Dejando a un lado del principio enarbolado por los gobiernos de la llamada cuarta transformación, el gobierno municipal encabezado por Mimí Sosa en Aldama, Tamaulipas, pavimentó una vialidad en donde pobres, lo que se dice pobres, no son los escasos vecinos que allí viven.

Se trata de la prolongación de la calle Zaragoza, que de la zona centro se extiende a los fraccionamientos Santa Isabel y Olimpia de La Garza. Además, es la ruta hacia el rancho 4-40.

Mientras tanto, existen otras prioridades de vialidades que carecen del más elemental mantenimiento. También hay colonias más antiguas y localidades rurales que padecen de los pésimos accesos a sus viviendas.

El gobierno de Aldama decidió pavimentar con concreto hidráulico varias cuadras que llevan a los sitios mencionados.

Como se puede apreciar en las imágenes, los solares aledaños a la prolongación Zaragoza se encuentran baldíos.

Estos fraccionamientos son irregulares, por eso los anteriores gobiernos han omitido meterles infraestructura urbana. Algunas obras pequeñas les han hecho. Además, es evidente lo despoblado que se encuentran.

Sin embargo, con esta obra de pavimentación, se facilita que los dueños o fraccionadores puedan continuar con la venta de terrenos.

Tradicionalmente, esos apellidos son los que han prevalecido y hoy se les apoya con esa calle. Lo cual significa que el dinero público se destina en favor de unos cuantos, algunos de ellos muy ricos, y no de los más pobres.

¿Son las familias Alemán, de la Garza, de Leija y Montalvo los principales beneficiarios de esta obra?

Algunos de ellos se hallan emparentados con la familia de mentado Uero Mel, el primer síndico del gobierno municipal.

Es una obra desproporcionada porque es una cantidad muy reducida de habitantes quienes resultan beneficiarios de ella.