Rutinas y quimeras
Clara García Sáenz
Las vacaciones de verano son para muchos las mejores para ir a destinos de playa y
asumen que ir a los grandes centros turísticos como Cancún, Vallarta, Mazatlán, Puerto
Escondido, Huatulco, etcétera, son las vacaciones perfectas. Algunos ahorran para
estar ahí, aunque sea una vez en la vida, mientras que para otros son destinos anuales
obligados para ir cada año.
Aunque en los últimos años se ha dado un turismo creciente en todo el mundo,
lo cierto es que gran parte de la gente se quedan en casa porque el salario no alcanza
para ir, aunque sea tres días y dos noches a un destino de playa de talla internacional,
en México. Sin embargo, mucho del significado de esas “vacaciones ideales” de
destino de playa están más relacionadas con la publicidad, la sociedad capitalista de
consumo, selfis y redes sociales que proyectan vidas perfectas y exitosas en el mundo
virtual, que con la verdadera esencia de las vacaciones que son necesarias para el
descanso laboral.
En Ciudad Victoria tenemos por costumbre cuando alguien nos pregunta a
donde iremos de vacaciones, decir “a Güémez” (que es el pueblo más cercano a la
ciudad), lo que significa que solo nos alcanza el dinero para llegar ahí. Pero, esta
respuesta puede resultar interesante si usted está pensando quedarse en casa;
Tamaulipas es atractivo para recorrerlo en viajes cortos, gozosos, ilustrativos y de
recreo; porque existen muchos puntos donde podemos ir a comer, disfrutar del agua y
del patrimonio cultural. Si no le parecen suficientes 400 kilómetros de playa, también
puede ir a la montaña, a muchos parajes de río, visitar museos, ruinas arqueológicas y
todo lo que en su camino se le atraviese.
Por ejemplo, decídase un día, de preferencia en sábado o domingo a ir al
Chorrito, pero váyase por la carretera interejidal y pare en cualquier comedor que están
después de kilometro 10 y almuerce, luego sigue hasta la hacienda de Santa Engracia
y ahí puede tomarse unas bonitas fotos con sus edificios del siglo XIX, se sigue de
frente y llega al ejido del mismo nombre y puede recorrer su zona antigua del puente de
metal que es una obra impresionante de principios del siglo XX, de ahí a la carretera a
Monterrey continua hasta llegar al Tomaseño y entrando al pueblo puede irse a dar un
chapuzón al manantial Ojo de mar, luego se sigue hasta las ruinas de la hacienda la
Mesa y la iglesia de San José del siglo XVIII, hace una paradita, se toma su selfi y llega
puntual a la misa de 12 en el Chorrito, saliendo va a comerse un asado de puerco, se
compra una gorditas de elote y para las seis de la tarde está de regreso en Victoria.
También puede ir a visitar las ruinas en Viejo Padilla y dar un paseo en lancha
por la presa, visitar Jiménez para que conozca la Casa del Conde de Sierra Gorda y la
iglesia de los Cinco señores, luego puede ir al Tinieblo a hacer cata de mezcales y
comer en el Encinal, comprar machacado y panela y en la tarde estar en Victoria de
regreso. O también puede ir a Güémez, visita su iglesia del siglo XVIII, descansar un
rato en la plaza, comprar miel, pan y pescado fresco, se va un rato al río y regresa por
la tarde a su casa. Las selfis también estarán impresionantes, usted podrá compartir
unas vacaciones domésticas, económicas, pero igual de relajantes y gozosas sin
necesidad de ir tan lejos. Porque como dice la canción “Tamaulipas tiene”.
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