CONFIDENCIAL

ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.

Hay causas que parecen condenadas a repetirse en Tamaulipas como un estribillo sin fin. Una de ellas es la lucha —ya vieja, cansada, y a ratos resignada— por conseguir tarifas eléctricas más baratas. Han pasado más de dos décadas desde que el Estado comenzó a pedir, una y otra vez, lo mismo: justicia energética.

Se han creado comisiones legislativas, firmado acuerdos, promovido exhortos y presentado estudios técnicos para demostrar que aquí, donde el termómetro rara vez baja de los 35 grados, el aire acondicionado no es un lujo: es una necesidad para sobrevivir. Pero nada ha cambiado. Las tarifas siguen siendo las mismas, y la factura, siempre, la paga el pueblo.

El anuncio más reciente, fue una reunión del subsecretario de Electricidad y Energías Renovables, Roberto Manuel Rendón Mares, con el gerente de la División Golfo Centro de la Comisión Federal de Electricidad, Tomas Bourjac Peralta, para “analizar” nuevamente la reclasificación de las tarifas eléctricas.

Esa mesa de dialogo, sostenida en Tampico, suena más a eco que a noticia. Llevamos años escuchando el mismo guion con distintos protagonistas: promesas de gestión, reuniones técnicas, y esperanzas que se disuelven en la inercia burocrática.

La realidad es simple y dolorosa: este problema no es técnico, es político. No se resuelve con justificaciones, sino con voluntad. Mientras no haya una decisión desde las alturas del poder federal, ningún estudio de clima ni argumento de consumo convencerá a la CFE, a la Secretaría de Hacienda, ni a la Conagua, de que Tamaulipas merece un trato justo.

Y si esa voluntad no se manifiesta ahora, cuando el gobierno estatal y el federal pertenecen al mismo partido, menos podrá esperarse cuando vuelvan a ser de colores distintos. Ni en los tiempos del PRI hegemónico se consiguió; tampoco lo logró el PAN, y hoy que Morena gobierna a nivel estatal y nacional, el resultado sigue siendo el mismo: promesas de alivio que no llegan.

El tema está donde siempre ha estado: en el escritorio de la Presidenta Claudia Sheinbaum. Solo de ella puede salir la instrucción que cambie la historia. Todo lo demás son vueltas y discursos. No hay obstáculo técnico, ni financiero, ni climático que impida ajustar las tarifas. Lo que falta es decisión política.

Tamaulipas merece ese gesto. No por capricho, sino por necesidad. Porque aquí, donde el calor abrasa y las familias de escasos recursos deben elegir entre pagar la luz o comer, la electricidad no puede seguir tratándose como un lujo.

La historia demuestra que la Federación siempre ha visto a Tamaulipas como un estado que produce energía, pero no como uno que la necesita. Aquí se generan megavatios que alimentan media región del país, pero las comunidades donde nacen esas plantas siguen pagando recibos imposibles de cubrir. Esa paradoja es una afrenta que nadie en el poder ha querido corregir.

Por eso, si de verdad el nuevo gobierno federal quiere reconciliarse con los estados del norte, debe empezar por escuchar sus demandas más elementales. No se pide un privilegio, sino equidad. La energía que Tamaulipas produce debe regresar en beneficio de su gente. Mientras eso no ocurra, seguiremos siendo —como siempre— el estado que ilumina a otros, pero que paga la luz más cara.

Es momento de que Tamaulipas aproveche la buena relación con Palacio Nacional, para que toque esa puerta de verdad. Porque mientras los funcionarios sigan en mesas y los oficios se acumulen en los escritorios, Tamaulipas seguirá pagando la factura más cara del país: la de la indiferencia.

EL RESTO.

OTRA VEZ MUÑOZ CANO.-Manuel Muñoz Cano, el dirigente del partido “Verde”, sigue “testereando el panal” político en Tamaulipas.

Esta semana repitió aquel ejercicio del “destape” de una senadora tamaulipeca como candidata a la gobernadora, en una especie de reto hacia el morenismo local.

Y aunque hay enojo al respecto en las jerarquías del partido guinda, lo mejor sería que se pusieran a investigar quienes de los suyos están atrás de Don Manuel. Porque hay quienes insisten en que se trata de “fuego amigo”.

ASI ANDAN LAS COSAS.

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