Aunque últimamente muchos estudios cuestionaron esta práctica, millones de adultos en EE. UU. toman aspirinas para reducir el riesgo de ataques cardíacos o apoplejías. Sin embargo, no todas son malas noticias para este fármaco, ya que diferentes investigaciones encontraron que tendría efectos saludables que van más allá del cuidado del corazón.
Entre ellos, se destaca el de funcionar como protectora contra el cáncer. Ahora, dos estudios que analizaron a más de 600 personas reforzaron esta evidencia. «Estos estudios ofrecen más respaldo a una literatura creciente que demuestra un beneficio del uso de antinflamatorios no esteroides, como la aspirina, en los pacientes con cáncer», señaló el doctor Gregory Hermann, médico residente en el Roswell Park, que formó parte de uno de los trabajos.
La aspirina se creó en 1897 por científicos de la compañía Bayer. Los expertos buscaban reemplazar los medicamentos de salicilato comunes por opciones menos irritantes. Si bien los fabricantes habían llamado al fármaco «Aspirina», con tiempo perdieron los derechos y este comenzó a comercializarse entre muchos países bajo diferentes marcas, por lo que el nombre terminó acuñándose para denominar a la pequeña pastilla en general.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la incluyó en su lista de medicamentos esenciales y que todo sistema de salud debería tener. Se estima que anualmente se consumen 40 000 toneladas de aspirinas, es decir, aproximadamente entre 50 000 y 120 000 millones de pastillas. Tiene efectos analgésicos, antipiréticos y antiinflamatorio, por ello, suele utilizarse para aliviar los síntomas distintas afecciones, como artritis reumatoide, osteoartritis, lupus eritematoso sistémico o trastornos reumatológicos.
Ahora, dos estudios dirigidos por el doctor Anurag Singh, profesor de oncología en el Centro Oncológico Integral de Roswell Park, en Buffalo, Nueva York, encontraron que administrar aspirinas en dosis baja podría mejorar las probabilidades de supervivencia de los pacientes que luchan contra el cáncer de cabeza o cuello y de pulmón.
Los secretos de la aspirina
Para llegar a estas conclusiones se llevaron a cabo dos estudios. El primero revisó datos de 460 pacientes con carcinoma escamoso de cabeza y cuello (CECC), o cáncer pulmonar de células no pequeñas (CPCNP) en etapa temprana. Los profesionales encontraron que tomar un antiinflamatorio no esteroide, como la aspirina, en dosis baja, junto con la radioterapia o la quimioterapia estándar, aumentaba la supervivencia a cinco años en un 8%.
El otro trabajo se enfocó en 164 pacientes que se sometieron a una forma de radiación precisa y de alta dosis para el CPCNP. De ellos, un 57% que también tomaba aspirina alcanzó los dos años de supervivencia, frente a un 48% que no lo hizo. Ambas investigaciones se presentaron a principios de septiembre en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología de la Radiación Terapéutica, que tuvo lugar en Chicago.
«Nos interesa en particular ver que esos pacientes vivieron más a pesar de que los antiinflamatorios no parecieron tener un impacto en la efectividad del tratamiento para el cáncer», señaló el doctor Austin Iovoli, coautor del primer estudio y residente en el Departamento de Atención de Respaldo de Roswell Park.
Y agregó: «Aunque se necesitan ensayos clínicos para hacer una recomendación definitiva, animamos a los pacientes a tener una conversación con su médico sobre los riesgos y los beneficios potenciales del uso de la aspirina».
¿Son buenas para el corazón?
La controversia más importante sobre las aspirinas gira en torno a lo que durante mucho tiempo se consideró una verdad universal: que ayudan a prevenir problemas del corazón. Sin embargo, las últimas evidencias científicas llevaron a que el Colegio Americano de Cardiología y la Asociación Americana del Corazón anunciara en marzo de 2019 que ya no se recomiendan como preventivas para los adultos mayores que no tienen un riesgo alto o una enfermedad cardíaca.
Esta decisión se basa en múltiples estudios que hallaron que los riesgos de tomar una aspirina diaria superan a los beneficios en personas sanas. Sin embargo, los médicos pueden considerar la aspirina para aquellos pacientes mayores de alto riesgo, como los que tienen problemas para controlar los niveles de azúcar en sangre o de colesterol.
«Los médicos deben ser muy selectivos en la prescripción de aspirina para personas sin enfermedad cardiovascular conocida», resaltó en un comunicado el doctor Roger Blumenthal, del hospital John Hopkins. Y agregó: «Es mucho más importante enfocarse en el estilo de vida y controlar la presión arterial y el colesterol que recomendar la aspirina».
Este fármaco también puede ser recomendado para cualquier persona que haya tenido un derrame cerebral (ACV), ataque cardíaco, cirugía a corazón abierto o endoprótesis insertadas para abrir las arterias obstruidas.