejor punto de cacería, su lugar secreto, el mismo donde colocó la silla de TOMÁS y al igual que el ex mandatario ese día no tuvieron suerte. Si vieron venadas, pero saben que las hembras no se tocan, es antideportivo, una afrenta contra Dios y la naturaleza.
Ya de regreso, el cazador ya no se opuso a que le cargaran sus cosas, casi le pide a su guía que también lo llevara sobre los hombros.
No tuvo la suerte de traerse su trofeo, pero sí la fortuna de conocer a Don PEPE, y los paisajes de Miquihuana. Ese anciano le recordó que la política cambia, también la política, hace años que no duerme un gobernador cerca de su vivienda. La frialdad se parece a las mañanas en la sierra.
Y es cierto la cacería cambio, en la frontera chica desapareció, en Nuevo Laredo la rescataron hace poco, y esta semana el alcalde ENRIQUE RIVAS CUÉLLAR y el Secretario de Desarrollo Rural, ARIEL LONGORIA dieron el banderazo de arranque de la Temporada de Cacería.
Esperan una derrama entre 10 y 11 millones de dólares por parte de los cazadores nacionales y extranjeros que invierten hasta cinco mil dólares por jornada.
La cintilla de un venado texano inicia en los mil dólares y el precio crece de acuerdo al tamaño de la puntas del animal. Lo bueno casi nunca es gratis.
Bueno, por hoy es todo.
Adiós y aguas con los patinazos…
Contacto: