Golpe a golpe

Por Juan Sánchez Mendoza

El día último de este mes, el gobernador Américo Villarreal Anaya concluye formalmente la primera mitad de su administración, considerando que tomó posesión el uno de octubre de 2022.

A lo largo de su ejercicio constitucional, se ha distinguido por practicar una política humanista. De ahí la alta respuesta poblacional a su favor, que consignan las encuestas y sondeos de opinión serios, pues en tres años ha revertido sustancialmente la desconfianza hacia las instituciones, a grado tal que ahora asoma una comunión harto fortalecida entre la sociedad y su administración, aunque hay dependencias que no le han respondido al cien –de eso se ocuparía en lo sucesivo, así lo creo–, pero lo cierto es que hay avances considerables.

En lo político, el mandatario se ha mantenido al margen de diferencias partidistas dejando que cada individuo se conduzca a su libre arbitrio. Pero siempre respetando la legalidad, como puede confirmarse con la crítica del bloque opositor que aún no entiende que ya pasó su tiempo y son otras las circunstancias.

Se ha mostrado, el doctor, muy tolerante, por saber que la democracia involucra a todos por igual, sin distingos económicos, sociales ni de ningún otro tipo, pues consciente está de que es el gobernador de todo el pueblo y no sólo de quienes por él votaron en los comicios de hace tres años, aún y cuando haya quien así no lo entienda.

Así que a sus simpatizantes y opositores les da el mismo trato amable y respetuoso que siempre lo ha distinguido, sin predilecciones ni fobias, en aras de alcanzar el bienestar de los tamaulipecos. Su propósito primario.

Hablando del aspecto social nadie puede negar que, Américo Villarreal Anaya, ha impulsado enérgicamente el rescate de quienes menos tienen. Y cumplido con la oferta de ‘primero los pobres’, pues a través de secretarías a su cargo responsables de atender el rubro y del Sistema DIF-Tamaulipas ha impulsado con recursos estatales, programas de apoyo, reincorporación a la actividad productiva y empleos a miles de conciudadanos.

En materia de salud, ha convenido con el IMSS-Bienestar brindarles el servicio médico a miles de tamaulipecos carentes de ese derecho, al través de la adhesión del estado al proyecto federal, lo que redundará, en un corto tiempo, a que toda la población tamaulipeca (+/- 3.7 millones) reciba, por lo menos, asistencia facultativa.

Los escolapios del nivel básico también están contemplados para que no abandonen su instrucción primaria y/o secundaria (mediante becas y de alimentación caliente (ésta cada día), aunque su propósito va más allá, con la inclusión de estudiantes del nivel medio superior y superior porque éstos significan la continuidad de la transformación estatal.

En concordancia con el Gobierno Federal Américo ejerce un programa de apoyos a los adultos mayores, madres trabajadoras y a las víctimas que ha generado la inseguridad que, admito, es otro tema.

Respecto al asunto económico, en los tres años que lleva al frente del estado, asoman inversiones importantes que generan empleos e impuestos estatales y federales para sostener las finanzas –aparte contribuyen a las obras la regularización vehicular que se extendió hasta el 2026–, y, sobre todo, la idea que tienen capitales nacionales y extranjeros de instalarse en Tamaulipas.

Esta situación, como el marco geográfico que le ofrece la entidad a los hombres de negocios, seguramente traerá al estado nuevas inversiones, al resultar un estado atractivo para instalar plantas o consorcios como ha sido demostrado en los últimos 35 meses.

El tema más delicado, hay que reconocerlo, es el de la seguridad, pero el gobernador cotidianamente lo analiza en mesas de trabajo y ahí dispone, junto a sus interlocutores representantes de las Fuerzas Armadas, medidas a tomar, cada día, para garantizar el bienestar de su pueblo y de su gente.

Los demás rubros son igual de importantes, quizás más quizás menos, pero también muestran avances.

Como fuere, lo destacado es que, Américo Villarreal Anaya, avanza. Y firme, en su proyecto de rescatar a Tamaulipas del oprobio y olvido, al que fue sometido en épocas pasadas.

Con voluntad y humanismo inició, hace tres años, la reconstrucción de Tamaulipas.

Y a tres años, también, se ve la transformación del estado.

Por cierto, una observación hecha llegar a este columnista, refiere que en política los gestos suelen decir tanto como los discursos. Y el ánimo festivo con el que se vio al gobernador durante la ceremonia del Grito de Independencia, es una muestra clara de fortaleza, confianza y liderazgo en el momento preciso.

Mientras desde el ostracismo algunos intentan sembrar dudas y rumores sobre la continuidad del mandato, la realidad mostró un escenario distinto: un gobernador cercano a la gente, seguro de su investidura y plenamente consciente del papel histórico que desempeña.

No es casualidad que la celebración patriótica se convirtiera en un termómetro político: las plazas llenas, la respuesta ciudadana y la energía del mandatario confirmaron que la gobernabilidad en Tamaulipas no está en entredicho, sino en consolidación.

Más allá de la especulación mediática, el mensaje fue inequívoco: el liderazgo no se mide en rumores, sino en capacidad de convocar y de generar confianza. El gobernador lo demostró con un gesto simple pero poderoso: disfrutar y compartir el momento con los tamaulipecos, como un representante que no evade la presión, sino que la transforma en legitimidad.

El país, vive tiempos complejos. Y Tamaulipas no es ajeno a esos retos. Sin embargo, el Grito fue símbolo de continuidad y estabilidad. Lejos de un escenario de debilidad, se evidenció la fortaleza de un gobierno que avanza, que celebra junto a su gente y que no pierde el rumbo.

En política no hay mejor respuesta a la guerra sucia que la firmeza y la serenidad.

Y la noche del 15 de septiembre quedó claro: el gobernador de Tamaulipas está más fuerte que nunca, con la energía suficiente para enfrentar los desafíos y con el respaldo de una ciudadanía que lo acompañó en la fiesta patria con orgullo y esperanza.

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