Por: Ricardo Hernández

De repente mis ideas quedaron suspendidas, como lucecitas en la oscuridad.

¿Qué se suponía que debería de hacer en estos casos? ¿Suspender la venta de mis libros? ¿Ponerme a llorar?

Desde que inició el año 2020 no pensé en otra cosa más que en escribir y producir mis propios libros, pero nunca llegué a imaginar que debido a una situación de pandemia mi ánimo, la motivación, mi entusiasmo por vender mis libros se fueran a quedar paralizadas por un momento.

Yo dependo de mis habilidades para salir adelante en la vida, por eso mi forma de ver una situación adversa va más allá de pensar en tristezas y derrotas.

La semana pasada le hablé al señor de la imprenta para encargarle otro paquete más de libros.

Era preferible gastar en una pequeña inversión de libros, que gastar la inversión en ideas vacías.

El señor Jesús me llamó para avisarme que los libros ya estaban listos.

Después de pasar por el paquete de libros me llamó por teléfono un señor para decirme que iba de pasadita a pagar la luz y que le llevara mi libro porque me lo iba a comprar.

Al día siguiente me llamó otra persona con el mismo propósito, sólo que esta persona me compró dos.

Al tercer día otra persona me llamó al celular para solicitarme cinco ejemplares más.

Si me pongo a pensar en derrotas, voy a conseguir vender muchas derrotas, pero yo no vendo derrotas, vendo mis propios libros.

Por cierto, “10 AÑOS DE ESCRIBIR COLUMNAS”, es mi “hijo” el que me está dando de comer, es el que me está ayudando a salir adelante ante esta situación crítica.

Llamé a la imprenta, le dije al señor Jesús que le encargaba otro paquete de libros, que los que me había llevado ya los había vendido todos.

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