Por Agustin Peña Cruz
Ciudad Madero, Tamps.- En colonias populares y zonas residenciales de este municipio
del sur de Tamaulipas, una escena se repite con inquietante normalidad: perros que alguna
vez tuvieron un hogar hoy vagan entre banquetas, solares baldíos, avenidas y en la Playa
Miramar, expuestos al maltrato, la enfermedad y el olvido. Es una realidad silenciosa que
rara vez ocupa los titulares en medios de comunicación, pero que refleja una omisión del
gobierno en la relación entre la ciudad y quienes dependen por completo del cuidado
humano.
El alcalde de Madero “ciudad intergaláctica”, Erasmo González Robledo, ayer en entrevista
con medios locales reconoció que la atención a los animales en situación de calle es una
tarea permanente, aunque no siempre visible para la ciudadanía. “Sí hay trabajo constante,
permanente”, afirmó, al referirse a reportes de maltrato animal recibidos en distintos puntos
del municipio, entre ellos la zona de Arboledas. La declaración apunta a un problema
recurrente en la gestión pública: la distancia entre la acción administrativa y la percepción
social de sus resultados.
En ese contexto, el edil adelantó que el Ayuntamiento prepara un proyecto de mayor
alcance: la creación de una Unidad de Cuidado Animal, concebida como un espacio
dedicado exclusivamente a la atención, resguardo y tratamiento de animales en abandono.
El lugar ya está identificado, explicó, en las instalaciones donde actualmente se ubican las
oficinas del norte de ingresos, un predio amplio que permitiría una inversión relevante.
“Queremos poner ahí la unidad de cuidado animal”, señaló, aunque precisó que el inmueble
es rentado, lo que condiciona por ahora la magnitud de la obra.
La ejecución del proyecto está prevista para 2026, un calendario que evidencia las
limitaciones presupuestales del corto plazo. “No pudimos hacer todo en el 2025, pero la
atención no se ha dejado de dar”, sostuvo el alcalde, al tiempo que precisó la necesidad de
contar con infraestructura dedicada al cien por ciento al cuidado animal. La unidad, dijo, no
se limitaría al resguardo, sino que contemplaría atención veterinaria y esquemas de
transición para animales en situación crítica. “Que tenga esta asistencia para los animales,
inclusive un área de cuidados de veterinario para estos animalitos que lo requieren”.
González también defendió el trabajo del personal encargado del área, actualmente adscrita
a Servicios Públicos. Sobre el responsable operativo, Eduardo Smith, detalló la trayectoria
en temas medioambientales y la respuesta directa ante las denuncias. “En cuanto sabe de
una notificación, él va y lo atiende personalmente”, afirmó, aunque admitió que la labor
institucional no siempre es perceptible para la opinión pública.
El debate, sin embargo, trasciende a los nombres y se instala en el diseño institucional.
Desde el Congreso local se ha planteado que el cuidado animal cuente con una dirección
independiente y presupuesto propio. El alcalde reconoció que existe una reforma en
análisis. “Sí debe, puede ser una unidad… lo más importante es que tenga el presupuesto
para estas inversiones”, dijo, dejando claro que sin recursos etiquetados cualquier política
corre el riesgo de quedarse en el discurso.
Más allá de la infraestructura y los organigramas, el alcalde colocó el énfasis en la raíz del
problema: el abandono. “Todos al final tenemos que hacernos conscientes de la
responsabilidad que adquirimos cuando recibimos un animalito”, expresó, al hablar de la
tenencia responsable, las vacunas y el cuidado dentro del entorno familiar. Reconoció,
además, una práctica social profundamente arraigada. “Desafortunadamente hay
situaciones que después lo más fácil es irlo a dejar a la calle”.
Ese acto, aparentemente individual, tiene consecuencias colectivas: sobrepoblación animal,
riesgos sanitarios y una normalización del maltrato. Por ello, González Robledo llamó a la
concientización ciudadana y “al respeto a la vida animal”, el mensaje interpela tanto a los
dueños como a las autoridades.