Reza un viejo y conocido refrán que después de la tormenta viene la calma, haciendo alusión que luego de una tempestad, sobre todo emocional, llega la tranquilidad y quizá así sea en muchos casos, porque otra realidad es que en una buena proporción de las personas se pierde todo en el huracán de emociones.
Porque con todo y que por lo general las tormentas emocionales sirven para reinventarse, reconstruirse con mayor solidez, en algunos casos hay algo que se pierde para siempre.
Y bueno, igual sucede con las tormentas y huracanes naturales que llegan con fuertes vientos, mucha lluvia que provocan que se desborden ríos, presas, dejando comunidades incomunicadas, arrastrando todo lo que está a su paso, se registran perdida de bienes, pero lo más lamentable, pérdidas humanas.
Por lo tanto, no, después de una fuerte tormenta o huracán no siempre llega la calma, no inmediatamente, siempre se tarda en reconstruir lo destruido o asimilar lo perdido.
Ejemplo, acá en tierras tamaulipecas las pasadas lluvias generadas por la tormenta Barry provocaron la destrucción de carreteras, caminos, brechas y veredas, ríos desbordados que dejaron incomunicadas comunidades.
Se tendrá un costo grande en recursos económicos para la rehabilitación de vías terrestres de comunicación, PEDRO CEPEDA ANAYA, Secretario de Obras Públicas del Gobierno del Estado de Tamaulipas contempla que serán más de 65 millones de pesos para reconstrucción, 40 millones para caminos estatales y 25 para carreteras federales.
Con todo y lo que costará la rehabilitación de carreteras y caminos afectados por las pasadas lluvias, las pérdidas son menores a comparación de otros huracanes que barrieron con patrimonios de muchas familias y hasta se llevaron vidas humanas en Tamaulipas.
Existen tragedias peores, allá, en el vecino Estado de Texas, la naturaleza fue más severa, medios de comunicación dan cuenta que las autoridades contabilizan más de un centenar de personas fallecidas y 41 siguen desaparecidas, entre ellas 27 niñas de un campamento cristiano.
Son muchas familias las que perdieron su patrimonio por el desbordamiento del Rio Guadalupe que tenía más de 40 años de no tomar tanta agua y que en esta ocasión arrasó con todo lo que se encontró a su paso.
Allá en Texas las pérdidas materiales son cuantiosas, sí, pero mucho más lamentable, porque no hay manera de repararse, son vidas humanas que se perdieron, ahí es donde se torna imposible que para las familias que tienen algún ser querido desaparecido o fallecido llegue la calma después de la tormenta.
Todo lo que provocan las tormentas emocionales y por desastres naturales nos debe llamar mucho a la reflexión, a la naturaleza se le debe respetar y no atentar en contra de ella, que las edificaciones y hogares no estén tan cerquita de los cauces de ríos pues nunca se sabe cuándo se puedan crecer, ni siquiera los sistemas meteorológicos lo pueden prever.
Puentes y carreteras deben de ser construidas con buen material, bien planeadas, el problema es que la mayoría de las vías de comunicación son hechas solo para que las autoridades en turno tengan algo que inaugurar.
Conclusión, después de huracanes y tormentas no siempre llega la calma, luego de que pasan se requiere de la reconstrucción, análisis de los daños, controlar problemas de salud porque para colmo llega la proliferación del mosco transmisor del dengue que en algunos casos ya es mortal, por lo que tanto autoridades y comunidad en general tiene que aplicarse para que no se tengan tragedias que lamentar.
No, no hay duda que en muchos casos después de la tormenta no llega la calma.