CUADRANTE   POLÍTICO…

POR: FERNANDO    ACUÑA  PIÑEIRO—

 Algo extraño sucede  con la sucesión morenista por la gubernatura. Sus protagonistas, pierden cada vez más el interés y la pasión que alguna vez  les caracterizó. Para algunos expertos en el tema, la razón es que, saben que, el Presidente ya pactó  un segundo sexenio  más  para el PAN en Tamaulipas. 

Durante su etapa como candidato,  Andrés  Manuel  López  Obrador solía  aprovechar  los eventos masivos en  nuestro estado, para lanzarse contra el gobierno  panista de Tamaulipas.  El flanco favorito de su crítica, era el de la inseguridad pública.

   Era el  mismo modus operandi en otros estados de la república. Su proclama transformadora, envuelta en su estilo parsimonioso y dicharachero, le redituó buenos y jugosos frutos electorales en el norte del país. Aquí ganaron sus dos candidatos al senado. Y se llevó la parte del león, en materia de diputados federales.

 Sin embargo,  ya instalado en el poder  de Palacio  Nacional, y nombrado  su gabinete de seguridad federal, las cosas  en nuestro estado han seguido igual….y por momentos peor.

 En cuestiones  de seguridad,  el estilo obradorista,  de dejar hacer y dejar pasar, no tiene ninguna diferencia con el que en su momento estableció  por estas tierras, el célebre chino hidalguense  Miguel Angel Osorio Chong, y los mandos castrenses, alineados en la estrategia de Peña Nieto.

 Los tamaulipecos  de las tres principales regiones  de nuestro estado, sabemos que las cosas no han cambiado. Y que  la tan mentada transformación,  en el tema duro que a todos los interesa, no fue más allá de un juego de palabras que su momento,  sirvieron para  enardecer a las multitudes,  en aquellos mitines previos a la elección del 2018.

Pero dejemos por un  momento el tema de sus promesas incumplidas, en el abrupto terreno de la inseguridad, y vayamos al juguete consentido de AMLO:  MORENA, un respetable y memorable movimiento social que era digno de mejor suerte.

Hoy dicho organismo político, ya no es ni la sombra de lo que llegó a ser hace dos años. Al menos aquí en el estado, sus cabezas de grupo, andan cada quien por su lado. No hay liderazgo.

Pero todavía peor: no se ve que el Presidente busque  fortalecer la oposición ante el gobierno  cabecista. Lo que sí  hay, son señales de que, López  Obrador  le podría  renovar  la franquicia política de la gubernatura al PAN, en el 2022.

 Se dice que el interlocutor de este acuerdo transexenal  tamaulipeco, sería el Canciller  Marcelo Ebrard, a quien se le considera ya desde ahora, el próximo Presidente de México. O sea, el cabecismo apoyaría al carnal Marcelo en el 2024.

¿Qué porque les digo esto..? Bueno,  pues los contundentes  hechos del aplastante triunfo para integrar el Congreso panista  en el  2019, fueron para muchos  un adelanto muy significativo.

 Créamelo que, lo sucedido no fue  cualquier cosa,  porque, le extendieron al gobernador tamaulipeco  un cheque en blanco, para el 2021, y para la sucesión, un año después. AMLO  le entregó a CV  una maquinaria  legislativa local, con la cual  hoy tiene amplia capacidad de operatividad y maniobra.

  ¿Que fue lo que ocurrió en el 2019? Ya todos lo sabemos, pero por si las dudas, les  ventilo  la memoria:

 En primer lugar,  el gobierno obradorista, (llámese AMLO), dejó operar a placer  al gobierno cabecista, ignoró  olímpicamente los gritos de auxilio  y dramático S.O. S que le lanzaron en todo momento  sus candidatos a las diputaciones locales. Desde el altiplano, nadie los escuchó. Políticamente hablando, los dejaron morir solos.

 De esta forma, ya desde 2019,  Andrés Manuel nos  dijo a los tamaulipecos, que nuestro estado, no figura  en la porción  del pastel del poder, que el pretende ganar, durante su mandato. Y que, en cambio, muy probablemente, se lo siga rentando al PAN, en cómodas mensualidades.

Pero, para no desviarnos del tema central, sigamos rememorando el doloroso y hasta vergonzante episodio morenista, del año pasado:

     Previamente, vía Polevnsky,el Presidente avaló  la colocación de candados, para  candidatos con  arrastre popular.  No los dejaron pasar, dentro de su propio partido. El resultado fue una madriza, (golpiza o masacre política, o como usted guste llamarle), igual o peor que la que Cabeza  le había  propinado previamente  al PRI tamaulipeco en el 2016.

 Estos dos triunfos arrasadores  propinados por  Cabeza  de Vaca en el solar  local, primero al PRI  egidista, y tres años después  a la MORENA  de AMLO, agregándole su lejana y aplastante victoria sobre el ex gobernador  Manuel  Cavazos  Lerma  por la senaduría,   es lo que le ha dado a Cabeza  una fama  de bombardero  político-electoral, entre sus homólogos panistas del  país.  Como peleador en el ring de las urnas estatales,  el gobernador  CV, se encuentra invicto.

  Su punch de operador político-electoral, es equivalente, en términos boxísticos, al  que en su tiempo tuvo  el boxeador panameño, Roberto Durán, a quien apodaban el “Manos  de Piedra”.

 Aunque, lo  definitorio en este caso, es lo que ya circula como un secreto a voces:  el Presidente AMLO, está avalando un segundo periodo de poder panista en el estado.