Golpe a golpe
Por Juan Sánchez Mendoza
El rumor es un recurso utilizado por quienes suelen propagar versiones con la aviesa intención de distorsionar la realidad, pues sólo de esta forma los antropófagos contienen la rabia que les produce no acceder a las posiciones que por méritos propios les están negadas.
Es, también (el rumor), un mecanismo de comunicación que se reproduce con rapidez entre los grupos formales e informales, llegando incluso a sembrar inquietud y, en ocasiones, obligando al afectado a desmentirlo públicamente.
Por lo general el rumor provoca inestabilidad y viene a llenar el vacío que genera la falta de información objetiva en torno a un trance o tema.
Su desplazamiento por el tejido social es paulatino –y en ocasiones efectivo–, por lo que una vez que ha prendido tiene que ser aclarado mediante una estrategia contundente que lo sitúe en su justa y real dimensión.
La fijación de los rumorólogos consiste en acuñar un mensaje o una serie de versiones que tengan consistencia y algo de credibilidad –hasta lógica, según sea el caso–, aunque partan de supuestos y sean contrarios a la verdad, pues sólo de esta forma se lograría el objetivo trazado que, por lo regular, es la descalificación.
Ellos, los rumorólogos, tratan de ganar la atención de la opinión pública. De manipularla y hacerla copartícipe de sus intereses oscuros, sin el menor pudor de que en ello va implícito el engaño.
De ahí que los servidores públicos, políticos, operadores y profesionales de la comunicación, tengan que estar alertas ante cualquier expresión que falte a la veracidad y trate de dañar una imagen pública tergiversando los hechos.
Surgido de mentes perversas, el rumor se convierte en un arma que incluso puede llegar a afectar un proyecto político y a la persona que lo encabeza.
Habitualmente el rumor no tiene autoría en lo individual, pero se incuba y reproduce entre los grupos de interés que lo magnifican.
Sobre todo, cuando se trata de nulificar a la ‘presa’ y trazar una ruta hacia el logro de un propósito, normalmente relacionado con el poder.
De esta manera los funcionarios públicos, representantes populares y políticos son un excelente caldo de cultivo para que se propaguen verdades a medias o mentiras completas y fluyan de boca en boca hasta prender en el conjunto social.
Más cuando los caníbales saben utilizar los murmullos perversos en su propio provecho.
Pero para desgracia suya, el jefe político estatal ya los tiene ubicados.
Cabeza
Aquí, en este mismo espacio, hace días le comenté que fuentes dignas de todo crédito me advirtieron que en la Ciudad de México se estructuraba una campaña de descrédito en contra del jefe del Ejecutivo estatal y del gobierno mismo.
Igual le comenté que en circunstancias normales rumores como éste no impactarían negativamente en la opinión pública, por sólo ser tácticas recurrentes para mendigar espacios en la prensa.
Pero en un contexto donde la política humanista es la prioridad del quehacer político-administrativo estatal, me parece una atrocidad.
Sobre todo, cuando hay retrógradas que buscan la descomposición del sistema. Entes amafiados con la oposición añorante del poder, que quisieran ver a Tamaulipas hundido en la pobreza, el atraso, la anarquía y la inseguridad, cuando menos.
Sólo así podría entenderse la andanada difamatoria que, estoy seguro, no hará mella en el ánimo del gobernador Américo Villarreal Anaya, ni en el comportamiento político de los tamaulipecos, por conocer de antemano la procedencia del golpeteo.
Inclusive, para agredir a Tamaulipas, el Gobernador, funcionarios de la administración pública los Maquiavelo(s) de guarache han trasladado como nido de su estrategia la Ciudad de México, tratando de engatusar a los medios de comunicación masiva (mal) llamados nacionales, que mucho se prestan al juego a través de los gatilleros de la oposición.
No obstante, la operación podría abortar, pues sus maquinadores principales empiezan a quedar al descubierto y en unos días más podrían ser blancos del escarnio provocado por su propia tenebrosidad.
En los últimos días, también, desde el centro del país, se han hecho circular (vía internet) los más descabellados rumores en contra del mandatario.
Y para ello, también, la ultraderecha se vale de quintacolumnistas que por su misma falta de oficio no acostumbran confirmar la veracidad de las versiones tendenciosas, aunque hay otros colegas más profesionales que hacen caso omiso a ese juego sucio.
Por tanto, hay que abrir bien los ojos pa’ no hacer eco a mentiras.
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