CONFIDENCIAL

Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.

Aún faltan poco más de dos años para que comience legalmente la carrera por la gubernatura de Tamaulipas, pero hay nombres que ya están inscritos, aunque sea de forma silenciosa, en el radar político. Uno de ellos —y quizá de los más sólidos— es el de Carmen Lilia Canturosas Villarreal.

La actual presidenta municipal de Nuevo Laredo no necesita hacer mucho ruido para dejarse ver. Su posicionamiento obedece, más que a la propaganda, a una gestión que ha logrado mantenerse entre las mejor evaluadas del país. Y eso, en política, pesa.

No es la única aspirante que Morena tiene en sus filas, pero sí una de las que ha construido su perfil con base en resultados medibles, tanto en finanzas públicas como en obra social. En un entorno donde la improvisación es regla, ese simple hecho marca diferencia.

Este lunes, Carmen Lilia acompañó al gobernador Américo Villarreal Anaya en los honores a la bandera. No es la primera vez. De hecho, ha sido una de las alcaldesas más constantes en ese tipo de eventos, que aunque protocolares, tienen una carga simbólica que no se puede ignorar.

El lenguaje político tiene sus propias señales. Y en ese lenguaje, la reiterada presencia de la alcaldesa en actos estatales sugiere cercanía, confianza y sobre todo… alineamiento.

Otro indicio que alimenta las lecturas es la reciente visita a Nuevo Laredo de integrantes clave del gabinete estatal. La semana pasada estuvo la secretaria de Bienestar Social, Silvia Casas. Antes, la titular de Desarrollo Urbano, Karina Lartigue. Visitas que rara vez son casualidad.

La proyección de Carmen Lilia no es repentina. Su apellido, desde luego, le abrió muchas puertas. Pero su permanencia en el primer plano no se explica por la herencia, sino por una administración que ha sabido traducir los recursos públicos en beneficios tangibles para la ciudadanía.

Pocas veces Nuevo Laredo había tenido una presencia nacional tan constante por razones positivas. Las finanzas del municipio están sanas. La inversión pública se ha multiplicado. Y los programas sociales, lejos de ser asistencialismo hueco, tienen diseño y seguimiento.

A nivel estatal, su nombre ya suena con fuerza. A nivel nacional, es vista como una de las alcaldesas con mayor desempeño en municipios fronterizos, zona donde se juegan temas tan sensibles como comercio exterior, migración, seguridad y desarrollo urbano.

¿Eso la convierte automáticamente en candidata? Por supuesto que no. Pero sí la coloca en la antesala del debate sucesorio, en condiciones más que competitivas frente a otros posibles perfiles.

Es probable que en los próximos meses otros actores levanten la mano. Algunos con trayectoria, otros con respaldo político, otros más con ambiciones legítimas. Pero al menos hoy, Carmen Lilia ya está instalada en la pista. No como espectadora, sino como protagonista en potencia.

Y no se trata de entusiasmos desbordados. Se trata de hechos. De indicadores. De una narrativa que se ha ido construyendo desde el terreno, no desde el escritorio.

Si algo ha demostrado Canturosas Villarreal es que entiende la política como disciplina de resultados. Eso explica, en parte, su crecimiento sostenido en aceptación ciudadana, aun en un contexto complejo como el de la frontera.

Su discurso ha sido mesurado, institucional. No ha incurrido en el error de la confrontación innecesaria. Y ha sabido construir relaciones con el estado y la federación sin perder identidad propia.

Para el 2028, Morena requerirá un perfil con arraigo, pero también con oficio. Con reconocimiento, pero también con margen para crecer. Y con capacidad para competir en una contienda que no será sencilla.

La cercanía con Palacio de Gobierno ya la tiene. Y eso, en una elección interna, puede marcar la diferencia.

Carmen Lilia no está en campaña. Pero ya está en movimiento. Y en política, muchas veces eso es lo que más importa.

Porque en la política real, los proyectos viables no nacen en las vísperas… se construyen con tiempo. Y el tiempo ya empezó a correr.

ASI ANDAN LAS COSAS.

[email protected]