CONFIDENCIAL

Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.

la nueva estrategia del PAN

Por Rogelio Rodríguez Mendoza.

En la política hay golpes bajos… y luego está lo que el Partido Acción Nacional en Tamaulipas acaba de hacer. No es juego limpio, no es debate ideológico, no es confrontación de ideas. Es lodo, puro y simple, lanzado con la esperanza de manchar, aunque el agua de la verdad termine por limpiar.

En su desesperación por golpear a la magistrada electa Tania Contreras López, próxima presidenta del Poder Judicial del Estado a partir del 1 de octubre, el PAN ha cruzado la línea de lo moralmente aceptable. Y lo ha hecho de la peor manera: recurriendo a mentiras, medias verdades y filtraciones malintencionadas a medios nacionales.

El episodio es tan burdo como revelador. Durante la campaña electoral para renovar el Poder Judicial, el área jurídica del PAN presentó una denuncia contra Contreras por supuesta asociación delictuosa, tráfico de influencias y otros delitos. Una denuncia que la propia Fiscalía General de la República desechó por falta de elementos probatorios. Así, sin más.

No hubo caso. No hubo investigación formal en curso. No hubo indicios que sostuvieran las acusaciones. Pero eso no le importó al PAN. Bastó con que el homicidio del delegado de la FGR en Reynosa, Ernesto Vázquez Reyna, sacudiera al estado, para que desempolvaran aquel documento muerto y lo convirtieran en “prueba” de un supuesto vínculo entre la víctima y la magistrada.

Es una jugada de manual de la guerra sucia: aprovechar un hecho trágico para asociar, sin fundamento, a un adversario con el crimen. La verdad pasa a segundo plano. Lo que importa es el titular que manche, la duda que se instale, la sospecha que crezca.

Lo más perverso es que el PAN sabe que miente. Sabe que la FGR no tiene, ni tuvo, carpeta de investigación abierta contra Tania Contreras. Sabe que aquel documento no pasó del filtro inicial porque carecía de sustento. Pero en la lógica de la política carroñera, el daño mediático vale más que la certeza jurídica.

A esta maniobra no se le puede llamar estrategia. Es, más bien, una confesión de impotencia. El PAN, que en otros tiempos presumió ser un partido de principios, hoy actúa como un actor desesperado, incapaz de competir en el terreno de la legalidad y la argumentación.

Y más grave aún: no es solo un ataque contra una mujer que ha construido su carrera a pulso, desde los peldaños más bajos del Poder Judicial. Es un golpe contra la credibilidad de las instituciones que dicen defender. Porque si todo vale, si la mentira se normaliza como arma política, entonces nadie queda a salvo.

Vale la pena recordarlo: Tania Contreras no llegó al umbral de la presidencia del Poder Judicial por decreto ni por capricho de nadie. Empezó como estudiante de derecho, cosiendo expedientes, llevando refrescos y aprendiendo el oficio en los juzgados. Su historia laboral es la de alguien que subió escalón por escalón.

Después, su trayectoria se diversificó. Fue Secretaria General del Congreso, Consejera Electoral del Estado y, más recientemente, Consejera Jurídica del Gobierno de Tamaulipas. No se trata de un currículum improvisado, sino de una carrera que, guste o no, la colocó en posición de disputar —y ganar— la elección del Poder Judicial.

Por eso, lo que está haciendo el PAN es más que una calumnia personal. Es un intento de reescribir la historia profesional de una mujer para presentarla como villana en un drama que ellos mismos inventaron.

Y no nos engañemos: esta no es la primera vez que la política tamaulipeca se hunde en este tipo de lodazales. Hay toda una tradición de fabricar culpables, de sembrar rumores y de usar a los medios como cajas de resonancia del veneno partidista.

Lo que indigna es que, en este caso, el punto de partida sea un asesinato que aún estremece a la opinión pública. Utilizar la muerte del delegado de la FGR como trampolín para un ataque político es, en el mejor de los casos, una falta absoluta de ética. En el peor, una obscenidad.

La dirigencia estatal del PAN y su área jurídica deberían dar explicaciones, no solo sobre la denuncia fallida, sino sobre la decisión de desempolvarla en este momento. Si creían que esto les daría dividendos políticos, se equivocan: solo exhibe su miseria estratégica.

Los políticos que recurren a la mentira como arma terminan devorados por su propio cinismo. El corto plazo puede darles la ilusión de victoria, pero el tiempo y la memoria pública se encargan de ajustar cuentas.

Y aquí hay algo que el PAN parece olvidar: la credibilidad no se recupera fácilmente. Cada golpe bajo, cada mentira descubierta, es un ladrillo que se arranca de la estructura ya de por sí debilitada de su reputación.

En cambio, la magistrada electa tiene un terreno más favorable para responder: su trabajo, su hoja de servicio y, sobre todo, la verdad jurídica que la respalda. El tiempo dirá si opta por el silencio o por el contraataque.

Mientras tanto, la lección queda ahí, para todos los actores políticos: el lodo ensucia las manos de quien lo arroja antes que la ropa del objetivo. Y en esta ocasión, el PAN en Tamaulipas se ha bañado hasta el cuello.

Porque una cosa es el debate político… y otra muy distinta es jugar con la honra ajena y con la muerte de un servidor público como instrumento de campaña. Ese es un nivel al que solo descienden quienes ya no tienen nada que perder.

Y el PAN, por lo que se ve, ya está en ese punto.

ASI ANDAN LAS COSAS.

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