Reflector/ Gilda R. Terán.

Sin duda alguna, que  los que somos adictos al café, consideramos que es una de las bebidas más complacientes en todo momento, cuyo aroma suele conectarse en un estado de bienestar emocional, que invita a tomar para degustar a solas o acompañado.

Imagínese usted, que de acuerdo a las costumbres de países como Turquía  ofrecer una tacita de café tenía el significado de “40 años de amistad” es decir con esta deliciosa y milenaria infusión caliente se  iniciaba una fraternidad entre quienes lo degustaban por cuatro décadas.

Y esto no es todo, porque hasta se consideró ser causal de divorcio, el hecho de que el marido no le proporcionara a su mujer una tacita de café diaria, pareciera lo anterior como una frivolidad o capricho de las damas de la sociedad otomana, pero para ellas era de mucha trascendencia disfrutar de esta bebida milenaria.

Le comento, que el origen del café es incierto, aunque los historiadores sí parecen ponerse de acuerdo que fue en Etiopía donde se utilizó como una baya que producían energía y que desde ahí se llevó a Egipto y Yemen en el siglo XIII.

Pero fue hasta en el siglo XVI, cuando un gobernador de Yemen llevó al Sultán, Solimán el Magnífico, a su palacio en Estambul el café, gustándole mucho, que ordenó la apertura del primer café en la ciudad a dos mercaderes árabes.

Enamoró tanto a los habitantes de aquella ciudad que en el siglo XVII cuentan las crónicas que en Estambul había más de cincuenta cafés, y pronto se extendieron por Europa y en 1615 se abrió el primer un café en Venecia,.

Y en forma rápida, esta bebida  se convirtió en una parte vital de la cocina del palacio y fue muy popular en la corte,  de hecho se añadió el cargo de Jefe del fabricante de café, a la lista de los funcionarios judiciales.

Por lo que el deber del hacedor  fue preparar el café del sultán, y era elegido por su lealtad y su capacidad de guardar secretos, y  los anales de la historia otomana registran un número de Presidentes de los fabricantes de café que emergió de las filas para convertirse en Gran Visires al sultán.

Y bueno le comento que el café fue muy asediado desde el palacio hasta grandes mansiones, y pudo  llegar a los hogares de los ciudadanos, y fue así que los habitantes de Estambul se convirtieron rápidamente en enamorados de la bebida.

Se dice, que compraban  los granos de café verde y luego los tostaban en su casa en sartenes, enseguida eran  molidos en morteros y elaboradas en las cafeteras conocidas como «cezve»( pocillos  de cobre con asa larga), especial para estos artes culinarios.

Pero esta bebida que en sus orígenes se la consideraba una droga, también sufrió la persecución de los que la bebían y prohibiciones de sus uso en la propia ciudad en la que se había expandido ya que al Sultán no le gustaba demasiado esos cafés que reunían a mucha gente y se pasaban horas charlando y hablando de política e incluso gestándose alguna que otra revolución o protesta contra la clase dirigente.

Le comento que aquí en esta ciudad capital, ya podemos disfrutar de esta bebida milenaria de Estambul, he tenido la fortuna  de degustarlo,  no se pierda la oportunidad es una delicia  el café turco “Cezve”.

Y es que además de disfrutarlo, le genera beneficios ya que contiene sustancias con propiedades antioxidantes, los flavonoides actúan como defensa ante posibles enfermedades y ataques de microorganismos y además retrasan el envejecimiento de las células.

También es estimulante, ya que el cerebro funciona mediante el envío de neurotransmisores a través de las sinapsis gracias a la cual somos capaces de pensar, la cafeína es un compuesto psicoactivo que modula a estos neurotransmisores y les permite operar de manera más eficiente coadyuvando a procesar mejor los mensajes que recibimos o emitimos.

Y coadyuva contra la diabetes: La cafeína activa las células del páncreas, que son las responsables de producir la insulina que necesita nuestro organismo, en fin hay mucho mas beneficios, pero lo maravilloso es que además de que el  paladar se deleita con el café,  también proporciona un estado de bienestar físico mental.

Nos vemos en la próxima.

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