Por Luis Enrique Arreola Vidal.
El 11 de septiembre de 2025 no fue solo el día del Primer Informe de Gobierno de Carlos Peña Ortiz.
Fue el día en que Reynosa se convirtió en ring, en que las luces de La Cantera iluminaron un nocaut político que dejó al gobernador Américo Villarreal Anaya tambaleando, sin esquina, sin estrategia y sin credibilidad.
Primero vino el “destape” de Maki Ortiz por el Partido Verde: el derechazo que nadie vio venir.
Y ahora, el Informe de su hijo Carlos, con la representación de los tres partidos de la coalición “Juntos Hacemos Historia”, se convirtió en el golpe de izquierda que lo mandó contra las cuerdas.
La política, como el box, se gana con técnica, resistencia y saber cuándo dar el golpe exacto.
Y en Tamaulipas, el tercer año de Américo no encontró ni técnica, ni resistencia, ni golpe.
Lo que sí encontró fue su propio declive adelantado.
El Informe como plataforma de poder.
Los números fueron espectaculares:
• 5,659 millones en obra pública con calles, drenaje y hasta presas rompepicos.
• 140 millones en educación, becas históricas y la promesa de un Colegio de Bachilleres y la Universidad de la Salud.
• Un hospital veterinario que suena más moderno que muchos hospitales generales del estado.
• 217 millones en seguridad y 44 millones en Protección Civil.
• 48,700 empleos generados, más que en varias regiones enteras del estado.
Pero los números son apenas la cortina.
El verdadero mensaje fue político: Carlos Peña llenó la mesa de invitados con alcaldes, diputados federales, senadores, empresarios y hasta autoridades texanas.
Y ahí destacó una figura: Óscar Luebbert Gutiérrez, uno de los mejores operadores políticos que ha dado Tamaulipas, un hombre que sabe leer la plaza y mover las piezas.
Su presencia no fue casual: fue un guiño, un aval y un recordatorio de que la vieja escuela de la política aún pesa… y se suma al proyecto Peña Ortiz.
Maki: la estratega imparable.
Lo más demoledor del Informe no lo dijo Carlos, lo gritó la historia: la hegemonía Peña Ortiz suma ya 12 años al frente del padrón más grande y más complejo del estado. Y sigue intacta.
Maki ha sido diputada federal, dos veces senadora —en 2006 y en 2012 en fórmula con Francisco Javier García Cabeza de Vaca por el PAN—, dos veces alcaldesa, siempre ganadora, incluso en las condiciones más adversas.
Y como si fuera poco, su hijo repitió la fórmula con dos elecciones consecutivas.
Eso no es suerte, eso es política en su forma más pura: construir alianzas, cumplir compromisos y mantener el respaldo ciudadano por encima de siglas.
PAN, Morena o Verde… da igual.
Esta familia ha gobernado con todos, para todos y contra todos, y siempre sale de pie.
Maki es la mujer que cruzó el pantano sin mancharse. Una rareza en un país donde la política suele ensuciar hasta el alma.
El contraste: Américo y el vacío de poder.
Mientras en Reynosa se mostraba músculo, en el Palacio de Gobierno se escuchaba el eco de la ausencia.
Américo Villarreal, en lugar de consolidar su tercer año, perdió la iniciativa.
Su representante fue el secretario de Educación. Y su discurso no fue un silencio: fue un reconocimiento al trabajo de Carlos Peña Ortiz.
En política, cuando no haces política, alguien más la hace por ti.
Y aquí la hicieron Carlos Peña, Maki, Manuel Muñoz y Óscar Luebbert, quienes con cada movimiento muestran que ya no estamos ante partidos, sino ante personajes.
Personajes sin cola que les pisen, sin vínculos con el crimen organizado.
Y ahí, Morena pierde todas sus cartas.
Porque digámoslo claro: Tamaulipas es el epicentro del huachicol.
Se originó en Madero y no es un rumor, es la autopista hacia los acuerdos más turbios del sexenio de López Obrador.
Y mientras Morena se hunde en esos lodazales, Maki aparece como la figura inmaculada, adelantada, pragmática.
Alianzas en el aire.
No todo está dicho, pero todo huele a estrategia.
Alcaldes de diversos partidos que acudieron al Informe, diputados federales que se sentaron en primera fila, senadores que se dejaron ver, empresarios que aplaudieron, funcionarios que posaron para la foto… cada gesto fue un mensaje cifrado.
La sucesión 2028 ya empezó y no la empezó Américo.
El tablero político ya no está en Ciudad Victoria. Está en Reynosa. Y en Reynosa manda Maki.
El eco nacional.
Este Informe no pasó desapercibido en la capital. Claudia Sheinbaum, hoy presidenta, tiene a Tamaulipas en el radar porque sabe que el estado es frontera, energía y seguridad.
Y lo que vio en Reynosa fue un mensaje claro: Américo perdió el control político de su propio territorio, si es que alguna vez lo tuvo.
Mientras tanto, en los pasillos de Morena, la preocupación es evidente: ¿cómo contener a una mujer que no necesita partido para ganar? ¿Cómo frenar a una familia que, en lugar de desgastarse, se fortalece elección tras elección?
El nocaut que marca futuro.
Lo que vimos en Reynosa no fue un informe municipal. Fue una demostración de fuerza, una puesta en escena que definió el rumbo de Tamaulipas: Américo en caída libre, Maki en ascenso imparable y Carlos como heredero político.
Si el gobernador pensaba que podía administrar silencios y excusas hasta el 2028, se equivocó.
El reloj de la sucesión ya corre. Y en este ring, Maki, Carlos, Manuel y Óscar Luebbert llevan la delantera con una técnica quirúrgica que combina respaldo ciudadano, alianzas invisibles y algo que el morenismo local nunca entendió: credibilidad.
El primer Informe de Carlos Peña no fue una rendición de cuentas.
Fue la campanada que anuncia que, en Tamaulipas, la pelea ya empezó… y el gobernador ya la perdió.